Nava del Rey es un municipio que se ubica en la vertiente meridional de Valladolid. Se encuentra a unos 50 kilómetros de la capital y forma parte de la Comarca de Tierra del Vino, a una altitud de unos 750 metros sobre el nivel del mar. En la actualidad, como informa el Instituto Nacional de Estadística (INE) cuenta con una población de 1.925 habitantes.
El término municipal se extiende sobre un territorio que ocupa cerca de 126 kilómetros cuadrados y el origen de la villa está estrechamente vinculado a la política de repoblación que comenzaron los monasterios a partir del siglo XII, como también ocurre con otros territorios cercanos.
Dos de los monumentos más queridos del lugar pasan por ser la Iglesia Parroquial de los Santos Juanes, una obra del siglo XVI, y también la Ermita de la Vera Cruz, que está fechada en el siglo XVII y pasan por ser dos ejemplos de la riqueza patrimonial, cultural e histórica con la que cuenta el lugar.
Otro de los lugares más queridos del municipio es el Bar Tennessee, que regenta Manuel, al que todos conocen como Manolo en el pueblo pucelano y que se ubica en la calle González Pisador, número 56.
En nuestro paseo por los bares, restaurantes y mesones de la provincia vallisoletana de los domingos, hoy conocemos un poco más de la historia de este establecimiento hostelero y de su dueño.
Toda la vida dentro del mundo hostelero
“Me considero una persona normal. Un currante. Trabajo todos los días de diario, los fines de semana y los festivos. No paro y me gusta estar siempre con algo que hacer e intentando dar el mejor trato a todas las personas que llegan hasta mi bar para que se vayan contentos”, afirma Manuel González Herrador, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Él nació en su pueblo, hace casi 65 años. Lleva un total de 53 en el mundo de la hostelería, currando sin parar, y un total de 34 en el Bar Tennessee que ahora es suyo y al que quiere seguir dando vida, para seguir ocupado, por un lado, y por el otro para dar un servicio imprescindible a su pueblo.
“Llevo toda la vida viviendo en Nava del Rey. Empecé a trabajar con 11 años. Lo hacía con mis padres, en el Casino. Ellos lo gestionaban y yo ayudaba, en lo que podía. Después estuve trabajando en otros establecimientos hosteleros hasta que hace 34 años abrí mi bar, el Tennessee”, explica nuestro entrevistado.
Ahí comienza la historia de un lugar que ya es mítico en Nava del Rey.
Él solo al frente del Tennessee
Un bar, que cuando él lo cogió para tomar las riendas no era, ni mucho menos, lo que es ahora. De hecho, cambió el nombre. De La Esponja, a Tennessee. Después obras para hacer el bar más grande, compra de maquinaria y a funcionar.
“El bar tiene 144 metros cuadrados y lo gestiono yo solo. Aquí sirvo cafés, y por las noches pongo copas. Viene la juventud, sobre todo los fines de semana porque pongo música, y aquí se lo pasan bien. Es un lugar para disfrutar e intento que aquí tengan de todo para que vivan una gran noche”, asegura Manolo.
El hostelero sacrifica todo para tener abierto su bar. Cada vez que alguien entra al lugar, él se pone en guardia para que al visitante no le falte de nada y reciba el mejor cuidado. Eso le ha hecho sumar años y años y ser un referente dentro del mundo hostelero del pueblo.
Su vida
“Tengo 65 años, pero quiero seguir un poco más, hasta la jubilación. Después, no sabemos lo que haremos, pero no quiero pensar en ello. Quiero disfrutar el momento y seguir con mi negocio como he hecho a lo largo de toda la vida”, apunta nuestro protagonista.
Sobre si es difícil llevar un bar en el medio rural, Manolo asegura que “sí”, sobre todo “si no tienes clientes”. Sin embargo, él cuenta con una clientela fiel que le va a hacer una visita, bien para tomar un café, bien para beber un refresco o una copa.
“Mi bar es mi vida”, acaba asegurando el dueño del Bar Tennessee, un lugar que ha escrito una gran historia a lo largo de estos años y al que, seguro, que le queda aún mucha tinta para seguir haciéndolo.
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