¿Qué ciudad española no ha tenido en su existencia un 'barrio chino? Barcelona, Bilbao, Valencia y, cómo no, Salamanca, entre otras. Llama la atención que estos suburbios recibieron este mote sin que en ellos habitaran chinos o asiáticos. Era, por lo general, el apelativo que indicaba un barrio vinculado a la industria del sexo, lugares marginales donde se concentraba el negocio de la prostitución en la ciudad.
Y Salamanca, el histórico 'burdel de Europa', no podía ser menos. 'La Celestina', de Fernando de Rojas, es la primera obra en la que encontramos notas sobre la importancia de la prostitución en la ciudad del Tormes. Posteriormente, gran parte de la literatura erótica del Siglo de Oro español elegirá Salamanca, y en particular, a sus arrabales, como marco de sus ficciones: 'La tía fingida' (obra atribuida a Miguel de Cervantes), 'La lozana andaluza', 'La Carajicomedia' o 'La pícara Justina', entre otras, como el 'Lazarillo de Tormes'. Sin olvidar toda la historia de la fiesta del Lunes de Aguas con su 'Padre Putas'.
Por ello, la escritoria salmantina Carmen Martín Gaite, en el programa que realizó en 1983 en TVE, 'Esta es mi tierra', explica que la pared de Las Agustinas era para ella la cerca entre 'el bien y el mal'. "Por esta calle se sale al barrio chino, es una calle que ninguna chica decente de mi generación traspasó nunca. No sé si antes estaría todo tan destartalado y sórdido, tan desnudo y lleno de baches. ¡Quién me iba a decir que era tan poco atrayente este barrio! ¡Vaya desilusión!". Así hablaba según se adentraba por la calle Ancha.
Hubo un tiempo, como ese de la niñez y la juventud de Martín Gaite, en el que la suciedad y la lujuria se concentraban en la ladera y los bajos del Cerro de San Vicente, en lo que hoy es la Vaguada de la Palma. Eran las calles Placentinos, Cañizal, de la Palma, Empedrada y Cervantes, principalmente, donde se ubicaban bares, prostíbulos y casas de citas, con muchas 'trabajadoras del sexo', en el lenguaje bien hablado de ahora, haciendo la calle, apostadas las 'señoritas putas' en los quicios de la puerta, como relata la por entonces famosa copla 'Ojos verdes'.
Recuerdo en mis años de juventud, cuando el bachillerato allá por 1975 y vivía en una pensión de estudiantes en la calle Meléndez, no muy lejos del barrio, podías recorrerlo saltando de prostíbulo en prostíbulo, de bar de citas en bar de citas. Era, simplemente, el insalubre, afamado y odiado a parte iguales, y concurrido Barrio Chino de Salamanca, denominación que, como recordaba Martín Gaite, provocó rechazo y terror entre los salmantinos hasta la década de los 90 en que fue demolido.
Como era normal, en una ciudad católica, ultraconservadora, de terratenientes, aunque también libertina y universitaria, el Barrio Chino nunca gozó de buena fama. Ese barrio, desde sus orígenes, allá por el siglo XIV, acogió a la población enferma o indeseable que no era bienvenida en la ciudad. Quizá esa marginalidad fue la que fascinó a los bohemios y hacendados del siglo XX. Un lugar donde dar rienda suelta a sus deseos más oscuros. Toreros, putas, actores, universitarios, clérigos ocultos, terratenientes, señoritos, y los que llegaban de los pueblos buscando el "elixir de la vida que no nos daba el pueblo", comenta a este periodista un hombre cercano a los noventa años y asiduo del lugar.
Como evidencian variadas fuentes literarias e históricas de la época, como hemos mencionado, el Barrio Chino de Salamanca -digámoslo así-, era uno de los más florecientes de España en el Siglo de Oro.
A Toledo, por la espada;
a Valencia, por las frutas;
a Rioja, por bon vino
y a Salamanca, por putas.
El esplendor, los años cuarenta del siglo XX
Este suburbio, que llegó hasta la década de los cuarenta del siglo pasado, vivió su mayor esplendor en esta época, y con el régimen de Franco recién hecho con el poder. Un período de esplendor quizá comparable al de los siglos anteriores. Aunque, según diversos autores, este nuevo florecimiento realmente comenzó, aunque de forma más discreta, durante el reinado de Alfonso XIII. Corría un rumor por la ciudad de que el mismo monarca había visitado de incógnito alguno de los locales, de más alta alcurnia, del Barrio Chino, en su famoso recorrido a caballo por la provincia de Salamanca.
