La palentina Carmen Calvo observa una crema solar en su farmacia

La palentina Carmen Calvo observa una crema solar en su farmacia Brágimo Ical

Palencia

Los mejores remedios de una palentina para ganar la batalla al sol en plena ola de calor

La farmacéutica Carmen Calvo resuelve dudas y emite una serie de recomendaciones para aplicarse de manera adecuada las cremas solares

17 julio, 2022 11:21

David Herrero / ICAL

La llegada del buen tiempo y de la temporada de piscinas y de playa es sinónimo de protección solar, aunque no todas son iguales y cada persona debe buscar la más adecuada para la actividad a desarrollar, sin olvidar que se debe primar la calidad y las especificaciones a la hora de adquirir este tipo de productos.

El factor de protección solar (FPS o SPF por sus siglas en inglés) indica la cantidad de protección que proporciona un producto frente a la radiación solar. Los valores discurren desde 6 hasta 50+ en función de la protección que ofrezca el producto cosmético, al ser protección baja, media, alta o muy alta.

La farmacéutica palentina, Carmen Calvo, explica a la Agencia Ical que para que se cumpla el valor de FPS 50 es imprescindible aplicar la cantidad suficiente, ya que el factor solar está pensado con “una cantidad de crema adecuada, bien extendida y empleada con el tiempo suficiente”.

Deja claro que siempre se recomienda utilizar la protección más alta, ya que, por norma general, los usuarios “no se aplican la cantidad suficiente de crema ni se renuevan la aplicación cada dos horas”.

En el caso de un adulto, el equivalente de crema necesaria para todo el cuerpo llenaría una taza pequeña de café, algo que “poca gente hace”, porque con ese tipo de aplicación un bote de protector solar no duraría más de una semana, apunta.

Aun así, para facilitar dicha aplicación y que los ciudadanos lo entiendan, se ha popularizado la regla de los dos dedos. Es decir, aplicarse en la cara, en el tronco y en las extremidades la cantidad de crema equivalente a dos dedos.

La crema tiene que estar bien formulada para que el protector dure en la piel, porque la acción de la toalla puede arrastrar dicha crema y que no perdure en la piel. Y es que, en el laboratorio puede cumplir los estándares de calidad exigidos, pero, a la hora de la verdad, no protegería realmente, aclara. De ahí que interfiera la calidad y el precio entre unos productos y otros.

Pide poner atención a la caducidad de cada producto, que se refleja con el símbolo PAO, que representa un tarro de cosmético abierto sobre el que figura impreso un número que indica la caducidad una vez abierto. Aun así, la farmacéutica no recomienda guardar una crema sobrante y abierta que ha viajado y ha estado expuesta a cambios de temperatura, aunque esté dentro del periodo estipulado.

Según la actividad

En relación al tipo de fotoprotector que se debería usar, Calvo señaló que todo varía en función de su actividad y cómo se vaya a utilizar, ya que lo más importante de un protector solar es aplicárselo, por lo que tiene que ser algo que resulte cómodo, agrega.

“Si eres un deportista que va a estar por la montaña, igual interesa un producto pequeño que se puede llevar en el bolso y que se puede reaplicar de manera fácil en cualquier momento, sin que sea grasa”.

En el caso de una persona asidua a la playa y con muchas horas de exposición, lo recomendable podría ser una crema con la que se pueda hidratar bien y complementa en la playa con un spray para reaplicar.

Aun así, recalcó el empleo del factor más alto por el simple hecho de que no se utiliza la suficiente crema ni se renueva adecuadamente. “Es mejor llevar un factor alto para que la persona pueda tener recorrido, porque si te das un factor 15, con poca cantidad o sin reaplicar, se acabará convirtiendo en un factor cinco”.

“El moreno es quemado. La gente no se pone morena, sino se quema. Si te aplicas bien un protector solar te quemas menos, porque la melanina es una defensa de la piel contra la agresión del sol”. Traslada que esa agresión provoca que el cuerpo segregue melanina como escudo protector y salga el moreno. “Lo ideal sería quemarse lo más sanamente posible”, asevera Calvo a Ical.

Tipos de filtros

Los filtros minerales actúan como una pantalla dispersando la radiación. El inconveniente principal, con el dióxido de titanio, es que no se extienden muy bien y dejan un color blanquecino.

Por ese motivo, se utilizan partículas de tamaño menor (nano) y que, al no ser visibles por el ojo humano, no se produce ese acabado blanco. Los filtros minerales deben estar claramente indicados en la lista de ingredientes del etiquetado del producto cosmético.

En el caso de una nanopartícula se pone la palabra ‘nano’ entre paréntesis detrás del nombre del ingrediente. Los dos filtros minerales más empleados en cosmética y que aparecerán en el listado de ingredientes son el dióxido de titanio (nano), que es un filtro mineral frente radiaciones UVB y UVA, y el óxido de zine (nano), que es un filtro solar frente a la radiación UVA-I.

En segundo lugar, los filtros químicos captan la energía solar, absorben la radiación y la transforman convirtiéndola en inocua para la piel y son más agradables desde el punto de vista cosmético.

Sus propiedades organolépticas tienen mejor acogida que las de los filtros minerales, aunque pueden ser potencialmente más irritantes, ya que tienen una mayor penetración en la piel.

La responsable de la Farmacia Ave María de la capital palentina comenta que la radiación solar ‘UVB’ es la que produce cáncer de piel y quemaduras, mientras que el ultravioleta ‘A’ es el responsable de las alteraciones las arrugas y las manchas en la piel.

Esa es la razón por la que subraya que es importante adquirir un producto que proteja de la radiación ‘UVB’ y ‘UVA’, porque solo es obligatorio tipificar el ultravioleta ‘B’, ya que el ‘A’ es un añadido. De ahí que las marcas que lo incluyen aparezcan la nomenclatura UVA dentro de un círculo, añade.

Además, afirma a Ical que las cremas y los fotoprotectores deben de ser respetuosos con el medio ambiente y los océanos, al ser biodegradables. Tal es así que, en diversas zonas del mundo, como ocurre con los viajes al Caribe, exigen a los turistas determinadas marcas que están demostradas que no ejercen daño al fondo marino y a los corales por la composición química de los mismos.