Las aguas se han tornado turbulentas durante las últimas dos semanas en el seno del Partido Popular. La formación conservadora, que parecía vivir un momento dulce después de los extraordinarios resultados del pasado 28 de mayo –que le permitían recuperar gran parte del poder territorial perdido hace cuatro años– se ha visto inmersa en un complejo proceso de contradicciones con respecto a su relación con Vox que amenaza con enturbiar la campaña de las generales. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, aterriza este domingo en Salamanca para participar en un acto con militantes en un momento de tensiones internas fruto, en gran medida, de la 'baronización' del partido impulsada por el dirigente gallego. Un acto en el que Feijóo se verá las caras con el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, pionero de los acuerdos con Vox en el partido.
El evento en la capital salmantina, que tendrá lugar a las 11:30 en el colegio Arzobispo Fonseca, es la primera visita del dirigente popular a Castilla y León desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convocó el pasado 30 de mayo unas elecciones anticipadas que podrían atragantársele al PP más de lo esperado. Desde que se iniciaron las negociaciones para conformar los nuevos Gobiernos municipales y autonómicos, fruto de los resultados del 28 de mayo, la situación se ha tornado cada vez más caótica y la diferencia de postura con respecto a los acuerdos con Vox entre sus barones han dejado entrever que el partido se ha convertido en un auténtico 'Reino de Taifas' nada habitual en los populares.
Una 'baronización' que se ha producido justo en el momento en el que su gran competidor, el PSOE, un partido tradicionalmente descentralizado, está llevando a cabo una estrategia centralista y dirigida desde Madrid. Buena prueba de ello son las imposiciones en las listas para el Congreso y el Senado por parte de Ferraz frente a la voluntad de algunas federaciones que en otros tiempos tenían total libertad para confeccionar las candidaturas a su gusto. Sánchez ha mostrado, pues, su clara voluntad de garantizarse un grupo parlamentario fiel que le permita contar con vía libre a la hora de encarar posibles negociaciones tras el 23J o de afrontar la vuelta a la oposición.
El PP, en cambio, ha vivido un proceso de descentralización desde que Feijóo asumió el liderazgo del partido. Una de las mayores críticas a la dirección nacional encabezada por Pablo Casado entre 2018 y 2022 fue su continua intromisión en las decisiones de los dirigentes regionales y provinciales, a través de su brazo ejecutor, Teodoro García Egea, y Feijóo cambió radicalmente esa situación.
Como exbarón que había defendido siempre la autonomía del PP de Galicia durante su periodo al frente de la Xunta (2009-2022), aplicó a raja tabla esa teoría en todos los territorios y una de las primeras consecuencias de la misma fue la luz verde a Mañueco para pactar con Vox en marzo de 2022, un acuerdo al que Casado, en su afán controlador, se oponía. Pero esa descentralización se ha terminado volviendo contra él y dejando en entredicho su liderazgo tras el 28M, con negociaciones y pactos radicalmente diferentes de una comunidad a otra, desde el inmediato acuerdo con Vox en la Comunidad Valenciana hasta la ruptura total en Extremadura. Una realidad que está dando una imagen descoordinada y caótica del partido al que las encuestas sitúan en mejor posición para alcanzar la Presidencia del Gobierno el próximo 23 de julio.
Del total entendimiento en Valencia a la ruptura en Extremadura
La Comunidad Valenciana y Extremadura han sido los ejemplos antagónicos de la relación del PP con Vox. Mientras que el dirigente popular valenciano, Carlos Mazón, no tardó ni una semana en rubricar su pacto con los de Santiago Abascal en tierras mediterráneas –un acuerdo que concedía a Vox tres consejerías, la vicepresidencia y la presidencia de las Cortes– en Extremadura las negociaciones fueron abruptas desde un inicio y terminaron saltando por los aires esta misma semana.
La dirigente del PP extremeño, María Guardiola, aseguraba este martes no podía dejar entrar en su futuro Ejecutivo "a los que niegan la violencia machista y a los que deshumanizan a los inmigrantes", en referencia a Vox, y se mostraba dispuesta a forzar la repetición electoral antes que dar cabida a los de Santiago Abascal en su Gobierno. Además, Guardiola mostraba su radical oposición a la eliminación de las subvenciones a los sindicatos y a poner en cuestión el Diálogo Social.
