"Buenas y santas tardes", era la forma de iniciar el programa todos los viernes por la tarde, con un deseo cierto de que fuesen unas tardes fantásticas en las que se colmasen todas las aspiraciones de cada oyente.
 
Era una hora extraña en el peor día de la semana, en una cadena de implantación pero minoritaria, en la que día a día, poco a poco, entre mi amiga errada y yo, con el apoyo de Fernando, hicimos de él una tertulia libre, sin vergüenza ni sometimiento a directriz alguna, por quienes a ella acudían siempre fueron bien tratados y salían contentos, con las ansias de volver.
 
En ella estuvimos más de 10 años, pasamos gobierno con crisis, crisis de gobierno y pandemia, pese a viento y marea, con más acierto o error, pero con una voluntad férrea de continuidad, lo disfrutamos y sacamos adelante con un seguimiento singular, constante y muy fiel, que sorprendió a propios y extraños.
 
 Éramos la única tertulia local a la que acudieron todos los personajes de la ciudad y de ámbito nacional como, entre otros, Santiago Abascal, los distintos alcaldes de la ciudad, los diferentes líderes de todos los partidos políticos, de los sindicatos, de las representaciones empresariales y personajes que han intervenido en la política salmantina, hicimos todo tipo de debates con todos los protagonistas sobresalientes, candidados a rectores, delegados de gobierno, pintores, escultores, músicos nacionales e internacionales, daminficados por diferentes regímenes políticos como Venezuela, politólogos que evaluaron todos los escenarios nacionales e internacionales, salimos por los pueblos a conocer nuestro entorno y a ciudades limítrofes donde nuestra universidad tiene enclaves extratégicos, acudieron Jueces, Fiscales, profesionales del derecho, de la medicina, del periodismo nacional y local; en fin, de casi todo, y.... no sé, podría estar así indicando cada uno de los que en ella intervinieron, pero tras más de 10 años a razón de, al menos, 2 tertulianos por semana la lista se me hace interminable y no quiero dejar a ninguno sin nombrar y sin agradecer su presencia, apoyo y amistad.
 
De un color estaba mi amiga María García, la defensora de la post-verdad, mi errada del alma, mi "hermana" descarriada, pero siempre respetada por más que discutida, no comprendida y siempre querida; del otro estaba yo, defendiendo el bastión de la libertad, de la verdad, de la derecha democrática y constructiva y, entre ambos, el director, dueño y amigo, Fernando Barbero, quien me propuso la realización de un programa que pergeñamos juntos y nombré yo, con su placet, como "El Transfondo" y en el que nos dejó hacer y deshacer a nuestro antojo, sin presión, sin censura ni imposición alguna, no exenta de nuestros roces personales, propios de la amistad y la diferente visión, pero nunca una dirección o imposición ideológica, en la más absoluta libertad de expresión y de opinión que siempre respetó.
 Del mismo modo que, tanto para María como para mí, nos suponía una obligación semanal que algunas veces nos resultó de difícil cumplimiento, era una terapia vital con la que disfrutamos ambos, nos desahogamos, nos unimos aún más y nos hizo comprendernos e incluso distanciarnos en algunos asuntos, pero siempre desde el respeto y el cariño.
 
 Siempre, antes de empezar, se generaba una conversación previa que muchas veces servía de motivo de temario para la tertulia que, normalmente, nacía sin saber de qué se iba a discutir, hablar o analizar y que solía ser interesante, de forma que si de algo se había hablado que podía ser relevante en antena, se volvía a repetir para el público que, desgraciadamente, se perdía la post-tertulia que podía llegar a ser mucho más interesante y sabrosa que la realizada en antena, por no existir el micrófono que impone su presencia y coarta la forma y manera de expresarse algunas personas, cargos o personalidades, que sin él son mucho más ricas, suculentas y reales.
 
En EL TRASFONDO hemos visto cómo crecían personas que se posicionaban políticamente con nuestro impulso, caer a sujetos que pretendían ser líderes y no llegaban a ello, no por nuestra acción, pero sí por descubrir su falta de empatía, solvencia o intelectualidad, hemos aprendido de muchos, nos ha servido para crecer y comprender mucho más a los que sufren algún tipo de problemática que acudieron a contarla a nuestra ventana semanal, nos ha hecho mejores y más grandes.
 
Se suspendió su emisión por problemas personales, que deseamos superados, de alguno de los que era vital para ella, sin poder despedirnos, sin saber si volveremos y sin tener clara la trascendencia de su falta, pero siempre agradecidos y felices de haber estado y, si nadie lo remedia, volveremos.
 
No quería finar el año sin agradecer, sincera y cariñosamente, a todos los que la hicieron posible, a los que intervinieron, a los que nos escucharon, a los que la apoyaron e incluso a los que intentaron reducirla o eliminarla, a los que siempre estuvieron dispuestos y a los que por una u otra razón nunca se atrevieron, a los que nos criticaron y a los que nos alabaron. Muchísimas gracias y .... Ya veremos hasta cuándo.