Las hogueras de Nochebuena, el fuego ritual de quintos
Los fuegos más significativos son los de la noche de San Juan, pero también en el solsticio de invierno el rito del fuego vuelve a estar presente
24 diciembre, 2022 07:00Noticias relacionadas
Los fuegos más significativos son los del solsticio de verano, concretamente, en la noche de San Juan, cuando la magia del agua, el rocío y las plantas comportan beneficios a hombres y animales. Pero otros muchos pueblos, como veremos, el rito del fuego lo viven en el solsticio de invierno, concretamente en la Nochebuena o el fin de año. Algo que acontece, principalmente, en los pueblos del otro lado de la raya, concretamente en Trás-os-Montes o la Beira Interior.
El culto al fuego lo encontramos, tanto en las grandes civilizaciones antiguas como en los pueblos ágrafos. Se ha dicho que la gran conquista del hombre fue la obtención del fuego, sin que sepamos cómo logró este hallazgo, ni como se transmitió u originó en distintos lugares.
Los mitos sobre el origen del fuego son diversos y nos muestran el intento de la búsqueda de la adquisición del fuego. James George Frazer al referirse a los festivales del fuego en Europa en su obra 'Mythes sur l' origine du feu', dice: “En toda Europa, desde tiempo inmemorial, los campesinos han acostumbrado encender hogueras en ciertos días del año o bailar a su alrededor o saltar sobre ellas. Las costumbres de esta clase pueden rastrearse por testimonio histórico hasta la Edad Media y sus analogías con las costumbres parecidas practicadas en la antigüedad”.
Llama poderosamente la atención el fuego ritual de Navidad en Hinojosa de Duero, como una fuerte prueba interna, nos muestra que es preciso buscar su origen en una época muy anterior a la difusión del cristianismo, ya que este municipio en su término municipal es lugar de asentamiento prerromano y también necrópolis. No obstante, la prueba más temprana de su práctica en el norte de Europa proviene de los esfuerzos hechos por los sínodos cristianos en el siglo VIII para suprimirlas como ritos paganos. No es infrecuente que en estos fuegos se quemen esfinges o se finja quemar a una persona viva, y hay razones para creer que antiguamente se quemaban realmente personas en estas condiciones.
Las épocas del año en que por lo regular se encienden estas hogueras son primavera y verano, pero en algunos lugares las encienden también al final del otoño o durante el invierno, particularmente la víspera de Todos los Santos (31 de octubre), día de Navidad –caso concreto de Hinojosa y motivo del presente artículo- la víspera de la Epifanía (6 de enero) y en el solsticio de verano o la noche de San Juan (23 de junio) que, contrariamente, siendo este Santo el Patrón de Hinojosa de Duero, en esta fecha no se realizan hogueras en el municipio, sino esa representación de la leyenda medieval del castillo, el señor y el pueblo, reflejada en el Baile de la Bandera.
También en Lumbrales tiene lugar esta ceremonia. Así, la víspera de Navidad, los quintos salen al monte a por leña, que depositarán en una plaza del pueblo. A la mañana siguiente, tras una noche desenfrenada de fiesta, después de misa, prenden la hoguera para comenzar la ronda de pedir el aguinaldo. Van acompañados de un animal a modo de mascota y luego realizarán la 'corrobla' o comida de quintos.
Los festivales del fuego tienen un gran parecido entre sí, en cuanto a sus ceremonias y la semejanza de los beneficios que la gente espera de ellos, tanto si nos referimos a España, como a Europa en general. La costumbre de encender grandes hogueras, saltar sobre ellas y hacer pasar los rebaños por encima o dando vueltas a su alrededor ha podido ser practicada de una manera generalizada en Europa. Se cree que el fuego promueve el crecimiento de las mieses y el bienestar de los hombres y animales.
La hoguera de Navidad en Hinojosa de Duero
La noche del 24 de diciembre, tras la Misa del Gallo, se enciende en la Plaza del Juego de Pelota de Hinojosa de Duero la hoguera de quintos, que habrá de ser la atracción y el centro público de encuentro de los vecinos del pueblo y, además, es única en la provincia en señalada fecha. Si la hoguera quema una gran tronca mucho mejor –el Ayuntamiento colabora donando una o dos encinas secas de la dehesa, como también un cántaro de vino y una lata grande de escabeche-. Tal ha sido la competencia entre las diversas quintas para ver quién realizaba la hoguera más espectacular, que el Ayuntamiento se vio obligado a poner ‘coto’ al tamaño de la misma, ya que de lo contrario podría acarrear, más que fiesta y tradición, daño a las viviendas. Por ello, ahora se limita la altura, el volumen y el tamaño para evitar complicaciones. Las fogatas suelen durar hasta dos y tres días.
Al pasar los años han existido algunas variaciones en la recogida y transporte de la leña, así como la duración del fuego en la hoguera, como veremos enseguida. Además, los propios quintos vigilan ‘su’ hoguera, porque no se pueden encender más hogueras en el pueblo, de lo contrario sería considerado un desafío –y los desafíos en la historia de los pueblos tienen su propia historia-.
Antes de disponer de remolques y camiones, la leña se acarreaba a la Plaza tirando de los troncos por medio de cuerdas o con carros de dos ruedas, de hierro, aquí si ayudaban el resto de los mozos. Alguna vez dicen que iban las caballerías, pero pocas. La leña: árboles caídos, raíces y otros desechos, eran recogidos por los quintos. Esta leña se iba almacenando en algún lugar determinado del pueblo (eras, etc.) previo permiso correspondiente. Desde este lugar, dentro del pueblo, era más fácil su transporte hasta la Plaza.
No vale que haya llovido o nevado, pues con leña y quintos mojados se han visto encender la hoguera. Antes de cenar queda la hoguera preparada. Los vecinos cenan y acuden a la Misa del Gallo. Será, pues, después de la Misa del Gallo, cuando todos los asistentes a la ceremonia religiosa acudan hasta la Plaza a ver la hoguera que, ahora sí, prenden los mozos entrados en quintas. Es el rumor de los villancicos, que se han cantado en la iglesia y por la calle, lo que se une al fuego. Y aquí tenemos fuego purificador o destructor unido al canto al Niño que ha nacido en la tradición cristiana.
Del círculo que se forma alrededor de la hoguera va ausentándose la gente, según sus deseos y proyectos de la noche. Los últimos y los que rondarán toda la noche, por la fogata, son los mozos en quinta, cada vez menos por eso de la despoblación. Las mujeres también acompañan a sus parejas en este deambular nocturno, entre bar y hoguera, reservado, en otro tiempo, a los hombres. Porque la fiesta de la hoguera de quintos en Hinojosa de Duero no solo es fuego, sino también fiesta. Como colofón, esa noche los quintos –mozos entrados en quinta para acudir al servicio militar, cuando había mili- se erigen como ‘autoridad’ en el municipio. Y ellos organizan el baile que costean de sus bolsillos para bailar con las mozas y divertirse.
De esta forma, se ha establecido una comunicación entre vecinos en este día de la fiesta del fuego en Hinojosa de Duero. Calentar y reunir a la gente en torno a ellos ha sido, en principio, la función de la hoguera. En otro tiempo las hogueras asaron brujas y animales y personas, que se arrojaban a las llamas de las piras que se encendían en distintas épocas del año. Pero ahora, lo más, son las costillas que se asan, si tercia, en las brasas que se consumen en la Plaza.