Una ruptura total del PP con Vox en Extremadura que incomodó y, de algún modo, desautorizó a los populares valencianos, que acababan de estrenar un Ejecutivo de coalición con ellos, y también a Mañueco y al PPCyL, que fueron pioneros en los acuerdos con la formación de Santiago Abascal hace ya año y medio. Ante esa evidente contradicción de los populares entre las decisiones de un territorio y de otro, Feijóo se ha mantenido en el medio, insistiendo en la vía libre de los barones para pactar en un sentido u en otro, aunque el dirigente popular siempre se ha mostrado contrario a los acuerdos con la formación de Abascal en sus declaraciones, lo que le acercaría más a la decisión de la líder extremeña. Una línea que también defiende su protegido y número tres al Congreso por Madrid, Borja Sémper, que ha ganado cada vez más influencia en el partido.
El presidente popular, además, trató de justificar la decisión de Guardiola, pero no aludiendo a los "principios", lo que hubiera dejado en evidencia a los barones de Valencia y Castilla y León, sino a la aritmética parlamentaria. Feijóo aseguró que el acuerdo con Vox en Valencia estaba justificado al haber superado la formación de Abascal el 12% de los sufragios mientras que en Extremadura solo cuentan con cinco diputados y no pueden, a su juicio, exigir entrar en el Ejecutivo.
Distancia en Murcia, cercanía en Baleares y Aragón, pactos con otros partidos en Cantabria y Canarias
Ese argumento improvisado del líder popular ha sido respondido por Vox, ya que en la Región de Murcia, en la que los populares tampoco quieren dejar entrar a la formación en el Gobierno y se ve como cada vez más posible la repetición electoral, el partido superó el 18% de los apoyos el pasado 28 de mayo. En esa comunidad autónoma, el presidente Fernando López-Miras se ha mostrado firme en su postura de gobernar en solitario, a pesar de no contar con la mayoría absoluta, y Vox ha asegurado que votará en contra de su investidura si no les permite entrar en el Gobierno, forzando de ese modo la repetición electoral.
Además, la formación acusó al PP de estar jugando "una partida a nivel nacional" y de estar usando a la Región de Murcia "como rehén". En Cantabria y en Canarias, el PP ha optado por otros compañeros de viaje y ha relegado a Vox como aliado. En la región cántabra, la popular María José Sáenz de Buruaga será investida presidenta con la abstención del Partido Regionalista Cántabro (PRC) del histórico presidente Miguel Ángel Revilla (2003-2011 y 2015-2023) tras un acuerdo alcanzado por ambas formaciones del que quedó fuera Vox.
El propio Santiago Abascal aseguró, después de conocer el acuerdo cántabro, que el PP actuaba "en contra" de lo que habían votado los cántabros "apoyando la corrupción de Revilla". En Canarias, el PP llegó a un acuerdo con los nacionalistas canarios de Coalición Canaria (CC) en virtud del cual el nacionalista Fernando Clavijo ostentará la presidencia y el popular Manuel Domínguez la vicepresidencia. En este caso, la aritmética parlamentaria dejaba en un segundo plano a los de Abascal, que solo lograron tres representantes, aunque Vox ha criticado el acuerdo de los populares con una formación que defiende "privilegios" para esa región.
En Aragón y Baleares, en cambio, la tendencia parece similar a la de Castilla y León y Valencia, y las negociaciones entre PP y Vox están siendo fluidas. En la región aragonesa ambos partidos llegaron este viernes al acuerdo de dar la presidencia de la Cámara autonómica a la formación de Santiago Abascal, que quedará en manos de Marta Fernández. Un acuerdo que fue bendecido por el vicepresidente y actual ideólogo de Vox, Jorge Buxadé, que acudió a Zaragoza a respaldar a la nueva presidenta del parlamento. Ambos partidos se encuentran inmersos en una mesa de trabajo para llegar a un acuerdo de Gobierno encabezado por el popular Jorge Azcón que permita a los de Abascal contar con consejerías.
En Baleares, la situación es similar y ambos partidos han llegado a un preacuerdo programático en el que los populares han asumido un compromiso en la lucha contra la inmigración ilegal o el "adoctrinamiento" ideológico en las escuelas además de la defensa de la unidad de España, algunos de los principales caballos de batalla de Vox. Además, el PP ha entregado la Presidencia del parlamento autonómico a Gabriel Le Senne, de Vox, y ambos partidos siguen negociando la composición del futuro Ejecutivo autonómico que dirigirá la popular Marga Prohens. Una divergencia de estrategias y de líneas de actuación con respecto al partido de Abascal, con la ausencia de un discurso coherente, que podría terminar penalizando a Feijóo de cara a las generales del próximo 23 de julio.