Acaba de entrar en vigor el llamado bono cultural para quienes cumplan 18 años en 2022. La ayuda es de 400 € para gastar en actos culturales. Hasta aquí todo bien. El truco, por llamarlo de alguna forma, consiste en excluir de dichos actos o gastos los “espectáculos taurinos”, que quedan demonizados de esa clasificación.
Se dirá que esta exclusión se debe, como otras, por ejemplo, las deportivas, a no considerarlas culturales. Pues bien, nuestros actuales legisladores ignoran o pretenden ignorar una ley de 2013, de 12 de noviembre para más señas, que dice expresamente en su exposición de motivos “el presupuesto de esta norma es la afirmación de que la Tauromaquia es cultura”. Y, es más, se añade que la Ley 10/91, de 4 de abril, también señala “la conexión de los espectáculos taurinos con el fomento de la cultura”. Gobierno de Felipe González ésta, gobierno de Rajoy aquella.
O sea, no se trata, o se trataba de ideologías. Pero ahora parece que sí, cuando de lo que se trata es de cumplir la norma, como se ha dicho. Además, en la ley vigente de 2013 se añade que “es competencia de la Administración General del Estado, garantizar la conservación y promoción de la Tauromaquia como patrimonio de todos los españoles, así como tutelar el derecho de todos a su conocimiento, acceso y libre ejercicio en diferentes manifestaciones” (artículo 5.1). Más claro, agua. ¿Qué diría nuestro amigo Juan Manuel Albendea, ponente de esta ley, si levantara la cabeza?
Por ello, en recuerdo y reconocimiento a Albendea, quiero decir sin tapujos que la exclusión de los espectáculos taurinos del bono cultural es, además de ilegal, un acto contrario a nuestra tradición más ancestral que se remonta al siglo XIII, como afirma el Preámbulo de la Ley, en época de Alfonso X y en sus Partidas, antecedente de casi toda nuestra cultura jurídica. Legisladores como Albendea han dignificado unos ancestros que, ahora, desgraciadamente, no quieren respetarse, cometiéndose además un error que, sin duda, tendrá también un coste político, es más, ya lo está teniendo, como estamos viendo en los últimos resultados electorales.
Miguel Hernández, gran poeta que murió en una cárcel franquista dijo y proclamó “Los bueyes mueren vestidos, de humildad y olor a cuadra; las águilas, los leones y los toros de arrogancia”. No seamos bueyes.