Son un gran tesoro que en ocasiones no sabemos valorar. Son parte indispensable del día a día y de la historia de la ciudad. En este caso de Valladolid. Hablamos de esas pequeñas tiendas. Esos comercios que llevan años dando servicio. Ese dueño que dispensa un trato personalizado lejos de lo frío que resulta el hecho de comprar en una gran plataforma por Internet. Ese ese pequeño comercio que tan mal lo está pasando, sobre todo desde la crisis del año 2008, y tras la pandemia del coronavirus y el palo en forma de inflación que arrancó con el COVID-19 y que se ha visto incrementada con la Guerra de Ucrania.

“La crisis del 2008 fue muy grave. Fueron muchos los comercios, pequeños, que si no cerraron quedaron muy tocados. Esto hace que hayamos perdido, desde esa fatídica fecha, hace ya 15 primaveras, un 15% de este tipo de locales que había en Castilla y León. No es una cantidad menor”, confiesa en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, José Antonio Salvador Insúa, decano de la Facultad de Comercio de la Universidad de Valladolid.

Desde la Cátedra de Innovación Para el Comercio de dicha facultad vallisoletana son conscientes de la necesidad de cuidar estos pequeños comercios. Por ello, desde hace más de tres años, trabajan en un interesante proyecto de I+D+i que recoge datos de sumo interés para los propietarios de estos negocios, con el fin de que éstos sepan cuáles son las horas más productivas para que el cliente compre en su tienda, de qué tipo de comprador se habla e, incluso, cuál es la forma en la que se desplaza hasta su establecimiento.

Hasta el momento son 28 los comercios de Valladolid que se han adherido a este proyecto piloto de la facultad de Comercio que se encuentran situados en zonas céntricas de la ciudad del Pisuerga. También se han sumado a la iniciativa otros 28 de Palencia. El objetivo pasa por llegar a los 30 para obtener datos totalmente científicos que ayuden a que no más pequeños comercios tengan que echar el cierre.

Un pequeño comercio de proximidad que aporta vida a Valladolid

“El pequeño comercio aporta algo muy importante a las ciudades que es vida. Si caminas por una zona de Valladolid en la que no existan te das cuenta de que te invade una sensación de inseguridad, de miedo. Cuando hay comercio, tienes escaparates, puedes sentir de que estás en un sitio más acogedor, seguro y atractivo. Para las ciudades es fundamental este tipo de establecimientos”, explica el decano de la Facultad de Comercio.

Lejos de los cierres, que últimamente se producen con frecuencia y que hacen que una lagrima recorra nuestras mejillas, mantener lugares históricos de nuestra bella ciudad resulta clave para mantener la personalidad de la misma. Aunque, a veces, competir con los grandes “cocos” para estos establecimientos, que no descansan y que tienen sus puertas virtuales abiertas 24 horas como puede ser Amazon, resulta complicado.

plaza mayor valladolid

Desde esta facultad pucelana se buscan soluciones. Viendo que la situación del comercio cambia a pasos agigantados por culpa de la tecnología y que ésta afecta a la forma tanto en la que vendemos, como en la que compramos y al comportamiento del consumidor. La Cátedra de Innovación Para el Comercio lo estudia y analiza estos cambios para cumplir con una labor pública sumamente interesante.

Nuestra labor, como universidad pública, es conseguir que estos pequeños comercios que tienen menos recursos consigan salir adelante. Con ello no sólo contribuimos a salvar al pequeño comercio sino también ponemos nuestro granito de arena para que la ciudad no decaiga y pueda seguir creciendo, añade Salvador Insúa.

Un proyecto de quilates

Para conseguir lo anteriormente expuesto, desde la universidad se ha puesto en marcha un proyecto de I+D+i. Se investiga primero. Después se realiza un desarrollo tecnológico para aplicar para, a renglón seguido, innovar e introducirlo a la realidad. Una iniciativa que arrancó hace tres años. Parte de la Cátedra de Innovación Para el Comercio y cuenta con la financiación de la Consejería de Industria, Comercio y Empleo de la Junta de Castilla y León. Se trata del desarrollo de una herramienta tecnológica, una base de datos con la que captar datos a pie de calle que ayudan a que los comerciantes tengan una mayor información para utilizar en su propio beneficio.

“Lo que estamos haciendo, con este proyecto, es exactamente lo que hace un centro comercial cerrado, pero en el centro de la ciudad. Ese centro comercial cuenta con los detalles de la gente que pasea por sus pasillos, las horas a las que compran y demás. Cogen la información y se la facilitan a las tiendas para que tomen las decisiones que más les convengan”, explica nuestro entrevistado.

Con el proyecto se quiere conseguir saber la gente que pasea por las calles, la que entra en los comercios por horas, el medio de transporte y demás, en el centro de la ciudad. En Valladolid se trabaja con 28 establecimientos que se ubican en las calles Regalado, Teresa Gil, Mantería y Cervantes.

“Contamos con nodos que recogen los teléfonos móviles que pasan por esas calles. Nos permite obtener datos, siempre atendiendo a la Ley de Protección de Datos. Sabemos la gente que pasa por una vía determinada, o a qué hora compra. Hacemos ciencia. Trabajamos con datos científicos y siempre amparados en criterios científicos”, añade el decano.

Con esa información recabada en la aplicación se conoce lo que los comercios, que están dentro del proyecto, facturan y demás. Las tiendas, si quieren el informe, podrán solicitarlo y contar con ello para corregir lo que consideren necesario y fomentar el crecimiento del negocio.

Ventas navideñas en Valladolid Miriam Chacón / ICAL

Convertir Valladolid en un foco de innovación para el comercio

“Esta es la primera fase de nuestro proyecto. Cuando esté del todo desarrollado, lo patentaremos. Me gustaría contar con el apoyo de la Junta de Castilla y León para implantarlo en todas las ciudades de más de 20.000 habitantes. Implantando aquí siendo pioneros y luego, si desde fuera lo quieren, encantados. Además, queremos convertir Valladolid en un foco de innovación para el comercio”, añade nuestro protagonista.

En dos meses obtendrán resultados, y después se buscará patentar la iniciativa. Un proyecto que puede resultar positivo también para aquellos que quieran instalarse con un nuevo negocio, para saber las potencialidades antes de abrirlo y, con ello, evitar que se pueda caer en errores de partida.

“En cada establecimiento estará ubicada una Tablet para que el comprador indique cómo ha llegado hasta el lugar y que indique también el código postal, para saber desde donde viene. Vamos a conocer todo. La facturación, la gente que está en la calle, la que compra… es un proyecto para potenciar el comercio pequeño y de proximidad, para ayudar a los negocios”, finaliza José Antonio Salvador Insúa.

Una iniciativa de quilates para que la ciudad no se estanque perdiendo más establecimientos históricos que son vitales para el desarrollo de Valladolid.