Emilio Vega (Cervillego de la Cruz, 1966) es una persona ocupada. Ha costado que el titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer y juez decano de la ciudad del Pisuerga desde el año 2018 abra las puertas de su despacho a EL ESPAÑOL de Castilla y León por “falta de tiempo” pero lo hace entre juicio y juicio.
El pucelano, tras un largo peregrinaje por diversos juzgados de todos los puntos de España acabó en Valladolid hace ya 14 años, en el 2009, para tomar las riendas del juzgado de Violencia de Género. Charlamos con él sobre la ‘ley del sólo sí es sí’ de la que saca su lado positivo, de lo duro que resulta, en ocasiones, su profesión e incluso del futuro Campus de la Justicia que nunca llega en esta entrevista:
P.- Un hombre de Cervillego de la Cruz como juez. ¿Cuándo le nace la curiosidad por la justicia?
R.- Cuando termino la carrera. La completo en Valladolid. No había tenido nunca ninguna inquietud a la hora de saber por dónde iba a enfocarse ni a ir mi carrera profesional. En cuanto termino, es una posibilidad que se plantea. Había plazas por aquel entones. Los hijos de padres trabajadores y de clase media-baja, como yo, la única opción que teníamos era la oposición. Con el sacrificio de mis padres, consigo acceder. También con el mío, como opositor. Mi madre no trabajaba. Mi padre vendía ropa con una furgoneta por los pueblos. La gente se piensa que todos los que ejercemos como jueces somos hijos de magistrados y no es así. La mayor parte somos de clase obrera.
P.- ¿Cuál ha sido su trayecto? ¿Dónde ha ejercido?
R.- Empecé en el Juzgado de Instrucción de Villafranca de los Barros, en Badajoz. Estuve en el Juzgado Número 2 de Benavente. En 1999, ejerciendo de magistrado, me destinan al Juzgado de los Contencioso Administrativo Número 8 de Barcelona. Estoy allí unos tres años y luego paso al Juzgado de Instrucción Número 4 de Gijón. Por aquel entonces es cuando se aprueba la Ley de Violencia de Género y a mi juzgado le atribuyen las competencias en Violencia de Género. De ahí pasaría al Juzgado de lo Penal de Zamora y de Zamora, después de 18-19 años dando vueltas, llego a Valladolid. En el año 2009 llego al Juzgado de Violencia sobre la Mujer.
P.- ¿Cómo se encontró este juzgado y cómo está ahora?
R.- Era un Juzgado de nueva creación. Nació dos años y medio antes de que yo llegara. Había un cierto retraso. Apenas se hacían juicios rápidos. Yo le doy relevancia a la celebración de estos juicios rápidos y en unos meses nos ponemos al día. Ahora seguimos al día.
P.- ¿Es muy estresante el día a día de un juez?
R.- Mucho. Sobre todo, las mañanas. Un juicio rápido implica practicar todas las diligencias y tomar decisiones por la mañana. Tramitamos al año unos 700 juicios rápidos. En la actualidad habrá unos 60-70 procedimientos de penal en trámite. Son pocos. El juzgado, en este sentido, funciona bien. Los juicios rápidos dan una solución inmediata a las víctimas, que es lo que quieren. En unas horas cuentan con una orden de protección. En 15 días una sentencia. Esto permite a las víctimas acabar, cuanto antes, con el procedimiento judicial. Mientras existe un procedimiento que está en trámite existe una conexión entre el agresor y la víctima. Dar término a esto, para ellas, es muy interesante.
P.- Clave, por tanto, esa rapidez.
R.- Sobre todo es eso, dar una respuesta más rápida. Los juicios rápidos son un elemento que tenemos no solo en el ámbito de la violencia de género. Agiliza mucho la justicia.
P.- ¿Cómo calificaría la ‘ley del sólo sí es sí’, esa Ley Integral de Libertad Sexual?
R.- Si nos vamos al resultado de la cantidad de rebajas de penas, origina una gran alarma en la sociedad. Lo que ocurre es que debemos verlo desde otro punto de vista, seguramente la ley no se haya presentado y comunicado bien. Tiene una ventaja: los tipos penales y las penas se han ajustado más, son más ajustados a los hechos. Eso es positivo. Lo que pasa es que no se ha explicado bien a la población y ha generado una alarma viendo que se estaban produciendo rebajas, e incluso excarcelaciones.
P.- ¿La retocaría usted?
R.- Posiblemente la ley necesite algún tipo de ajuste para evitar que ante supuestos graves, el condenado se pueda beneficiar. Pero hay otros muchos supuestos en los que la pena es más proporcional. La actual, siendo más baja es más proporcional al hecho en concreto que se está castigando. En esta ley se planteo la percepción de que todo tenía que ser agresión sexual y nada era abuso. Eso es, únicamente, el cómo llamamos a las cosas. El hecho es el hecho. Un hecho, por mucho que le llames agresión sexual, tendrá la gravedad que tenga el hecho en sí mismo. No gana gravedad por ser calificado de una forma o de otra. El hecho y la condena deben de ser proporcionales. Esto tampoco se ha explicado bien. Ha habido un problema de comunicación. Seguramente por el hecho de entender que había que agravar las penas, que todo tenía que ser más. En este punto, la ley, aunque esté mal decirlo o no sea popular, es más proporcional a determinados hechos delictivos que antes estaban castigados de forma desproporcionada. A veces, entre los hechos muy graves y los menos graves, la proporción de las penas no eran justas. Las menos graves estaban muy penadas, casi como si el hecho hubiera sido muy muy grave. Esta ley ha corregido eso.
