El PP no es un partido de fiar. Al menos tal y como está dirigido. ¿Y quién lo es?
Un análisis, realizado de forma independiente, debería haber evaluado, ya mismo, el objetivo de ese voto que no ha llenado las sacas del PP, y que hoy les niega todo, como es mi caso.
En el 2011, huérfano de destino político, entendí que había que expulsar al PSOE y a su líder Zapatero del gobierno, pero no de forma gratuita, no era cuestión de llegar a un 'quítate tú pa ponerme yo', no era esa la intención y el objetivo del voto, al menos, el mío.
Como dije, voté en 2011 al Partido Popular de Mariano Rajoy (nunca más), porque anunciaba lo que era preceptivo hacer: cambio de la Ley electoral, independencia del poder judicial, libertad lingüística en comunidades con doble lengua oficial, mejora en la economía, y otras cosas que, mal o bien, entendía que por venir en el paquete y ser secundarias eran un mal menor.
Y aquí estamos hoy, en julio de 2023, en esta situación tan extraña, rara y peligrosa. Y todo porque aquel Partido Popular, el de Mariano Rajoy, no hizo lo que tenía que haber hecho, de haber cumplido con sus promesas electorales el Tribunal Constitucional, la justicia y la fiscalía no estarían invadidos por la ideología política y los independentistas serían residuales.
Tras el 23 J, el Partido Popular quiere recuperarse de su mala digestión electoral, una colitis de escaños, 150 o 160, algunos ya sonaban como ministrables, la noche electoral no fue propicia y tras unos días, el aporte de minerales y sales de un Semper playero, no ha bastado, y para rematar expresiones y opiniones libres han empeorado la digestión, se les han atragantado los resultados, y al final… el vómito de viejas figuras que yo pensaba finiquitadas, véase: el 'joven Arenas', Pons, Soraya o Rajoy de cuerpo presente: fantasmas del pasado y, para más inri, las fantasmadas presentes de Bonilla 'arreando que es gerundio' y negando el derecho a existir de más de tres millones de votos que han votado a Vox, voto que en absoluto volverá al PP.
Es que en esta diarrea política que el PP está sufriendo, he llegado a escuchar o leer lo que sigue: "Es que si no estuviese VOX, habríamos conseguido 11 millones de votos". Infantilismos aparte, mejor me callo para no hacer leña de un árbol sin ramas y con pies de barro.
He querido esperar al voto CERA para ver qué nuevos acontecimientos llegaban a la suma del espectáculo, y es que la de un diputado, el ex de UPN, confirma, más si cabe, la deshidratación en la presidencia del Partido Popular (la diarrea continua) tanto como para hacerle desvariar mandando una carta a Sánchez solicitándole el apoyo a su gobierno "para derrotar y expulsar el sanchismo" extraigo de su lectura.
El asesoramiento de quién es, ¿de Michavila? Puestos a peor ¿no habréis contratado en secreto al exasesor del PSOE Iván Redondo? Es que se puede pensar cualquier cosa.
No han aceptado los resultados haciendo análisis equivocados, no han puesto calma y tranquilidad entre el propio partido y su presumible socio, se han dedicado a dar patadas a VOX en el culo de sus votantes, y eso se ha demostrado negativo y funesto siempre para intereses futuros. El amor propio es un sentimiento que siempre es bien valorado, lo evalué yo cuando Ciudadanos empezó a despotricar del voto que se había marchado a VOX, lo dije en una opinión, si no recuerdo mal, "si escupes en el ojo de antiguos votantes, no van a ver el camino de regreso". Por todo ello, el PP no es hoy un partido de fiar, deja casi cuatro millones de cadáveres y el que lo preside, ya lo dije en mi opinión anterior, no es el adecuado y a cada día que pasa se confirma.
¡Murcia qué bonita eres! dicen…