La semana pasada dedicaba mis comentarios a despedir al presidente Sánchez, si bien confesaba que me guiaba más por mis deseos que por tener dato alguno que avalara mi previsión, al margen de la resaca de la derrota socialista de las elecciones municipales y autonómicas del 28 M y el pronóstico que anunciaban todas las encuestas salvo la permanente pleitesía de Tezanos hacia su amo y señor. El que haya columnas con firmas más importantes que la mía, que también erraron en su pronóstico, léase Ussía entre otros, no me consuela lo más mínimo.
Y efectivamente la noche del 23 J nos descolocó a todos, pues aunque la victoria del Partido Popular es incuestionable, nos quedamos por debajo de nuestras expectativas, aunque aumentamos nuestro saldo en el Congreso en 47 escaños y obtuvimos la mayoría absoluta en el Senado. En ambas Cámaras, el partido sanchista quedó en segundo lugar, aunque no a la distancia esperada, y es que es difícil entender que siete millones de españoles sigan apostando por el más nefasto presidente que ha tenido este país, incluido su protector, propagandístico y maestro, Rodríguez Zapatero, alguna de cuyas intervenciones fueron para nota. En todo caso vuelve el bipartidismo, y eso es bueno.
Y es que contra la lógica política, tras una campaña electoral tremendamente crispada y con la utilización por parte de Su Sanchidad de todos los resortes del poder, haciendo caso omiso a las diversas llamadas de atención por parte de la Junta Electoral Central al Presimiente Sánchez y varios de sus ministros, Pedro I el Mentiroso fue capaz de salvar los muebles, quedando, de momento, a 12 escaños de los obtenidos por el Partido Popular, sumando dos a los que tenía en la legislatura que termina.
Ciertamente no cabe duda sobre quién ganó las elecciones en ambas Cámaras, pero por primera vez en democracia, ganar las elecciones no es sinónimo de poder gobernar, pues la LOREG, Ley que está pidiendo a gritos una actualización que ningún de los dos partidos nacionales que han conseguido varías mayorías absolutas han sido capaces de intentar.
Sin embargo, en esta confrontación de las dos Españas a la que nos ha llevado la política desarrollada por el gobierno social comunista que hemos padecido en estos cinco años, o el Partido Popular obtenía mayoría absoluta, pues su coalición con Vox era criminalizada por todas las formaciones políticas, y en determinados momentos, incluso por comentarios poco acertados de algunos dirigentes populares, o intentaría formar gobierno quien había perdido las elecciones y había mentido de forma continuada desde su acceso a la Moncloa, haciendo en muchas ocasiones lo contrario a lo prometido en su programa electoral, y había negociado y cedido a las exigencias de los grupos políticos que le auparon y mantuvieron en la Moncloa.
Eso explica la celebración en Ferraz de la derrota electoral. Y es que ya estaba todo hablado, y no se trata de un gobierno de coalición entre Pedro y Yolanda, sino en una colaboración entre el Sanchismo, que no el Partido Socialista, y ese colectivo que se auto titula Sumar y que está constituido por una veintena de partidos políticos y agrupaciones electorales de izquierda, a pesar de lo cual el número de escaños conseguidos es inferior al que en las anteriores elecciones obtuvieron concurriendo por separado. Y a todo esto sumar separatistas, golpistas, bilduetarras y hasta el PNV que ahora resulta que es de izquierdas.
Y el resultado es sorprendente, a pesar de la manipulación de los datos sobre los parados, la deuda y el déficit público, como quedó demostrado en el cara a cara que mantuvieron Pedro Sánchez y Núñez Feijóo que prácticamente todo el mundo reconoció como una victoria sin paliativos del candidato popular.
Y si analizamos paso a paso lo ocurrido, comenzaremos por reconocer como harto sospechosa la fecha elegida para las elecciones, lo que motivó un incremento sin precedentes del voto por correo, voto cuya seguridad no estaba garantizada en todos los casos, con lo que no estoy criticando a los trabajadores de Correos cuyo esfuerzo hay que reconocer, pero sin olvidar que el máximo mandatario de la empresa pública era el jefe de gabinete del Presimiente. Como sospechosa fue la avería de Renfe que impidió a miles de madrileños salir de Valencia para votar en Madrid.
Y a todo esto viene a sumarse la nota publicada por la Junta Electoral Central advirtiendo que los datos facilitados por el Ministerio tienen tan sólo carácter informativo, y advierten sobre el recuento de los votos CERA que se inicia precisamente hoy.
No estaría de más un poco de autocrítica por parte de los partidos de la derecha. Estoy de acuerdo con la victoria de Feijóo en el cara a cara, de lo acertado de su ausencia del debate a cuatro, de los compromisos adquiridos en su campaña electoral, pero me parece un error en insistir en distanciarse cada día más de Vox, con las disparatadas declaraciones de María Guardiola candidata popular a la presidencia de Extremadura, con lo que la reacción de Abascal fue cada día más dura, insistiendo en su exigencia de entrar en el gobierno, lo que alarmó a muchos izquierdistas que a ningún precio estarían dispuestos a tolerar un gobierno con participación de Vox.
Si desde lo nacional descendemos a analizar lo ocurrido en Castilla y León y particularmente en Valladolid, Podemos sentirnos satisfechos de los resultados: el Partido Popular ha ganado las elecciones en la Comunidad Autónoma, en la provincia de Valladolid y en la capital del Pisuerga, habiendo conseguido 18 diputados, y los 27 senadores. En Valladolid hemos logrado dos de los diputados al Congreso de los cincos posibles, pero siendo la lista más votada, y los tres senadores. Afortunadamente el candidato al Congreso por Vox, como lo fue en su día la candidata a la alcaldía son dos personas muy sensatas, y el entendimiento con ellos era fácil.
Yo llevo años pidiendo acabar con las listas cerradas y bloqueadas para concurrir al Congreso y también aquí habría que analizar si los senadores sacan más votos que las listas del Congreso en el mismo partido y en la misma demarcación y así veremos quien suma y quien resta, y dada la proximidad de las elecciones municipales, sería interesante ver en cada municipio si el Partido ha mejorado el resultado, en cuyo caso habrá que pensar que el candidato o las listas municipales no estuvieron bien hechas y ese es el caso de la capital donde el candidato al Senado se ha superado a sí mismo, o las de algún pueblo importante de la provincia, donde el resultado de estas elecciones ha superado en un 45% al de las municipales lo que hace pensar en el error de las elecciones municipales o si el apoyo ha descendido en cuyo caso habrá que pensar que el alcalde estuvo bien elegido.
En fin, se termina julio, y hasta septiembre no sabremos quién nos va a gobernar, así que, hasta las ferias.