Hay un dicho popular muy utilizado en los 80 y 90 y que proviene del título de un disco de Hombres G editado en el año 1986.
“La cagaste Burt Lancaster”
La expresión se tradujo popularmente a una situación en la que alguien había cometido un fallo, un error y que, a mi entender, posiblemente esté relacionada popularmente con otra expresión un poco más antigua como es la de “comerse un marrón, comerse la mierda que otro ha hecho o ha dejado de hacer” ser el culpable de un fallo del que no eres responsable.
Y es que tiene su lógica “Hablar con corrección” de Pancracio Celdrán expone que el marrón es una definición salmantina para ese palo colocado entre las vigas que de las casa de los pueblos y sobre el que se colgaba de todo, durante la matanza servía de soporte para colgar las chacinas, y entre tiempos de sustento de cualquier cosa que no tuviese su sitio indicado.
España es ese “Marrón” al que nos han colgado dos personajes, dos políticos que parecen más un estorbo que algo que tenga su sitio predestinado: Uno es una carga desde que apareció en política: 1º Como representante político en la Caja de ahorros de Madrid. 2º Como mera foca aplaudidora en el Congreso. 3º Desde hace cinco años siendo uno de los responsables que está llevando a este país a la peor crisis política, económica, institucional y social desde el comienzo de la guerra civil española. Y digo bien guerra civil española porque, a mi entender, el periodo de hierro en el que ETA mataba, secuestraba, extorsionaba y amedrentaba, en ese periodo, España y su democracia, sus instituciones, su masa social estaban más o menos unidas en la lucha contra semejante lacra.
Pero hoy, esa sociedad, esa democracia, esas instituciones ya no están unidas para esa lucha que se prevé cercana contra el Presidente en funciones, como sus intenciones de permanecer en el poder a costa de la estabilidad de este país. Esa parte de la sociedad ayer en la reunión del comité federal del PSOE dio el visto bueno al uso y abuso que el Candidato a Presidente de Gobierno tiene en su capacidad para llegar a acuerdos a costa de cargarle el marrón al resto de españoles.
El otro marrón Feijóo, fue solo un espejismo de hombre de estado en su discurso de investidura, otro relativista al que, por guardar las formas, (la verdad sea dicha no sé qué formas hay que guardar) se permitió el lujo de decir que sentía respeto por el fugado Puigdemont.
La parte de la sociedad doliente que piensa que no todo vale para alcanzar el poder sale hoy en manifestación con la única herramienta que le queda para oponerse la protesta polpular.
Juan Carlos Girauta uno de los convocantes de esa manifestación decía días atrás lo siguiente: “No voy a pedirle nada el Presidente del Gobierno, voy a exigirle que no rompa las reglas del juego. Si las reglas del juego se rompen no hay normas, advierto al gobierno que si el Estado se deslegitima a sí mismo la nación actuará.
Para aquellos que quieran ver en estas palabras una amenaza al orden constitucional -mentes calenturientas los hay en todo orden- debo aclarar lo siguiente: Una advertencia y una amenaza son un medio por el que alguien avisa de la toma de acciones para contrarrestar un acto o hecho que legítimamente cree perjudicial para sus intereses o su seguridad.
La advertencia conlleva el uso de herramientas y acciones legítimas y legales en derecho. La amenaza, por otra parte, deviene en el uso de acciones desproporcionadas o manifiestamente ilegales.
Lo que sí está muy claro es que una parte de la nación nos ha colgado en el MARRON de esta nación dos marrones, uno no estará en esta manifestación, cosa lógica, pero el otro marrón volverá a cagarla como Burt Lancaster como hizo cuando no se presentó al debate general de la pasada campaña electoral.
Que cada uno entienda como quiera entender.