P.- ¿Es defensor, por tanto, de la ‘ley del sólo sí es sí’?
R.- Ni soy defensor ni detractor. Como todas las leyes creo que tiene sus puntos fuertes y débiles, positivos y negativos. No entiendo que la gente se lleve las manos a la cabeza cuando los jueces aplicamos la ley. Cuando aplicamos un principio constitucional que es el de la retroactividad de la ley penal más favorable. No sé quién podría imaginarse que un juez no lo iba a hacer. De no hacerlo estaría prevaricando porque es lo que impone la ley. Estamos sometidos al imperio de la ley. No ponemos las penas poque se nos ocurren. Ponemos las que aparecen en el Código Penal. Aplicamos los principios del Derecho Penal. La ley penal más favorable se aplica con carácter retroactivo. Recalco que no estoy a favor ni en contra. Me parece positiva en lo que a la proporcionalidad de determinados hechos delictivos se refiere. Si se están produciendo rebajas de penas en los delitos más graves, eso no lo comparto. Eso sí, considero que con la ‘ley del sólo sí es sí’ las penas son ahora más proporcionadas.
P.- Entonces, usted defiende que la ley no está mal hecha sino mal comunicada.
R.- No sé quién la ha redactado. Por detrás habrá expertos y catedráticos. Creo que no han sido errores. Han querido hacer lo que querían hacer. Otra cosa es que determinados aspectos de la ley se hayan comunicado mal.
P.- Algún sector, hasta del propio Gobierno, culpabilizó a los jueces de la interpretación que hacían de esta ley.
R.- No hay otra interpretación de la ley. Cuando se produce una reforma en el Código Penal, todos los delitos que están ya sentenciados y que se ven afectados en los tribunales por esta modificación del Código Penal, hay que revisarlos. Tengo que aplicar la nueva redacción a estos hechos. Si me da que la pena tiene que ser más pequeña, no tengo más remedio que aplicarla. No hay otra interpretación de la ley.
P.- Se habla de que esta ley pone el foco en el consentimiento, cuando antes también.
R.- Se habla del consentimiento positivo que tiene que haber. En el delito de agresión sexual, la diferencia entre que exista y no tal delito está en el consentimiento. El gran problema ante el que se enfrenta un juez cuando, por ejemplo, hay una agresión sexual en una relación de pareja es valorar si ha habido o no consentimiento. Con esta ley y con la anterior.
P.- ¿Ve necesario aumentar las medidas de control sobre los agresores o hacer públicos sus antecedentes?
R.- Lo último que he conocido es la posibilidad, en casos de violencia de género, de informar a las mujeres que van a comisaría a denunciar, de los antecedentes del hombre incluso antes de interponer la denuncia. El Ministerio de Igualdad lo estaría valorando. Habrá que esperar para saber lo que deciden. En estas cosas siempre hay que ir con pies de plomo. Hay que ser muy cautos, en este sentido, para no vulnerar derechos. Al final es el legislador el que tiene que tomar decisiones.
P.- ¿Siente usted el miedo de una mujer al declarar?
R.- Hay asuntos muy escabrosos. Afortunadamente son los menos frecuentes. Claro que te afecta porque somos personas, no máquinas. La justicia está hecha por las personas. Produce mucho dolor. Uno empatiza con la situación, pero, después, tiene que ser imparcial. No podemos llevarnos estos problemas a la vida personal porque terminaríamos en un psiquiátrico. Dentro de esto, tratamos de ser racionales y humanos, tanto con las víctimas como con los presuntos agresores. Tenemos que aplicar la ley para los dos.
P.- El lado humano que llega y el profesional de aplicar la ley.
R.- Así es. Sobre todo, en asuntos muy graves. No quiero citar ninguno en concreto. En el momento del juicio empatizas de forma más fuerte con quién más está sufriendo. En el sentido de ser más amable y facilitar las cosas. Que el juzgado no sea un problema más. En ese sentido te intentas poner en su lugar.
P.- Fademur señala que las mujeres rurales tardan 20 años de media en denunciar. ¿Existe sesgo rural hoy en día?
R.- Es posible que en el ámbito rural todavía exista esto, pero creo que cada vez en menor medida. Ahora, todo el mundo global llega a los pueblos. No veo tanta diferencia entre el ámbito rural y el no rural. La diferencia la veo más en grupos de población y, sobre todo, de edad. Es más difícil que una mujer que lleva 50 años siendo maltratada sea consciente de que lo está siendo. Tanto en el mundo rural como en el urbano. La situación está normalizada. Esta forma de percibir el maltrato, cuando empecé a trabajar, no existía. En el juzgado percibía situaciones de maltrato clarísimas, pero todo el mundo pensaba, cuando veía este tipo de situaciones, que pertenecían al ámbito privado. Esto ha cambiado. Ahora se plantea como un problema de todos, que afecta a toda la sociedad.
