“El mejor momento es cuando entregas las llaves. He tenido propietarios que me han abrazado y han llorado”. Esta es la imagen más habitual cuando los dueños de viviendas logran echar de sus casas a los okupas. Una lacra que en los últimos años ha ido creciendo merced a unas leyes, que como indica Gustavo, de DesokupaCyL, “protegen a los okupas y permiten muy pocas concesiones a los dueños”. Así, es como junto a su socio Luis decidió poner en marcha esta empresa, pionera en la Comunidad, que intenta ser un “aliado en la recuperación de inmuebles”.
Una mujer de mediana edad en el barrio de Huerta del Rey tiene que vivir con otras tres chicas porque otra casa que tenía en propiedad, decorada con todo lujo de detalles y que había puesto al alquiler para “sacarse un dinero” fue ocupada por los inquilinos y no pagan desde hace muchos meses. Otro caso. En el barrio de Las Delicias, una joven alquila el piso junto a su novio. Rompen y ella deja de pagar porque no puede hacer frente a las facturas. En este caso, DesokupaCYL tuvo que mediar para que abandonara la casa tras llegar a un acuerdo. Además, esta semana se ha conocido un episodio en Santovenia (Valladolid).
“Estamos ante un problema social, quizás en Castilla y León no sea tan alarmante como en otras comunidades, pero es cierto que hay muchos casos que no son públicos, por vergüenza de los dueños a hacerlo público o porque simplemente no salen en los medios”, explica Gustavo. Ante esta situación, junto a Luis decidieron poner en marcha DesokupaCYL, la única empresa a nivel de Castilla y León que realiza desalojos de viviendas que estén okupadas. “Somos sensibles con el malestar que genera esta situación, la preocupación y la indefensión que provoca ,y por supuesto la angustia que conlleva la necesidad de que la resolución se alcance lo antes posible”, relata Gustavo, que se muestra “empático” con las situaciones que está viviendo. “Algunos propietarios viven dramas”, apunta.
Lo primero que hace esta empresa pionera en Castilla y León es conocer todos los detalles sobre el caso que llega a sus manos. “Hay situaciones que hay gente que lo pasa mal y no paga porque no puede, y en ese caso, tenemos mucho cuidado y no actuamos, pero son los pocos. Pero a mí me da más pena la gente que nos llama porque no les paga, porque también son situaciones muy complicadas”.
"Casos dramáticos"
A sus manos han llegado casos “dramáticos”. La gente “está desesperada” porque llevan muchos meses sin recibir su abono. “No hablamos de uno o dos meses, son 24, 18 o 12 meses sin recibir dinero”. Además, lamenta que muchas de estas casas acaban destrozadas. “No lo entiendo. No pagas y encima se lo destrozas todo”.
Uno de los problemas con los que se encuentran los dueños de las viviendas es el desconocimiento que tienen sobre la ley. Por ejemplo, no se puede cortar los suministros de gas o de luz ni tampoco entrar en una vivienda con las llaves, aunque sea de su propiedad. Ante esto, esta empresa se encarga de asesorar y garantizar que se seguirán los cauces legales durante todo el proceso, “evitando siempre los posibles riesgos que puedan aparecer”. Gustavo pone como ejemplo que muchos propietarios no han cambiado los recibos, les siguen teniendo a su nombre, y reciben “facturas estratosféricas” de uso de los inquilinos, que luego no abonan.
Gustavo reconoce que el boca a boca es su mejor publicidad y que también trabajan con inmobiliarias que les pasan sus cartetas de clientes. “Lamentablemente, y lo digo así de claro, tenemos mucho trabajo. Y si lo tenemos es porque la ley lo permite, y me parece una injusticia”, se sincera. Además, avanza que en los próximos meses, “según va encaminada la política en este país, al propietario se le va a poner peor la cosa”.
Su 'modus operandi'
Su forma de trabajar, su ‘modus operandi’, cambia si se trata de una ocupación de vivienda o de una 'inquiokupación', es decir, inquilinos que han dejado de pagar su cuota mensual. Para la primera, Gustavo afirma que es cuestión de negociar, de hablar de que no habrá represalias en la justicia, y, “queda la baza” de poder contratar un control de acceso con guardia de seguridad para poder entrar cuando salga de la vivienda. Sin embargo, con los casos de inquilinos que no pagan es diferente. Aquí tienen derecho porque hay un contrato y se puede acceder. En este caso, “no queda otra que dialogar, hablar y llegar a un acuerdo”. Ante esto, “hay que recordar que se trata de un delito, que el caso puede acabar en el juzgado, que se le van a reclamar por todas las vías posibles lo que adeuda”. Todo esto conociendo el perfil de la persona. “El 95% de las veces sabemos lo que nos vamos a encontrar. Mucha gente pasa y se ríe del propietario y no pagan porque saben que la ley les protege, se saben muy bien la legislación, mejor que los dueños”, critica. Gustavo reconoce que en ocasiones hay que dar dinero a los inquilinos okupas por abandonar la casa, "no queda otro remedio, pero no es mi estilo, personalmente no me gusta. Luego lo volverán a hacer en otro domicilio".
El dueño de esta empresa vallisoletana lamenta que sean vistos para algunos “como los malos de la película”, por eso piden “más colaboración” con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. “Hacemos una labor que es buena, echando una mano para que no lo hagan ellos. Es cierto que son algunos, con otros trabajamos muy bien”. Además, ofrecen un plus que, “trabajan a éxito”, es decir, no cobran nada por adelantado haya que no termine el trabajo. Y saca pecho para afirmar que hasta el momento con el 100% de eficacia.
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