El 35% de los pacientes con Covid-19 en UCI presentan daños en el corazón, según intensivistas
El 35 por ciento de los pacientes en UCI por la CoviD-19 presenta daño miocárdico, lo que manifiesta la presencia del virus en el corazón, según la doctora Ana Ochagavía, jefa del Área de Críticos del Hospital Parc Taulí (Barcelona).
Según ha explicado durante un seminario 'on line' organizado por la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) el pasado 13 de mayo, el coronavirus interactúa con el sistema cardiovascular pudiendo incrementar el riesgo de daño miocárdico agudo. Así, provoca arritmias [mucho más frecuentes en pacientes con Covid-19 en UCI (44,4%) que en los que no requieren cuidados intensivos (6,90%)], pero también miocarditis a las dos o tres semanas de infección y una elevación de biomarcadores de daño miocárdico. Sin embargo, existe un bajo porcentaje de infarto agudo de miocardio de tipo isquémico.
La doctora expuso que entre un 25 y un 35 por ciento de los pacientes en UCI con COVID-19 ha sufrido daño miocárdico. Su detección es una señal de alarma, ya que empeora el pronóstico. El patrón de intervención ante estos casos no es diferente al que requieren otras infecciones, por lo que recomendó no modificar los protocolos al respecto y realizar ecocardiografías para evaluar la función cardiaca y el estado hemodinámico.
Bajo el título 'Patología cardiovascular en el paciente con COVID-19', expertos intensivistas abordaron en este seminario cómo el coronavirus afecta al sistema cardiovascular desde diferentes puntos de vista. Uno de ellos fue el tratamiento en las UCI de los pacientes con hipertensión arterial, un tema que generó mucha controversia en las primeras semanas de pandemia.
Los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina fueron cuestionados ante el riesgo de que su uso para el control de la hipertensión arterial pudiera estar asociado con una mayor mortalidad en los pacientes infectados por el virus. El doctor Pablo Millán, intensivista del Hospital La Paz (Madrid), expuso que, tras varios estudios internacionales, no se ha demostrado que los antihipertensivos se asocien con un mayor riesgo de infección, ni peor evolución durante la enfermedad. El doctor abogó por seguir administrando los mismos fármacos habituales.
Por su parte, el doctor Ignacio Monge, intensivista del Hospital de Jerez de la Frontera, expuso las directrices para la optimización en el soporte hemodinámico en estos pacientes. Además de la infección directa y las comorbilidades previas, se ha comprobado que las propias terapias administradas pueden ser un factor más de inestabilidad. Así, los pacientes pueden desarrollar hipovolemia, vasoplejía (derivada de los altos niveles de sedación), embolia pulmonar o disfunción cardiaca por daño directo del virus al miocardio.
Un estudio que desarrolla la Sociedad Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SAMIUC) ha cifrado en un 77,3 por ciento el número de pacientes COVID-19 que ha necesitado soporte vasopresor. Otros estudios elevan esta cifra al 95 por ciento de los enfermos. Así, ante la importancia de minimizar la afectación derivada del soporte hemodinámico, el doctor Monge recomendó el mayor grado de personalización posible, con una monitorización mucho más exhaustiva que la desarrollada hasta ahora durante la pandemia.
Por último, la Dra. María Paz Fuset, intensivista del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona), cerró el seminario exponiendo el uso de soporte de oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO) en el paciente con COVID-19, una necesidad que ha ido en aumento de forma exponencial durante la pandemia. De hecho, España es el segundo país de Europa que más pacientes con coronavirus ha asistido mediante ECMO, solo por detrás de Francia.
"La asistencia mecánica permite ganar tiempo para diagnosticar y tratar al paciente", explicó. Para ello, se da soporte respiratorio, cardiaco o cardio-respiratorio, según las necesidades de cada caso. La doctora recomendó el uso de la ECMO en parada cardiorrespiratoria solo en centros donde exista un programa hospitalario previo y nunca de forma extrahospitalaria. Al mismo tiempo, abogó por una centralización de los casos en centros de referencia, al ser una técnica que exige alta cualificación en pacientes con COVID-19.