En la oscuridad más profunda de la noche se enciende una linterna, un haz de luz, una espada eje que ilumina en ese tramo recto por el que cursa, las tinieblas se mantienen en su en rededor.
Mientras caminas en la dirección iluminada lo haces sin miedo, con fuerza, ágilmente; pero, tan pronto te riges por otros senderos, titubeas, las fuerzas se limitan y tu caminar es torpe y sinuoso.
Estamos asistiendo a la muerte de la UE en lo social al menos como paso siguiente a su muerte económica. La UE en lo exterior va dando una de cal y una de arena pero sin contar para nada, la guerra de Ucrania lo ha puesto pantente. La UE militar siempre ha sido un quiero y no puedo. La Europa de los pijiprogrés y demás adláteres tiene que desaparecer porque han demostrado su incapacidad más allá de la demagogia que es muy enemiga de trabajar de verdad y decir las cosas como son sin intereses partidistas. Los EEUU van a seguir siendo porque son los dueños absolutos del mar y su economía seguirá sana, por lo que apartarse de su sombra es de indocumentados o anormales, a pesar de su gobierno que engorda los bolsillos de sus empresas armamentísticas y energéticas con la guerra de Ucrania.
Ursula Von der Leyen europea afirmaba esta semana que la UE está obligada a comprar petróleo ruso para que Putin no gane más vendiéndolo a otros. Su marido dirige una farmacéutica y ya es multimillonario. Un plan sin fisuras. Rusia espera recibir un billón de rublos por ingresos adicionales por petróleo y gas este año. Europa no tiene ninguna alternativa energética viable mínima a corto o medio plazo. Preocupan las cosas chulísimas de la Von der Leyen. Los que estuvieron en la final de Saint-Denis regresaron a España desde el futuro. Tanto españoles como ingleses fueron atacados por una turba de seres de luz del continente africano que les robaron y acosaron ante la impotencia de la policía francesa. París se va convirtiendo en la cloaca multicultural de Europa. Son sus costumbres nos dicen. Si importas despojos acabas montando una casquería.
Cada vez es más patente el malestar por el sistema de trueque que se ha implantado en España en el mismo equipo de gobierno y el mundo de la política, ante el que parece pasa todo el mundo, con una actitud de mansos que se dejan llevar. También se hace insoportable la incultura, la mala educación y las bandas compuestas por el rebaño que sigue al dueño de la manada. Los desplantes y los pitos sobran en su forma y en su fondo. Hay muchas formas de mostrar desacuerdo al margen de llevar o no razón. Las iglesias les molestan. La bandera de España les molesta. Un buen empresario les molesta. La familia les molesta. Que seas libre de comer lo que quieras les molesta. Que no compartas los electrodomésticos les molesta. La toxicidad social avanza.
En España la semana pasada el senado aprobó despenalizar las injurias a la Corona y los ultrajes a España con el voto de los seres de luz. En EEUU es legal quemar una bandera si ha tocado o se ha caído al suelo ya que consideran que ha quedado ultrajada y la única manera de repararla es quemándola. En todos los barrios hay crematorios de banderas pues no se pueden arrojar a cualquier parte. Si una persona quemara una bandera por cualquier otro motivo duraría lo que se tarda en sacar una pistola de su funda por parte de la autoridad competente, penas de cárcel aparte para cualquier tipo de ultraje a la patria.
A día de hoy nuestro Rey parece que es el único que aboga por los verdaderos intereses de España sin tacha partidista y el único que trata de defendernos y al que no dejan de atacar. Los políticos parece que no paran de arrimar el ascua a su sardina y sólo dan la cara por el interés de unos pocos, los propios. Por el momento es la única institución supranacional y la única temida. No necesitamos enemigos de fuera de España, vergüenza aparte, los tenemos dentro. Muchos de esos seres de luz son de frágil memoria, españoles de nacimiento que se consideran apátridas pero se esfuerzan por vivir del cuento en nuestro país, que realmente es el suyo. El festival de los golfos se envuelven de una memoria histórica ficticia inventada a su gusto y favor del caínismo sectario de la sin razón, del enfrentamiento constante, de una demagogia trasnochada, de la total ignorancia; pero lo más preocupante es su pocas ganas de trabajar por bien de todos, su afán de destrucción de cualquier cosa que hagan los demás sin aportar soluciones ni mejores ni peores.
Estos apátridas, que mejor sería que abandonarán España, o se fueran a su paradisiaca España inventada allí donde esté, y que por favor nos dejen vivir a los demás. El espectáculo que provocan es cada vez más insostenible e insoportable. Las libertades individuales tienen que tener límites y alguien debe empezar a ponerlos. Pueden estar agradecidos a todos los políticos presentes y pasados que han gobernado este país como si fuera un simulacro, pero el tiempo se acaba y deben parar. Vamos camino de un desastre social pues España agoniza sin timón, agravada por una crisis económica de difícil solución y a la que nadie pone remedio. Se debe educar a la gente en la idea de España y a partir de ahí trabajar. Vale quien sirve, servir es un honor se decía antaño. Sin decisiones firmes no sobreviviremos.
Lo patético de algunos grupos iluminados y sostenibles se ha convertido en una rutina desagradable cuyo único fin es pedir dinero, subvenciones, obras públicas, o formar grupos en el parlamento. Cuanto menos cumplen con el déficit o los objetivos más se les da, sin fiscalizar, para que no se rebelen. Que tengamos que seguir soportando año tras año este tipo de actitudes, de cosas chulísimas impuestas, es cada vez más aberrante y se debe exigir una tolerancia cero. No se pueden tolerar más faltas de respeto a los símbolos de la nación, ni a las personas que trabajan cada día. Es así de simple.
A una parte de la clase política parece que poco le importa el progresivo desengaño de sus votantes, a pesar del varapalo que continuamente reciben sus políticas y sus políticos, que va sembrando un profundo desencanto entre ellos. No vamos a recordar los reiterados incumplimientos de las promesas electorales de los partidos a las que ya estamos acostumbrados. Nadie se lo explica, nadie debería ni pensar que los que nos representan no nos defiendan. España no se negocia. Todos y cada uno de nosotros somos y formamos parte de España, y cada día debemos poder hacerla mejor con una ilusión que no debe dejarse cercenar por estas minorías, que no van a ninguna parte y cuestan dinero y sufrimiento. A muchos españoles nos duele España y nos duele que se ataque y se degraden las instituciones del Estado, todo en medio de una vorágine fiscal impuesta y un final al que no se ve salida. Ya está bien de este festival de los golfos.