También eran tiempos de ricas minas en varios pueblos salmantinos, como las de wolframio, con lo que el dinero corría también entre las clases más bajas. Así, entre hacendados agrarios, mineros, toreros y terratenientes de toros bravos, las 'madamas' de entonces, como la Margot, la Peque, la Petra, la Portuguesa, Pepita 'la Cachonda', la Nicolasa, la Sagrario, y la más conocida de todas, Dolores Campos 'la Mara' -sobre la que volveremos y que entrevisté para el suplemento dominical 'Reflejos' de Tribuna de Salamanca-, propiciaban el desenfreno de aquellos años.
Los locales más destacados de esta etapa serían Bar Casablanca, Bar Paraíso, Bar Florida, Bar Sol, Bar Sevilla y Bar Serrano (este último de clientela más popular). Por ellos pasaban, desde primera hora del día, señoritos de postín y también obreros, locales y forasteros, artistas y toreros, curas y universitarios que las convertían en "profesionales diplomadas en el arte del amor", se afirmaba en las tabernas. Una actividad frenética en el barrio, con calles sin empedrar, clases bajas, gitanos, niños harapientos y señoritas a las puertas de sus burdeles. Muchos locales hacían su negocio a plena luz del día, hasta que marchaban los autobuses a los pueblos... Luego llegaba el turno a los bares más sofisticados, al amparo de la noche. Es cuando hacían su negocio 'madamas' de reconocido prestigio, como la notable 'Carmina', famosa por ser precursora de lo que décadas después se llegaría a conocer como barras americanas.
¡Ay, si 'la Mara' hablara!, se decía
Si alguna 'madama' del mítico Barrio Chino de Salamanca llegó hasta nuestros días, a la historia más reciente, es una señora guapa, respetuosa que guardaba secretos y educada, Dolores Campos, 'la Mara', que falleció en agosto de 2019. A su quehacer profesional, en una vivienda del barrio, del que fue su máximo exponente, sumó una alta lista de amantes, desde toreros famosos, gentes del toro, militares de alta graduación, aristócratas, actores o gente de la farándula, junto a empresarios o ganaderos de la 'cuernicracia' charra. Una élite agraria que vio con malos ojos que nos acompañara, a un grupo de amigos, a un palco en su regreso a la Feria de Salamanca, después de muchos años apartada y olvidada -miedo a que hablara- por la sociedad salmantina.
La Mara creció de la mano de 'la Margot', la reina del Chino de Salamanca, de la que se hizo íntima, y quien le presentó a un montón de artistas, y a quien acompañaba las tardes de corridas en la feria de septiembre, ocupando ambas una barrera del tendido 6. Hasta que a principios de los ochenta murió Margot en el Hospital Provincial, y Mara sufrió "un duro golpe". Así decía ella en su último bar, el 'Boston' en plaza San Justo, donde nos arremolinábamos para escuchar buenas rumbitas y flamenquito, con unos cubatas especiales, hechos por Mara. Además de no volver jamás a ocupar su barrera de La Glorieta, hasta que regresó un día, como decíamos, a sentarse, luciendo joyas, maquillaje y vestido de seda, en un palco de prensa de La Glorieta.
Fue íntima de Lola Flores, de Manolo Escobar y de Paco Rabal, con quien mantuvo un idilio durante años. Pero, a pesar de los viajes, 'la Mara' siempre regresaba a su casa, al barrio que la vio crecer como mujer. Porque ella procedía de Tánger y criada en Málaga, como una 'lozana andaluza', que deslumbraba por su belleza a los terratenientes, señoritos y ganaderos charros de antaño, como a artistas, pintores, literatos y toreros.
¡Ay, si la Mara hablara!, se decía por todos los rincones de la ciudad charra. Todos ellos no escaparon a sus encantos y vivieron a su lado romances, muchos de los cuales 'la Mara' se llevó a la tumba. Y con su muerte quedó sin escribir un gran libro de la historia social de esta ciudad. Ello, a pesar de que le pedía a Alfonso Navalón que fuera su biógrafo, pero una y otro se fueron sin plasmar ese testimonio de la memoria viva de la sociedad salmantina de mediados del siglo XX.
El Barrio Chino, como tal es conocido, desapareció en 1992 porque el alcalde de entonces, Jesús Málaga Guerrero, en su afán de barrer el pasado, limpió literalmente la zona para construir el Palacio de Congresos de Castilla y León. No obstante, hasta bien entrado el año 2000 seguía habiendo trabajadoras del sexo en una esquina. Una gran pena que no se conserve esa parte de la historia de Salamanca, porque por el Barrio Chino de Salamanca pasó toda la farándula de España, actores como Paco Rabal, hasta toreros o cantantes como el mítico salmantino Rafael Farina, del que hay una estatua donde se asentaba el barrio, y a quien 'la Margot' recogió siendo niño y fue su protectora.