María Francisca Enríquez Gómez

María Francisca Enríquez Gómez

Zamora

Maruqui, de Zamora a Brasil por la devoción y el deseo de ayudar a quienes más lo necesitan

Esta vecina de Manganeses de la Lampreana lleva cerca de medio siglo siendo misionera

24 agosto, 2022 09:37

Cerca de medio siglo siendo misionera y con la ilusión imperturbable. María Francisca Enríquez Gómez, conocida como 'Maruqui', de 68 años, vuelve a Manganeses de la Lampreana para pasar unos días con su familia y en su pueblo, pero volverá a Brasil donde es misionera de la congregación María Inmaculada. Trabaja con los jóvenes y para los jóvenes, con el objetivo de que tengan una oportunidad de labrarse un buen futuro

- ¿Cómo surge su vocación de misionera?

Creo que solo hay una vocación: la de seguir a Jesús y desear fuertemente anunciarlo, querer reproducir su vida con nuestra vida, aquí y ahora. Nací en una familia católica practicante, en un ambiente cristiano lleno de practicas religiosas, catequesis, etc. A los 18 años salgo del pueblo para poder continuar los estudios y trabajar. Fui a Bilbao, allí viví dos años en los que toda esa religiosidad no daba respuesta a mis preguntas, a mis necesidades, a mi fe. Deje toda práctica religiosa. Fue un tiempo de búsqueda de mi misma, del sentido de mi vida, sin encontrarlo, y seguí buscando.

Pedí un destino en el trabajo a Palencia, sin conocer a nadie. En las dos ciudades viví con otras jóvenes en una residencia de Jóvenes con las Religiosas de Mario Inmaculada. Un día -por una causalidad- accedí a un encuentro de oración para acompañar a una compañera. Allí, con 20 años, me encontré por primera vez con el Crucificado, y como dice S. Ignacio tuvimos un dialogo. Comencé a comprender el sentido de su vida y como me invitaba a seguirlo, era intentar vivir como Él vivió. No dudé, pero seguí buscando durante otros dos años. Y descubrí que lo que yo había recibido gratis, debía darlo gratis, y decidí seguirlo en los jóvenes y con los jóvenes.

Ya llevo 46 años en esta linda aventura.

- ¿Qué labor realiza en Brasil?

La labor que realizo en Brasil continúa siendo con los jóvenes desde la acogida y la prevención; dando posibilidades de que tengan una oportunidad en la educación, en la vida social y laboral. Desde Tocantins, a Rio Grande do Sul, ahora en Sao Paulo, una inmensa ciudad con grandes bolsas de marginalidad, jóvenes en situación de vulnerabilidad y falta de oportunidades.

- ¿Cuáles son las principales preocupaciones o problemas de la población?

Brasil es un inmenso país con más de 50 millones -solo- de jóvenes, mayor que la población total de España. Éste es el gran desafío: llegar a los jóvenes y que alcancen oportunidades de desarrollo, muy reducido a una minoría privilegiada. En ellos está la esperanza y la posibilidad de superar los problemas actuales de violencia, el trafico de drogas y personas, la pobreza, discriminación de las favelas, la discriminación racial, etc.

- ¿Qué aportan los misioneros de la Iglesia Católica en los países en vías de desarrollo?

Hoy los misioneros, sucesores de los primeros que llegaron siglos atrás, continuamos llevando nuestra propia pobreza, nuestra experiencia de fe, para compartir y enriquecernos mutuamente con la fe de ellos; intentando llevar y anunciar a Jesús y su Buena Noticia a los más pobres, para decirles que ellos son los primeros en el Reino, pero también, comenzar juntos aquí ese Reino desde la fraternidad universal, la promoción personal y profesional.

- La escasez vocacional en el “primer mundo”, ¿obligará a que ahora lleguen vocaciones de países extranjeros?

La escasez vocacional no creo que nos “obligue” a nada. Sin embargo, nos invita a comprender que no somos “los salvadores del mundo”, que tal vez tuvimos la oportunidad de ser los primeros, pero que no somos los últimos ni los únicos. La fe es de todos, es mucho mayor que mi propia fe, y esto es muy importante porque nos ayuda a ser más humildes y a valorar y necesitar la fe de los demás. Es una suerte poder estar en otros lugares, en otras culturas, esto nos ayuda mucho a vivir en una “casa común”, que en ningún lugar eres “extranjero” porque todos son tus hermanos, y cualquier tierra, es tu tierra.

- ¿Volverá a su tierra zamorana en un futuro?

Siempre he pensado que el Señor escogió el lugar donde quiso que naciera y estoy muy feliz de ser de Manganeses, de la gente de mi pueblo, de la llanura, los trigos, la laguna… Pero que también Él va a escoger el lugar de mi partida al “Nuevo Nacimiento”. Pertenezco a una Congregación muy sencilla con un carisma precioso que me encanta y con el que me siento identificada y en ella hice voto de obediencia. Deseo estar donde me necesite, en él, siempre me espera el Señor.

Desde aquí, mi agradecimiento a todos vosotros, los que trabajáis con empeño por las misiones, por los que estamos lejos y hacéis posible la comunicación cortando distancias y aproximando corazones.