Cuando el viajero visita el centro de Valladolid, la plaza de San Pablo es uno de los lugares obligados por su majestuosidad y su trascendencia histórica. Allí, además de vislumbrar la inigualable fachada de la iglesia de San Pablo o el icónico Palacio de Pimentel, el visitante tendrá la ocasión de deleitarse con un edificio único en la ciudad, un suntuoso palacio que fue residencia y cuna de reyes: el Palacio Real de Valladolid.
El complejo, que actualmente alberga la Cuarta Subinspección General de Ejército, fue habitado por los reyes de España durante los años en los que la Corte estuvo en Valladolid, entre 1601 y 1606, y entre sus muros vivieron los monarcas Carlos I, Felipe II y Felipe III. Además, allí nacería, en el año 1605, el rey Felipe IV. Un edificio que ha sido testigo del transcurrir de la historia y que llegó a ser ocupado por el emperador francés Napoleón Bonaparte durante la Guerra de la Independencia.
Un origen vinculado a la realeza
El Palacio Real de Valladolid estuvo vinculado a la realeza desde su origen, ya que se proyectó para servir para alojar a los monarcas durante sus visitas a la ciudad del Pisuerga. En el año 1522, Francisco de los Cobos, que era el Comendador Mayor de León y secretario del rey Carlos I, se casó con María de Mendoza y ambos decidieron edificar este majestuoso edificio como residencia, en un proyecto del arquitecto Luis de Vega. Pero además de servir como vivienda para los recién casados, el nuevo palacio serviría desde ese momento para alojar a los reyes cuando acudieran a Valladolid.
Carlos I vivió en el palacio durante sus múltiples estancias en Valladolid y en 1537 Isabel de Portugal dio a luz al infante Juan, que solo viviría unos pocos meses. Felipe II residió en el Palacio Real durante su primer matrimonio con María Manuela de Porutgal y allí nació su hijo Carlos. Además, también llegaría a habitar el palacio la religiosa Santa Teresa de Jesús cuando llegó a la ciudad de Valladolid en el año 1568 para fundar el primer convento de la reforma de la Orden del Carmen.
El 17 de septiembre de 1600, el marqués de Camarasa, nieto de Francisco de los Cobos, vendió el palacio al Duque de Lerma, el valido de Felipe III, y este lo terminó enajenando en 1601 en favor de Felipe III. Un año que supuso un antes y un después para la ciudad ya que el monarca decidió establecer la Corte en Valladolid, donde permanecería durante cinco años, convirtiéndose la ciudad en la capital de España.
El 8 de abril de 1605, nació en el Palacio Real de Valladolid el futuro rey Felipe IV, hijo de la reina Margarita, pero solo un año después, en 1606, la Corte se trasladó de nuevo a Madrid y el edficio comenzó un periodo de decadencia. Además de Felipe IV, también nació en el complejo su hermana, Ana de Austria, que llegaría a ser reina de Francia y madre de Luis XIV, y en 1690 se celebró en la iglesia del Convento de San Diego, dentro del palacio, la segunda boda del rey Carlos II con Mariana de Neoburgo.
En 1752, el rey Fernando VI concedería varias habitaciones del Palacio Real a la Academia Geográfico-Histórica de los Caballeros Voluntarios, que ocuparía hasta el año 1800. Además, en 1760 Carlos III envió al arquitecto Ventura Rodríguez para que estudiase las reformas que requería el Palacio Real y que fueron impulsadas por el maestro Manuel Godoy, entre ellas la majestuosa escalera imperial del complejo.
De la Guerra de la Independencia a convertirse en edificio militar
Durante la Guerra de Independencia (1808-1812) el Palacio Real se convirtió en centro de operaciones de las tropas invasoras francesas y llegaron a alejarse en sus instalaciones el emperador Napoleón Bonaparte, su hermano José I o Lord Wellington. Napoleón habitó el complejo en enero de 1809 y desde allí preparó diversos planes bélicos y partió posteriormente a la guerra en Centroeuropa.
En 1854 se instalarían en el palacio las oficinas de Hacienda y en 1872 las pertenecientes a la Audiencia Territorial de Valladolid. No sería hasta 1876 cuando adquriría su actual carácter militar cuando se convirtió en la sede de la Capitanía General de Castilla la Vieja.
En ese momento se impulsaron reformas que dieron nueva vida al complejo, como los frescos ubicados sobre la escalera imperial del mismo. En 1893 pasó a convertirse en la sede de la 7ª Región Militar, que se extendía por Galicia y Castilla la Vieja, y en Valladolid se ubicó la Comandancia General de Ingenieros y la Inspección de Sanidad Militar, llegando a ser sede completa de la 7ª Región tras la división que se produjo ese mismo año y que llevó a Galicia a convertirse en la 8ª Región Militar.
El edificio, en el que además de reyes residieron el pintor Diego Rodríguez de Silva y Velázquez y el general Espartero, entre otros, recibió su última visita real con estancia en mayo de 1921, con la visita a la ciudad del rey Alfonso XIII acompañado de su esposa Victoria Eugenia, de la reina María Cristina y del resto de la Familia Real.
Tras proclamarse la II República en abril de 1931, y suprimirse las Regiones Militares, el Palacio Real se convirtió en la sede de la 7ª División Orgánica del Ejército, para pasar en 1937, tras imponerse las tropas sublevadas en la ciudad, a ser de nuevo la 7ª Región Militar. En 1940 se cambió su denominación a Capitanía General de la 7ª Región Militar.
Una vez reestablecida la democracia, en 1987, se unificaron de nuevo las 7ª y 8ª Regiones Militares y La Coruña pasó a ser la sede del Mando Regional Noroeste, mientras que en Valladolid se ubicó la 2ª Jefatura de la Región. En 1997 pasó a convertirse en el Mando de Apoyo Logístico Regional, hasta que el 1 de junio de 2005 se establece como Cuarta Subinspección General del Ejército, la denominación que mantiene hasta la actualidad.
Un majestuoso edificio
El edificio se encuentra compuesto por un conjunto principal que engloba tres patios, la suntuosa escalera imperial y una capilla. Se han perdido muchas estancias de su construcción original, como las casa nobles que colindaban con el Palacio Real, la Plaza de Toros, los jardines, la Capilla Real, el convento de San Diego o la Iglesia, y se conservan las esculturas y pinturas en el Museo de la Pasión y en el Museo Nacional de Escultura, ubicado a pocos metros del palacio.
Cuenta con un primer patio singular por sus dos pisos de arcos carpaneles, que cuentan con decoración de mediallones que se atribuyen a Esteban Jamete, y con escudos de los diferentes territorios que pertenecieron al Imperio Español. El segundo patio, que se conoce como Galería de los Príncipes de Saboya, cuenta con arquería de medio punto y con una fuente central de mármol que se encuentra decorada con sirenas.
La majestuosa escalera principal fue construida a finales del siglo XVIII por el arquitecto Ventura Rodríguez y recuerda la disposición y las proporciones de la escalera imperial del Alcázar de Toledo. La fachada data del siglo XVII y cuenta con torres a los extremos, con dos primeras alturas mostrando una marcada sobriedad herreriana, y la tercera, con un ritmo alternante palladiano. A ello se suma el enfoscado, la remodelación y la nueva decoración de carácter neorrenacentista del siglo XX, que completa el edificio. Un suntuoso palacio que fue cuna y residencia de reyes y testigo privilegiado del paso de la Corte por Valladolid.