Asistí al recentísimo homenaje a Juan José Laborda como exsenador socialista que fui y me alegré de ello.
Coincidí con Laborda en la Cámara Alta en la segunda legislatura, pero mis recuerdos se remontan a nuestra militancia en el PSOE castellano-leonés donde él desempeñó la máxima responsabilidad como secretario general y compartimos momentos y vicisitudes relevantes.
Laborda, como senador, siempre por Burgos, también nos guio en aquellos años de la Transición en los que construimos la autonomía de la región castellano-leonesa y siempre su prudencia y rigor nos sirvió de guía.
Por eso me alegró comprobar cómo asistimos mezclados socialistas y populares en un conglomerado nostálgico pero ejemplar. Por supuesto, sin pretensiones ejemplarizantes pero si en un ejercicio de afecto y amistad con el homenajeado.
Por ello, pude saludar con sentimiento de amistad a Javier Quijano, destacado socialista y a Juan José Lucas relevante popular. Un ejemplo de que Laborda nos unía a todos por el reconocimiento a su ejemplar trayectoria.
Hubo más de diez discursos, quizás demasiados, pero la guinda la puso el brindis final, con copa de cava en mano, la exvicepresidenta de Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, un colofón alegre y desenfadado, aunque la procesión iba por dentro.
Por ello, yo le regalé a Juanjo Laborda en mi despedida, mi frase favorita, llena de optimismo tomada de una película reciente: " Al final todo acaba bien y si no acaba bien es que no es el final".