Alba de Cerrato aún conserva sus antiguas viviendas rupestres. Sus bodegas-cuevas y viejas explotaciones de yeso. El municipio palentino está documentado como localidad desde el siglo XI y XII. Fue en esa época en que el monarca, Sancho el Mayor, donaba la villa al obispo de Palencia, cuando corría el año 1035. Ya en el 1507, Fernando I confirmaría esa donación hecha por Don Sancho.
En la actualidad, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el municipio palentino cuenta con una población de 79 habitantes. Se ubica al Sureste de Palencia, dentro de la comarca del Cerrato Palentino y presume de su historia y patrimonio.
En esta localidad decidió instalarse Laura Polo, una palentina de 36 años, para montar su negocio: ‘Granja Pepín’. Fue allá por el 2017. Hace ya seis años. Ahora mismo cuenta con 1.800 gallinas y ha pasado de tener una nave a cuatro, con las que cuenta en este 2023. Unas gallinas de los huevos de oro. Todos los que los prueban quedan asombrados con su espectacular sabor.
Los inicios en el año 2017 y una valiente apuesta
“Me considero una persona extrovertida. Le pongo mucha ilusión a todo lo que hago. He estado diez años trabajando en una juguetería, ocho en Palencia y dos en Bilbao. Lo compaginaba con la hostelería por la noche hasta que me decidí por apostar por la Granja Pepín y comenzar con este negocio en el año 2017”, cuenta Laura Polo en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Decidió dejarlo todo en el 2016 para instalarse en un medio rural dañado, desde hace años. Lo hizo con su pareja, que también trabaja en la granja y que es natural de Alba de Cerrato. Construyeron una casa encima de una bodega para establecer un modelo de vida, con valentía, en el pequeño pueblo.
“Siempre me han gustado los animales. Que vivan en la naturaleza. Comprobamos que este proyecto no existía en la provincia de Palencia y entre 2016 y 2017 arrancamos con todo el papeleo. Elegimos ubicación y montamos la primera nave”, confiesa nuestra entrevistada.
En marzo de 2017, ‘Granja Pepín’ comenzó a funcionar con sus primeras 500 gallinas y esa nave primeriza. De ahí, hasta hoy en un negocio que no para de crecer, día a día.
Una idea que funciona y 1.800 gallinas
“Al no haber otra granja de este tipo y al ser personas jóvenes, hemos tenido facilidades. Desde el Ayuntamiento y también todos los vecinos de Alba de Cerrato. La gente del municipio se ha portado muy bien, no puedo estar más agradecida a todos ellos”, asegura la dueña de la explotación, hablando de los inicios.
Lo malo, apunta, la cobertura móvil. Como suele ocurrir en muchas localidades de Castilla y León. Sin embargo, añade que a ella “no le influye especialmente” al no contar con una tienda online. De hecho, defiende que no se plantea vender los huevos de sus gallinas a través de Internet, por ahora.
“Buscábamos un sistema alternativo para las gallinas. Que contara con un sistema de bienestar animal superior a la normativa y basado en la economía circular. Pensando también en el consumidor final. Vendemos todo tipo de huevos, de tamaños diferentes”, asegura nuestra protagonista.
En 2017 echan a andar con la primera nave. En 2018 montaron la segunda con el fin de abarcar la producción ante el crecimiento de clientes. La tercera, en 2019. La cuarta y última, con un nuevo centro de embalaje, en 2020. En ellas, 450 gallinas en cada una para llegar a las 1.800 con las que cuentan en la actualidad.
“Cumplimos con todas las necesidades de nuestros animales. Lo mejor que puede haber es una gallina en libertad, con sus comportamientos normales. Se nota a la hora de obtener el huevo. Es de una gran calidad”, confiesa Laura.
“Quiero que el corazón de ‘Granja Pepín’ siga siendo como es”
El trabajo de nuestra protagonista y su pareja, como ella misma apunta, va “con el ciclo solar”. En verano trabajan más horas. Se levantan por la mañana, vigilan que todas las gallinas tengan alimento y estén sanas y cogen los huevos para llevarlos a clasificar al centro de embalaje. Después, a comer. Por la tarde, a envasar para, finalmente, dar carpetazo a otro día duro de trabajo.
Los huevos los venden a tiendas del pequeño comercio de Palencia y Valladolid y de algún municipio palentino. El boca a boca y el buen hacer aseguran el futuro de su granja, ya que cada vez cuentan con un número mayor de clientes.
“No buscamos crecer más. Quiero que el corazón de ‘Granja Pepín’ siga siendo como es: pequeñito. Llegar a la gente que nos conoce. Si aumentáramos más no podría atender a mis animales como se merecen y eso es lo que no quiero. A mí me gusta estar con mis gallinas”, asegura con firmeza.
Laura Polo añade que “vamos tirando” porque “amo de pico no se hace rico” pero es feliz. “Se trabaja más de lo que uno gana”, añade. Además, anima a los jóvenes a asentarse en el medio rural y, también, a apostar por abrir su negocio en él. “Hacen falta más valientes porque si no los pueblos se mueren”, finaliza.
Las gallinas de los huevos de oro están en un pequeño pueblo. En Alba de Cerrato. Concretamente, en la ‘Granja Pepín’.