Después de dos meses de ausencia en los medios de comunicación, motivada por muy serios problemas de salud de los que voy recuperándome día a día gracias al apoyo de mi familia, de mis amigos y de las diversas intervenciones del personal sanitario del hospital clínico, retomo mis comentarios sobre la actualidad política, eligiendo para mi reestreno el tema de la máxima actualidad del momento, que por mucho que nos pese, es la moción de censura presentada por Vox en el Congreso de los Diputados.
La Constitución Española recoge la moción de censura al gobierno en los artículos 175 al 179, estableciendo las condiciones para poder presentarla y dejando claro el carácter constructivo de la misma, por cuanto la misma debe presentar un candidato a la presidencia del gobierno que además debe defender el programa que espera desarrollar en el caso de que el resultado de la moción le resultara favorable.
Desde la aprobación de la vigente Constitución han sido varías las ocasiones en las que la oposición ha recurrido a este instrumento legal, con resultado muy variado: el primero en presentarla fue Felipe González contra un gobierno de la UCD en franca descomposición, moción que fracasó, pero que sirvió de plataforma al líder socialista para su posterior acceso a la presidencia del Gobierno. Más tarde, fue Alianza Popular quien la presentó para reforzar la popularidad de quien era por entonces su presidente, Antonio Hernández Mancha, que igualmente terminó en fracaso.
Después fueron los podemitas, que aún conscientes de la inutilidad de la misma, recurrieron a la moción de censura para hacerse ver, que igualmente fue condenada al fracaso. Tan sólo salió adelante la presentada por Pedro Sánchez, basada en una acusación falsa sobre corrupción que introdujo un conocido magistrado progresista en una sentencia, al que inmediatamente trató de promocionar el gobierno socialista, afirmación que después fue retirada por el propio Tribunal Supremo, y que salió adelante gracias a la traición que el PNV, una vez más, cometió al Partido Popular, y por supuesto al alineamiento junto al sanchismo de todos los grupos de la Cámara contrarios a la Constitución, la Monarquía y la Democracia.
Finalmente, Vox se empeñó en presentar dos nuevas mociones de censura, la primera con ocasión de la pandemia con Abascal como candidato, y la actual presentando como candidato al Profesor Tamames, pero ambas condenadas al fracaso. Y de la segunda de estas es de la que vamos a hablar en nuestro comentario de hoy.
Comenzó el debate como marca el reglamento de la Cámara, con una intervención del autor de la moción de censura, es decir el presidente de Vox, con un duro repaso de la gestión desarrollada por Pedro Sánchez en sus años de gobierno, pero en un tono más comedido que el utilizado en anteriores ocasiones. Por supuesto no perdió ocasión de lanzar discretas puyas al Partido Popular, al que ofreció que eligiera candidato, pero cuyo presidente había anunciado la decisión de abstenerse en la votación final, al mismo tiempo que le invitaba a cambiar el sentido de su voto.
A esta intervención de Abascal respondió en sendas intervenciones Pedro Sánchez tratando de descalificar personal y políticamente al presidente de Vox y a su grupo tratando de mezclar a Vox con el Partido Popular, al mismo tiempo que lanzaba sus críticas contra la formación popular, a la que acusó de cambiar una decisión decente,(el no de la anterior moción de censura), por una decisión indecente, la actual abstención.
A continuación comienza, tras un breve descanso, la intervención del candidato, el profesor Tamames. A estas alturas no voy a ocultar que la presentación de la moción de censura me pareció desde el primer momento un auténtico disparate, máxime cuando, Abascal hizo público que el candidato a presidir el Gobierno, en caso de triunfar la moción de censura, no sería él sino el profesor Tamames, brillante catedrático jubilado de 89 años, antiguo miembro del Partido Comunista de España, y que como él mismo explicó en su intervención le obligó a pasar por las cárceles franquistas en 1956.
Sin embargo, después de escuchar la intervención del ilustre profesor, tengo que reconocer que lo mejor de lo oído hasta el momento en el debate fue la intervención del candidato, quien en tono distendido y respetuoso fue triturando la política desarrollada por el Gobierno de coalición, haciendo referencia a una buena parte de las medidas tomadas por el presimiente, desde la Ley de la Memoria Histórica, (la de la Memoria Democrática es peor todavía), dijo, “dejen la Historia a los historiadores” o “La Historia no se hace desde el BOE”, haciendo referencia al desmedido gasto múltiple sembrando subvenciones de todo tipo a la caza y captura del voto, llegando a calificar de autócrata al Gobierno sanchista acusándole de la invasión de las instituciones del Estado terminando con la separación de poderes, exposición que fue amena hasta el punto que interrumpió al presidente Sánchez quejándose de la longitud y duración de su discurso, lo que le motivó una llamada al orden por parte de la presidenta de la Cámara, acusándole de leer un tocho de 20 páginas escritas por los asesores de Moncloa antes de que él pronunciara su discurso que previamente modificó, y sobre cuya filtración a los medios unos días antes se mostró sospechosa de un espionaje electrónico.
En todo caso, lo sorprendente fue el candidato elegido por la enorme distancia ideológico entre el candidato y el partido que le propone Y es que Tamames tenía toda la razón: el Gobierno se hizo, a saber cómo, del borrador y lo repartió por fascículos entre los asesores presidenciales quienes le fueron redactando párrafo a párrafo que Su Sanchidad se limitó a leer, como Tamames le hizo ver al contestar a temas que estaban en el primer borrador pero a la que el candidato no hizo ninguna referencia, en su intervención, “me contesta Vd. a cosas que yo no le he preguntado”. En fin, que hasta la intervención de Tamames, la sesión fue auténticamente soporífera.
De la intervención de Su Sanchidad no vale la pena destacar nada. Todos sabemos que es un maestro en el arte de mentir, limitándose como hemos dicho, a leer los documentos que le prepararon sus colaboradores. Trató respetuosamente de desmentir las afirmaciones del candidato pero no convenciendo ni a los suyos, pero poco a poco fue aumentando su agresividad contra el candidato.
Lo que fue auténticamente insoportable fue la intervención de la vicepresidenta segunda, en la que a lo largo de más de una hora intentó rebatir las tesis del candidato, quien sonreía desde su escaño, recordando aquello de “el maestro Ciruela…” en fin, Yolanda Díaz intentando dar lecciones de economía al Profesor Tamames…
El presimiente Sánchez la brindó la oportunidad de presumir de buena gestión, en una descarada maniobra de apoyo a su candidatura, lo que provocó una réplica del profesor Tamames que dijo que la intervención de Yolanda le parecía el lanzamiento de su plataforma “Sumar” y se negó a entrar en debate con ella que dijo que utilizaba la tribuna para su promoción personal y política, algo que a Pablo Iglesias y los ministros podemitas no les haría mucha gracia.
Y mientras tanto, Núñez Feijóo asistía en la embajada de Suecia a una reunión con gran número de embajadores de diversos países, y es que el debate en el Congreso carecía de trascendencia.
Hasta la semana que viene.