Una vez finalizadas la Feria y Fiestas de Nuestra Señora de San Lorenzo y sin perjuicio hacer balance del resultado de las mismas que ya adelanto que me ha parecido positivo, una vez más la actualidad manda y me siento obligado a echar mi cuarto espadas en relación con la cuestión de amnistía sí, amnistía no. Y tras reconocer que como alguna vez me recordaron en los plenos municipales no soy jurista, pero sé leer y procuro aplicar el sentido común.
Y una vez más recurriré al Ddccionario de la RAE antes de entrar en materia. Indulto, dice la RAE, es una “gracia por la cual se remite total o parcialmente o se conmuta una pena” y también como “gracia que excepcionalmente concede el Jefe del Estado, por la cual perdona total o parcialmente una pena o la conmuta por otra más benigna”, mientras define la amnistía como “perdón de cierto tipo de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores”, mientras define como golpista a “quien participa en un golpe de Estado o lo apoya de cualquier modo”.
Sentados estos principios generales, veamos cuál es la situación en estos momentos en relación con la tan discutida amnistía que exige el golpista y prófugo Puigdemont, como condición previa, entre otras, para prestar el apoyo de sus diputados a la investidura del Presimiente Sánchez. Nuevamente estamos, una vez más, en una contradicción de Pedro I el Mentiroso entre lo prometido y lo realizado: afirmó que los hechos acontecidos en Cataluña eran un delito de rebelión, delito que hizo desaparecer del Código Penal, dijo que un político nunca debe ser beneficiado por un indulto, y pese al informe contrario del Tribunal Supremo, indultó a los golpistas que no huyeron de España, a pesar de que no manifestaron arrepentimiento alguno afirmando que lo volverían a hacer, y ha enviado al Tribunal Constitucional al Ministro de Justicia que redactó el indulto, y ha nombrado Presidente del mismo al ínclito Cándido Conde Pumpido.
La gravedad del tema es doble, de fondo y de forma. De fondo porque la amnistía es de más que dudosa constitucionalidad, pues si es cierto que el texto constitucional no hace referencia a ella, precisamente por ello no es posible introducirla en el ordenamiento legislativo español. De hecho, sí prohíbe los indultos generales, ergo la amnistía que es mucho más que un indulto, pues mientras éste perdona la pena la amnistía borra el delito; tampoco es posible recuperarla, pues supondría que los golpistas no habrían cometido delito alguno pues lo hicieron intentando liberarse de un régimen opresor.
Esa es la razón por lo que se concedió la amnistía al recuperar la democracia en España, y nuestra transición fue puesta de ejemplo en todo el mundo civilizado. Por poner un ejemplo, la Constitución Española no hace referencia alguna a la esclavitud, existente todavía en algunos países, y nadie medianamente en sus cabales sería capaz de presentar una proposición de ley para restablecerla en España.
Y si la cuestión de fondo hace imposible la incorporación de la amnistía al corpus legal español, por mucho que algunos se empeñen en defender lo contrario, la motivación de la propuesta de incorporar la amnistía mediante una proposición de ley que obvia los distintos filtros, enmiendas y plazos a que se vería sometido si se presentara como proyecto de ley.
Pero es que además, con la nueva ley no se pretende enmendar ninguna sentencia que pudiera parecer exagerada, ( para eso serviría un indulto), sino dar cumplimiento a la exigencia del prófugo Puigdemont para que sus Diputados en el Congreso apoyen la investidura del Presimiente Sánchez. Es decir, de la misma forma que se hicieron los indultos a medida a los golpistas sin que mostraran arrepentimiento alguno, para satisfacer a los independentistas catalanes se pretende ahora, mediante la Ley de Amnistía, asegurar que en la Moncloa siga reinando Su Sanchidad.
Y como ya sabemos que para el inquilino de la Moncloa no existe ni la ley, ni la razón, ni siquiera la vergüenza, podemos esperar cualquier cosa. Y no son sólo el PP y Vox quienes se oponen a la tan repetida amnistía, sino que son muchos los “socialistas de toda la vida”, Felipe González, Alfonso Guerra, Paco Vazquez, Odón Elorza, Sánchez Lage, Rodríguez de la Borbolla, Rodríguez Ibarra, etc, etc. quienes se han manifestado en contra de amnistiar a los más de mil golpistas catalanes del 2017, y muy especialmente del prófugo Puigdemont.
Justamente ayer el Tribunal Supremo ha inadmitido a trámite los recursos presentados por Vox y Ciudadanos contra el indulto concedido a los golpistas, pero por no estar legitimizados para presentar los recursos, no como ha afirmado Gracita Bolaños para dar la razón al Gobierno. Y para dulcificar el desafuero ofrecen amnistiar a los policías investigados por su actuación en el golpe de estado.
También ayer nos enteramos de que un Consejero de la Generalidad ha sido condenado a cuatro años y medio de cárcel y nueve de inhabilitación por contratar de forma irregular a un sargento de los mozos de escuadra para proteger a Puigdemont en Waterloo, con cargo a los fondos públicos. Por cierto, nos enteraremos algún día de quien está pagando los enormes gastos del prófugo?
Y cuando el Partido Popular decide convocar una manifestación en Madrid para expresar su rechazo a la amnistía, en un momento en que más del 60% de los votantes del PSOE se manifiestan en contra de la Ley en cuestión, y nada menos que la Ministra Portavoz, que fue amonestada y multada varías veces por la Junta Electoral Central por utilizar las ruedas de prensa de los Consejos de Ministros para atacar a la oposición, se atreve a calificar de golpismo las declaraciones del Presidente Aznar por llamar a la sociedad civil a gritar ! Basta ya ! como en su día hicimos contra la ETA. Mientras tanto ellos negocian sin ningún pudor con el golpista Puigdemont.
En fin, veremos la respuesta que da la sociedad a esta llamada de Aznar y a la convocatoria del PP y si de aquí al martes Núñez Feijóo es capaz de conseguir los cuatro votos que le faltan. Dios me oiga.
Hasta el viernes que viene.