En España había más libertad antes de que llegara Pedro Sánchez al poder. Ahora el país se encuentra en un proceso de transición hacia una República bananera con una elevada corrupción al más puro estilo del régimen chavista en Venezuela. En este tercer mandato de Sánchez, su Gobierno de extrema izquierda se ha planteado terminar con la justicia, porque ya no es igual para todos los españoles. Eso afecta a todos sin excepción, desde castellanos y leoneses hasta catalanes. Los aliados de Sánchez que son a su vez enemigos de la nación española podrán hacer lo que les da gana, porque no habrá consecuencias penales y así lo han acordado en la opacidad.
Todavía no hay oficialmente una ley inconstitucional de amnistía y ya ha quedado suspendido un juicio a varios separatistas que habían cometido delitos en Cataluña. Y cuando ocurren hechos de estas características, no podemos hablar de que se respete ni la verdad ni el Estado de Derecho, ni mucho menos la separación de poderes, sino que se aplica una tiranía absolutista promovida por una élite aglutinada por vividores y pervertidos que no distinguen entre el bien y el mal.
Precisamente por ello, es tan importante para este ejecutivo radical controlar el poder judicial y hacerlo a su imagen y semejanza, finiquitando la objetividad de la que debería gozar.
Españoles, la situación es muy grave y necesita del testimonio de todos y cada uno de vosotros, porque la política es insuficiente para frenar este gran despropósito que nos lleva a una decadencia sin precedentes recientes y de la que es cada vez más difícil salir.
Los servicios de inteligencia de todo el mundo ya se han dado cuenta de lo que implica tener a Sánchez en la Moncloa y de lo que está dispuesto a hacer. Sus mandatos están saliendo muy caros a España, pero al le importa un bledo, ya que sigue a la cabeza y su cuenta no deja de aumentar. Y al fin y al cabo está siguiendo un plan destructivo para España tal y como la conocemos.