La vuelta al trabajo después de las vacaciones es uno de los peores momentos del año.

Aunque las vacaciones no hayan sido las mejores, las más lujosas o las más relajantes, nadie quiere volver a la rutina del trabajo diario.

Me hacen mucha gracia los TikTokers o Instagramers que con tal de tener visualizaciones y monetizar sus cuentas nos venden las lindezas y las mejores maneras de afrontar la vuelta al trabajo.

¿No se dan cuenta de que todo lo que nos cuentan es prácticamente inviable? ¿No les parece que ese discurso está muy manido y es de todos conocido?

Nos dicen que nos lo tomemos con calma, que prioricemos los trabajos y que controlemos los niveles de autoexigencia. ¿Perdón?

Tengo que llegar a mi trabajo y en vez de ponerme a tope con todo el trabajo pendiente, que nadie ha realizado durante mi ausencia, debo mantener una actitud zen y tomármelo con calma. Con mi cafecito en la mano y sin prisas.

También debo realizar deporte para liberar estrés y generar endorfinas. ¡Vamos a ver si nos centramos! En todo el año no he practicado ningún deporte, y ahora con la que tengo encima, ¿me tengo que apuntar a jugar al paddle?, ¿con qué fin?, ¿lesionarme y tener que estar currando en casa con la pata chula? Ni de broma.

No me debo olvidar de dormir las famosas ocho horas de las narices y acostarme antes de las doce como un buen trabajador.

Primero, mi día tiene menos horas que el del resto de los humanos y segundo, a partir de las doce es cuando empiezo a vivir, a ser yo, a disfrutar de mis pequeños momentos poniéndome una película o una serie con una cerveza en la mano.

Uno de los consejos más graciosos es que busques una motivación para ir al trabajo. Tomarte un café con un compañero, charlar, y buscar nuevos retos laborales o abrazar la rutina como algo positivo y ser feliz a su lado.

Pero sin duda se llevan la palma cuando nos dicen que si todo esto no funciona, que si sigues mal en el trabajo, no estás motivado o no te hace feliz, la solución es dejarlo.

¡Olé y olé!  Debes buscar un nuevo empleo que te ayude a cumplir tus necesidades vitales, que te haga feliz, que consiga que te levantes con una sonrisa por las mañanas y vayas corriendo a tu puesto porque estás deseando empezar.

¿Esta gente de dónde sale? Yo creo que son inteligencias artificiales creadas por los empresarios para intentar que los empleados no se tiren por las ventanas de forma masiva.

No creo que ningún ser humano se pueda prestar a decir estas cosas sin que se le salten las lágrimas de rabia por estar cometiendo semejante tropelía.

Después de este análisis y como veo que no me levanto a diario con la felicidad necesaria (tengo un aparato que la mide y no sube del 60%) he decido cambiar de trabajo.

Mañana mismo empiezo a preparar mi Curriculum, a mis 54 años. Seguro que los directivos de cientos de empresas han escuchado las sabias palabras de los influencers y están esperando a que lleguemos los que queremos ser felices trabajando.

No me cabe ninguna duda de que habrá un puesto para mí que me haga ser el mejor empleado, el más contento y el que llega primero a la oficina.

Porque como dice uno de mis amigos: “Trabajar es vivir”.