Dios me permita apartarme de los engreídos que se consideran finos, distinguidos y me acerque al cateto humilde y sabedor de la vida, pues los unos me llevarán al abismo de la estupidez, mientras los otros me acercarán al conocimiento del ser humano y, con los pies en la tierra, afrontar las glorias y los fracasos.
En estos días, con la denominación de la Ciudad de la Paz (observa que salam en árabe significa paz), se nos han acercado unos Jeques árabes con una diapositiva y sin un solo documento, planificación, estudio, contrato, ni asumir compromiso alguno; eso sí, reuniendo a propios y extraños, cual flautista de Hamelin, congregando a los políticos de la urbe charra y empresarios escogidos por estos últimos para, tras un ágape, realizar la más fastuosa venta de humo que jamás se hubiese visto.
Los simples, palurdos y rústicos lugareños nos preguntamos por los compromisos que se presentaron, las obligaciones que se asumieron, los protocolos formalizados y/o los planes de actuación que se deben de llevar a efecto para alcanzar el propósito presentado en la diapositiva y ni siquiera el mamporrero de la operación, el Sr. Castaño, fue capaz de presentar más que humo y humo que sólo algún periodista hipervisionario o algún paripatético finísimo, elegante y culto de plexiglás o papel cuché, ha sido capaz de defender la niebla que se nos ha vendido.
Desde "Turismo" se han pasado la legislatura, como diría alguno de sus prebostes, "cobrando un sueldo público, que ya conseguí", vendiendo humo, gestionando fondos de forma más que previsiblemente irregular por opaca y sin presentar al alcalde y a la ciudad absolutamente nada con un mínimo de contenido o seriedad. ¡Pobre Carlos la que le ha caído con semejantes personajes!
Las bufonadas, el histrionismo y la estulticia nos están saliendo especialmente caras como para dejar pasar la ocasión de recordar que, llegadas las elecciones, algunos deberían de recibir la oportuna patada en el tafanario, es decir, en aquella zona carnosa y redondeada que conforma las nalgas. Llegaron aprovechando la imagen de Rivera para, colgados en la bandera del cambio y la regeneración, traicionar absolutamente todo y, como uno de ellos me dijo, "ya sé que soy un miserable traidor" u otro "se miente hasta que se llega y luego se cobra y punto", para encalomarse en determinados apartados municipales para ejercer de lo que son meros chufleteros de la imagen, para lucrar y engordar sus alforjas a costa de lo que es de todos.
Han engañado a profesionales de la hostelería, se han juntado con peligrosos personajes de oscuras intenciones y más opacos pasados para, con ellos, manipular y utilizar la posición en las concejalías para pergeñar operaciones que sólo benefician a sus amigos, amigas o propios.
Esperemos que Castaño nos explique qué significa esa "salam – anca" islámica que nos presentó con una simple imagen y que nos aporte los proyectos, los documentos y los hitos en los que pretende desarrollar esa "ciudad de la paz" que, ya por venir de donde viene, eso de la "paz" no sé si la tendrán clara los homosexuales, las mujeres, los defensores de la libertad de expresión, etc, pues los líderes millonarios en sus territorios no parece que las respeten en exceso.
Estoy convencido de que a nuestro Fernando naranja le faltará tiempo para cumplir su obligación y públicamente, no en el pleno, no en los corrillos políticos, sino frente a frente con todos los periodistas de la ciudad, nos explicará, a todos los que en Salamanca vivimos, su proyecto de "salam-anca" que nos vendió, pues seguro, conociendo al personaje, que no tiene una intención electoral, ni busca un hueco personal, ni está carente de verdad todo lo expuesto... ¿verdad, Fernando? ¿Verdad que nos lo vas a explicar? Y, como diría alguno, nos darás una razón a los catetos, que no vemos, no tenemos las lupas que ellos tienen o que conceden los euros, para alcanzar tan meridianamente clara realidad.
Espero que si todo ello fuese un engaño, una cortina de humo, una filfa, tanto los finos juntaletras defensores de la dorada farsa, como mi amigo Castaño, pedirán perdón, asumirán su única y exclusiva responsabilidad y abandonarán la vida pública para nunca más volver, exonerando de culpa a todos aquellos ediles a los que han engañado para presentar el proyecto, pues ellos sí que son coherentes y visionarios, que cumplen cuando fallan... ya lo verás, ¿o no?