P.- ¿Aún sigue habiendo muchas mujeres que retiran la denuncia?
R.- Si que hay mujeres que no es que retiren la denuncia, sino que, al ser personas libres, y que tienen la capacidad para decidir sobre su vida, deciden no declarar. Eso no es retirar la denuncia porque una vez que se ha contado un hecho de este tipo a la autoridad competente, queda denunciado y acaban por ser hechos que se persiguen. A veces, el asunto no llega a más porque no tenemos más pruebas que su propia declaración, pero, aunque decidan no hacerlo, son delitos que se persiguen de oficio. No creo que cuando deciden no declarar lo hagan por miedo, habrá alguna situación en la que sí, peo pienso que las mujeres tienen capacidad de decisión y de elegir lo que hacen en su vida. Hay que respetarlo.
P.- Abrimos el 2023 con el asesinato de India y Paloma. ¿Cómo está el proceso judicial?
R.- En fase de instrucción.
P.- ¿Cómo están afectando las huelgas de los trabajadores en la administración de justicia?
R.- El problema no es solo la huelga de los funcionarios, también de los letrados. Afectan a un servicio público que es esencial. Lo que es absurdo es que lleven de huelga un mes y nadie les haya llamado, tan siquiera, para negociar. No entiendo la postura del Ministerio de Justicia. La sensación es que les importa poco. Se están suspendiendo juicios de derecho de familia, de social o de civil. Hay juicios que se van a retrasar un año y el Ministerio le da igual. Una cosa es que se esté negociando y no lleguen a un acuerdo. Otra que ni siquiera se hayan sentado a la mesa. Me parece algo increíble.
P.- También es el juez decano de Valladolid desde el año 2018.
R.- Así es. Ese año tome posesión del cargo hasta que en marzo de 2020 llegó la pandemia y todo se paralizo. Uno no es consciente de todo lo que funciona hasta que deja de funcionar. Supuso un esfuerzo muy grande. Adopté muchas medidas en materia de decanato. Organizaba todo el registro civil que estaba desbordado por el aumento de las defunciones que se producían. Era dar soluciones con rapidez. Hubo que hacerlo y fue muy duro.
P.- Se apostó por la digitalización del sistema jurídico aprovechando la pandemia.
R.- Ya estábamos en ello. Es una realidad a la que no podemos dar la espalda. No podemos seguir funcionando como en el siglo XIX. Es algo que ha llegado, pero no sé si de la mejor manera posible y ese es el gran problema. Es evidente que había que modernizar el sistema, pero no sé si se ha hecho bien. A veces sigue habiendo problemas porque el sistema no funciona o va lento. Siempre que se implanta una nueva forma de trabajar hay un tiempo de tránsito, pero lo que ocurre es que ese tiempo nos produce muchas disfunciones. El problema que tenemos es que nuestro trabajo es inmediato y no podemos esperar a un periodo de adaptación de un año. Entiendo que somos muchos y que es muy complejo organizar todo a nivel informático, pero a veces creo que no se invierte lo que se debería.
P.- Repite como juez decano en el cargo. ¿Qué retos se marca para esta segunda legislatura?
R.- Estamos en un momento en el que se habla de tres grandes leyes: la de eficiencia organizativa, procesal y digital. Lo que tengamos que hacer los decanos influirá en que estas leyes se aprueben. Si lo hace la de eficiencia organizativa, los decanos desaparecen. Se crean los Tribunales de Instancia y el decano pasará a ser el presidente de ese tribunal. Si se lleva a cabo, la carga organizativa va a ser enorme.
P.- ¿Cómo ve el tema del Campus de la Justicia?
R.- Creo que una realidad va a ser, pero no sé en qué tiempos. He estado hace poco en el Congreso de Decanos de Las Palmas de Gran Canaria y tenían una Ciudad de la Justicia impresionante. Cuatro edificios enormes y muchos medios. Eso es lo que no tenemos aquí, que no existe hueco en ningún edificio. La necesidad de que Valladolid tenga una ciudad de la Justicia es fundamental. Lo único que pido ya, no es que lo hagan en dos o tres años, es que lo hagan y ya que han tardado tanto, que lo hagan bien. Que no sea una chapuza y completen unas buenas infraestructuras a todos los niveles. Si se hace, como parece, en el Colegio El Salvador, que no se haga un edificio sin más. Que se piense en las plazas de aparcamiento porque mueve a mucha gente. Hay muchas personas que vienen todos los días a los juzgados. Si estamos concentrados, imagínate. Que sea cómodo para todos.
Noticias relacionadas
- Un día con Cira, jueza de violencia de género: "Hay hombres que no reconocen mi autoridad"
- El PSOE saca adelante en Comisión la 'ley del sí es sí' pactada con el PP pese a los reproches de Podemos
- Las claves de la reforma de la 'ley del sólo sí es sí': qué hay detrás del gran pacto entre el PSOE y el PP