El Ramo Leonés: una tradición religiosa, literaria y ceremonial
Su origen, como culto a la naturaleza, se encuentra en los pueblos prerromanos que la Iglesia cristianizó y terminó convirtiendo en una ofrenda a Dios
22 enero, 2023 07:00Noticias relacionadas
“A la puerta de esta iglesia
están los pastores ya,
'pa' cantar a San Antonio
hoy día de Navidad.
Con licencia el señor cura,
vamos en la iglesia entrando,
a cantar a San Antonio
con este adornado ramo (...)”
El origen del Ramo Leonés, como culto a la naturaleza, se remonta a los pueblos prerromanos que la Iglesia cristianizó y convirtió en una ofrenda a Dios. Estas comunidades precristianas ya lo usaban como rito a la naturaleza y al sol en torno al 24 o 25 de diciembre, cuando se creía que tenía lugar el solsticio invernal y cuando se notaba que los días empezaban ser más largos que las noches. Consistía en una rama de árbol cuya intención era homenajear al árbol, además de una ofrenda al dios solar, un culto a la fertilidad y un preámbulo de la primavera.
Era una práctica que se había vuelto tan extendida que la Iglesia tomo la decisión de cristianizarlo. Como la gente estaba acostumbrada a reunirse para tal celebración, se decidió establecer el nacimiento de Jesús por esas fechas, proporcionando una reinterpretación al culto al sol, que significa luz, dando a entender que Dios es la luz. Siendo las velas unas de las luces más divinas que existen, se añadió este elemento para, al mismo tiempo, convertirlo en una ofrenda de Navidad o fiestas patronales, también como promesa o exvoto y, además, para acontecimientos importantes en la vida de las personas como las bodas. Además, se le otorgó un cántico o melodía diferente dependiendo de la celebración.
El “ramu llionés de ñavidá” toma su nombre precisamente porque se utilizaban ramas de árboles de hoja perenne. Pero ya no es así. Hoy en día, uno básico consta de un armazón de madera con forma triangular, semicircular o cuadrada. En esta estructura se sitúan doce velas simbolizando los doce meses del año. La estructura se apoya en un vástago de madera vertical, sobre una peana. De él cuelgan diferentes tipos de adornos como mantos, lazos, hilos de lana y cintas de tela, bordados, bolitas, puntillas, frutas y flores de temporada, etc. En la parte de abajo del armazón, se sitúa una cesta con ofrendas, como castañas, roscas o nueces típicas de la época. Esta acción de adornar se denomina “vestir el ramo”.
Hay muchos tipos de ramo leonés. Los más habituales son los vegetales, que suelen ser de laurel y más parecidos a los originales paganos. Los triangulares, con uno o varios triángulos superpuestos y orientados de forma diferente. Los cúbicos, formados por dos cuadrados unidos entre sí. Los de cola de pavo real, que son semicirculares tras una evolución del triangular. Los rectangulares o “de rastru”, que reciben el nombre de ese apero de labranza para recoger hierba. O los cilíndricos, que constan de dos aros de madera superpuestos horizontalmente unidos al mástil. El ramo “Margaritina” emplea un mástil con un símbolo del sol tallado en el centro, como si fuera una flor con pétalos.
El ramo se emplea normalmente en Navidad y durante las ofrendas a la Virgen o al Niño, y se suele acompañar con pastoradas o coros cantando estrofas populares sobre la adoración de los pastores. El acto se llama “cantar el ramo”. Tradicionalmente se pensaba que las letras de las canciones se transmitían solo por vía oral, no obstante, se han recuperado muchos textos manuscritos del s. XIX, por lo que su origen escrito parece más claro, ya fuera para evitar la censura de la Iglesia o para poder ensayarlos.
En lo que respecta a la música, no hay partituras, por lo que aquí sí es supuesta una ruta oral en la transmisión de las diferentes melodías. Es destacable el hecho de que los coros sean siempre femeninos y que las piezas cantadas sean no canónicas, lo cual contrasta con las limitaciones que ponía normalmente la Iglesia. Esta arraigada música tradicional de los ramos se piensa que puede venir de los s. XIII al XV, ya que la música parece mucho más antigua que las letras que la acompañan y debido a sus rasgos gregorianos, en ese momento de paso del latín al romance.
Originalmente, los grandes protagonistas del Ramo Leonés eran los propios vecinos en la iglesia del pueblo, donde se hacía la ofrenda. El mayordomo de la parroquia dirigía el acto, y los mozos solteros se encargaban de cantar las letras ante la corporación municipal.
Existen docenas de ramos diferentes y repartidos por la geografía castellana. El más utilizado en las iglesias era un ramo con patas y una altura adecuada que permitiese encender las velas de pie, pero hoy día también se pueden encontrar desde unos en miniatura, hasta otros en forma de candelabro para poner en una mesa y otros más grandes para llevar en procesión o como elemento decorativo de la Navidad en la plaza de un pueblo o ciudad.
Dentro de la provincia de León, se pueden encontrar ramos en la montaña oriental, central y occidental, en el Bierzo, la Maragatería, Cabrera, Tierras Bañezanas, el Páramo, el Órbigo, el sureste de León y las Tierras de León. Pero es que, incluso hay ramos en las provincias de Zamora y Salamanca y en territorios que formaron parte de los Obispados de León y Astorga, como el de Orense, y también en los territorios de Cantabria y Asturias. Y no solo el ramo sino las canciones, ya que probablemente gracias al trabajo de maestros y curas, que frecuentemente cambiaban de destino, éstos difundían su tradición a la siguiente comarca y así se ampliaba el territorio de conocimiento de este.
El Ramo Leonés vive desde hace varios lustros sus mejores tiempos en la ciudad de León y empieza a aumentar su popularidad en toda la provincia. La sociedad leonesa y los artesanos de la ciudad han conseguido devolver al ramo su simbolismo pagano y que ya no solo se vea dentro de las iglesias. Considerado un precursor del árbol de Navidad en los últimos años se ha erguido como sustituto de éste, y cada vez son menos los edificios públicos, escaparates, bares o viviendas que no tengan uno.