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La Vega, privilegiado balcón para disfrutar de la postal de Salamanca

8 julio, 2018 04:55

En un mundo tan célere y alocado como el actual apenas sobreviven los recuerdos que van más allá de un lustro. Ésa es la barrera que marca la pervivencia de la información en Internet, pero hay otra mucho más valiosa que aún se atesora en álbumes de fotos escondidos en recónditos cajones, esos que ya apenas casi se ven en familia, y sobre todo, una información guardada a fuego en la memoria de quienes vivieron cada momento. NOTICIASCYL tiene en marcha una serie dominical que repasa la evolución de los barrios de Salamanca a través de los recuerdos de niñez de sus habitantes.

Hoy es el turno para La Vega, un barrio en honor a la patrona de Salamanca que surgió a mediados del siglo XX al otro lado del Tormes, junto a la carretera de Béjar y frente al Teso de la Feria, dentro de un proyecto de la dictadura franquista para construir 650 viviendas sociales. Y es que pese a la Guerra Civil, durante esa década Salamanca experimentó el mayor crecimiento demográfico de su historia, unos 25.000 habitantes que salieron de sus pueblos en busca de mejor fortuna hacia la capital. De ahí que, transcurrido el conflicto bélico, el Estado proyectara viviendas sociales para dar cobijo a todas estas familias y evitar así el chabolismo y la mendicidad en el entorno de las ciudades. En esta época también surgieron los actuales barrios de San Bernardo y Vidal, como ya vimos en capítulos anteriores de esta serie.

Fue el propio dictador Francisco Franco quien inauguró el barrio el 7 de mayo de 1954. Era diferente a los demás, con unas viviendas de planta baja y paredes blancas, soportales arcados y patios interiores entre jardines y rosales. Un barrio que, medio siglo después, parece haber quedado anclado en el tiempo, pues conserva su fisonomía más propia de un pueblo.

Fue todo un acontecimiento cuyos testigos aún en vida eran muy niños y apenas recuerdan los detalles. Tan sólo la masiva presencia de soldados en todas las calles, que toda la ciudad se desplazó hasta este coqueto barrio para aclamar al caudillo, vestido con uniforme de la Falange y brazo en alto señalando la meta de las aspiraciones patrias, pronunciando una frase que gustaba decir en cada acto al que acudía: “No soy partidario de celebrar la colocación de primeras piedras sino de las últimas”.

La especial estructura del barrio La Vega, con calles estrechas alrededor de una plaza junto a la iglesia, hace que el tráfico de vehículos sea escaso. Es, por tanto, un lugar donde se detiene el tiempo, con unas privilegiadas vistas de la silueta del casco histórico de la capital del Tormes. De ahí que la vida de los vecinos siempre haya sido semejante a la de un municipio rural, estableciéndose las relaciones por el día en las tiendas, de ultramarinos antaño, supermercados en la actualidad, mientras que al caer el astro rey, sobre todo el verano, es momento para sentarse al fresco y hacer corrillos. Una tradición que aún perdura porque la población está envejecida.

Y es que La Vega siempre fue un barrio de cultura. Destaca en su antiguo teatro las representaciones de los años setenta y ochenta con el Gran Café Teatro, promovido por su asociación. Allí dieron sus primeros pasos artistas después consagrados en múltiples disciplinas, unas tablas que ahora son sólo el recuerdo desde donde contemplar la típica postal de Salamanca.