La Asociación Amigos de la Gallina Negra Castellana, también conocida como Ganeca, lucha, año tras año, para evitar que se extingan las castellanas negras. Una raza aviar que está declarada, por Real Decreto, en peligro de extinción. Para ello buscan criar y que los ejemplares se reproduzcan, por un lado, y por el otro poner en valor los productos que genera el animal. Principalmente es un huevo de oro por sus propiedades. También, su carne.
Nos encontramos ante una raza que cuenta con uno de los patrones aviares más antiguos de la Unión Europea. Definido por Villaamil en el año 1926. Posteriormente, se recogió en el primer libro español de patrones avícolas de razas españolas, que fue publicado en el año 1953.
La evolución anual de animales inscritos activos es sumamente positiva. En 2018 se contabilizaban 625. Un año después, 1.350. 1.721 en 2020 para llegar a los 2.245 ejemplares en el 2021, a falta de los datos del pasado año. Si atendemos a la evolución anual de explotaciones colaboradoras durante esos años pasamos, de las 19 existentes en 2018, a las 42 del año 2021, lo que son muy buenos datos gracias a la labor de Ganeca.
José Luis Yustos Gutiérrez es el director técnico de la Raza Aviar Castellana Negra y el presidente de Ganeca. Nos cuenta la labor de su agrupación, el papel de este animal, y su potencialidad como producto gastronómico. Lo hace a base de tortilla a la llegada de EL ESPAÑOL con un sabor que quita el sentido gracias a unos huevos de oro: “Disfrutamos con las tortillas del sabor más increíble”, confiesa nuestro entrevistado.
Una labor que nace en 2010
“Ganeca nace en el año 2010. Los socios fundadores, una docena aproximadamente, llevábamos criando gallinas desde finales de los años 90. En su arranque éramos todos de provincias, principalmente, de Castilla y León como podían ser Segovia, Valladolid, Palencia y Burgos. También de Salamanca”, nos explica José Luis Yustos, que nació en la ciudad del Pisuerga pero reside, en la actualidad, en Viloria del Henar, también en la provincia, a sus 56 años.
Nace, por tanto, dentro de Castilla y León, pero tiene un carácter nacional, al estar en el registro nacional de asociaciones de España. Ahora cuenta con unos 200 socios. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación les reconocerá oficialmente en el año 2018 para poder gestionar el libro genealógico de la raza. Ahí se registran todos los ejemplares que cumplen con el patrón de la raza y que participan en el plan de conservación, un documento para saber cómo hay que criar a estas gallinas y poner en valor sus productos.
“Todos los animales cuentan con su código individual. Es como su DNI. En el último censo, el del año pasado, sumábamos más de 2.400 ejemplares a lo largo y ancho de toda España. Ese es el dato oficial controlado, pero hay más. Nosotros certificamos que son castellanas negras pasando controles como la valoración morfológica que es el sistema de control para poder inscribirlas en el libro genealógico”, nos explica nuestro protagonista.
Una raza en peligro y un gran trabajo
Ganeca realiza un gran trabajo en busca de hacer que este animal continúe con vida ya que está en riesgo de desaparecer. Controlan los animales que nacen, los valoran y estudian posibles defectos que imposibiliten que aparezcan en el libro genealógico. Las cuidan con una anilla individualizada.
“Cada gallina tiene un número que nos permite saber quién es su padre, su madre, abuelos o bisabuelos. Igual que un árbol genealógico para las distintas personas de carne y hueso. Nos permite conocer quiénes son sus ancestros para evitar cruzar animales con mucho parentesco, lo que podría perjudicar a la raza.
El presidente de Ganeca afirma que “queremos mantener al cien por cien la genética de la raza porque es una de las más antiguas de la Unión Europea”. Asegura que todas las razas, en ganadería, cuentan con su patrón racial y que el de la castellana negra se aprobó en el año 1926.
“El origen ancestral de la raza está ligado a la Edad Media. Se dice que los árabes trajeron a estas gallinas y se cuenta que Isabel La Católica las conocía por los viajes que realizaba a través de la península. Además, se asegura que eran unos animales inquietos que saltaban por los cortijos para escapar de los depredadores”, nos explica José Luis Yustos.
Huevos perfectos para degustar las mejores tortillas
Con una tortilla que quita el sentido se deleita nuestro entrevistado. Hecha, como no podía ser de otra manera, con los huevos de la Gallina Castellana Negra. Los índices de bienestar y el hecho de ser animales criados en semilibertad, en espacios abiertos, permite que el “índice de ácidos grasos de estos huevos sea más sano y se incremente el nivel de Omega 3”, confiesa nuestro entrevistado orgulloso.
Los productos que se pueden comercializar ya sean huevos, carne e incluso plumas, están contemplados en un reglamento interno. Para identificar la autenticidad de estos productos hay que contar con el logo “100% Raza Autóctona” que da el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
La carne de este animal también tiene una calidad organoléptica sin igual. Se podría asimilar, por sano, a la de caza, pero sin cazar.
Larga vida a la Gallina Castellana Negra.