Cuando Las Edades del Hombre revolucionaron Zamora
¿Recuerdas aquel 30 de mayo de 2001? Un momento histórico para Zamora que te ofrecemos en imágenes
16 septiembre, 2023 07:00Noticias relacionadas
La famosa exposición de Las Edades del Hombre volverá a celebrarse en Zamora 24 años después. Será en su edición de 2025. La Perla del Duero compartirá este honor con la ciudad portuguesa de Oporto en la primera celebración transfronteriza desde la creación de este importante evento de arte sacro.
Un hito histórico por la primera unión entre dos países, España y Portugal, a través del río Duero y la cultura compartida entre ambos, que nacía tras la catástrofe de los incendios la Sierra de la Culebra en el año anterior. El propio obispo de Zamora, Fernando Varela, indicaba que esta exposición buscará ser un "homenaje" a todos los que sufrieron la devastación del incendio y la"tragedia humana, ambiental y económica" que supuso en la provincia.
Así que parece que Zamora no solo repite edición, sino que volverá a ser una de las más especiales de sus veintiséis ediciones. Y es que para los zamoranos, la celebración en 2001 de Las Edades del Hombre fue una auténtica revolución para la ciudad. Especialmente para su economía y turismo. Nunca en la historia de la capital zamorana se había visto tal llegada de turistas a sus calles.
Según los datos de la época, Zamora superó el medio millón de visitantes (510.000) en los 200 días que duró la exposición, que recibió el título de 'Remembranza'. El bombazo de la exposición de arte sacro en Zamora fue tan grande que durante sus tres primeros meses, acudieron a la capital 258.393 visitantes. De hecho, esta edición superó a las celebradas en Burgos (500.000), El Burgo de Osma (458.757), Astorga (460.000), Ponferrada (407.040), entre otras.
Tanto es así que hubo que esperar 16 años, hasta 2017, para que la Oficina Municipal de Turismo de Zamora superara el número de visitantes que acudieron a solicitar información. En aquel 2001, un total de 69.481 turistas acudieron a la Oficina Municipal de Turismo, y no fue hasta 2017 que este servicio registró 70.473 personas.
Aquel 30 de mayo que revolucionó Zamora
En un primaveral 30 de mayo de 2001, la ciudad de Zamora se iluminó con el mayor evento artístico que ha conocido su historia: la inauguración de la exposición 'Remembranza' de Las Edades del Hombre. Esta muestra se erigió como una de las citas artísticas más destacadas de España en aquel año, pues era la novena edición de la magna exposición de arte sacro de Castilla y León.
Las Edades del Hombre ya se habían convertido en un clásico en el calendario de exposiciones de la Comunidad, habiendo tenido ediciones previas en lugares como Valladolid, Palencia; y su primera incursión internacional en Amberes (Bélgica) siete años antes.
Su propósito principal era y es desde entonces mostrar al mundo el excepcional arte religioso que atesoraba Castilla y León, uno de los tesoros artísticos más destacados de la península Ibérica.
'Remembranza' tuvo tal importancia que hasta Zamora se desplazó una jovencísima infanta Cristina de Borbón, a la cual esperaron centenares de personas en la plaza de la Catedral, una de las sedes del evento. Testigos de la época recuerdan que la infanta derrochó simpatía entre los vecinos de la ciudad durante las dos horas que pasó en la capital.
De hecho, la hija menor de Juan Carlos I no se fue ni con las manos ni con el estómago vacío de Zamora. La infanta recibió un cojín bordado, elaborado un grupo de gitanas de una Escuela Taller de la Concejalía de Servicios Sociales, que le entregó el entonces alcalde, Antonio Vázquez; así como una talla del Pórtico de la Colegiata de Toro, por parte de la presidenta de la Diputación, Pilar Álvarez. Y, además, Cristina degustó quesos zamoranos en el Parador.
Otra de las particularidades de la muestra de Zamora es que, por primera vez, el arte sacro convivía armoniosamente con elementos del arte popular. Curiosamente este punto fue uno de los que más admiró la infanta durante su paseo por la exposición. Cristina se paró a admirar varias de las mascaradas de la provincia, como el Zangarrón o los Carochos; y mostró su admiración ante los trajes regionales con bordado carbajalino que también se mostraron aquel año.
El motivo principal de esta exposición era conmemorar el 1.100 aniversario de la constitución de la diócesis de Zamora, marcada por el nombramiento de San Atilano como su primer obispo.
La exposición se desarrolló en tres escenarios emblemáticos: el antiguo laboratorio municipal del Castillo, la iglesia del Carmen de San Isidoro y la majestuosa Catedral del Salvador. La inclusión de muestras etnográficas en esta edición contribuyó a elevar el número de piezas exhibidas a la impresionante cifra de 374, la gran mayoría de ellas provenientes de la diócesis de Zamora.
Entre las piezas más espectaculares de 'Remembranza', el comisario de la muestra Antonio Meléndez destacó el Bote de Zamora, un bote árabe de la época califal del siglo X, hecho en marfil, que alguna vez formó parte del tesoro de la Catedral zamorana y que en ese momento se encontraba en el Museo Arqueológico Nacional.
Esta pieza está considerada como una de las joyas de los marfiles hispanomusulmanes por la finura en sus detalles y por su cuidada ejecución. Este también fue admirado especialmente por la infanta Cristina durante su inauguración, junto al cuadro de la Virgen de la Mosca, que actualmente se conserva en la Colegiata de Toro.
'Remembranza' también contó con obras de gran interés y valor artístico de otras provincias como una tabla del Resucitado del artista flamenco Ambrosio Benson, procedente de la Catedral de Burgos; un Cristo yacente de Gregorio Fernández, proveniente del convento de las Clarisas de Lerma (Burgos); así como trabajos de Diego de Siloé, de la diócesis de Salamanca, y de Benvenuto Cellini, procedentes de Segovia.
La experiencia de la exposición comenzaba con la proyección de un vídeo en el antiguo laboratorio municipal del Castillo, que llevaba a los visitantes a los comienzos de la diócesis de Zamora, presentando a sus obispos, santos patronos y los dos grandes monasterios de la región leonesa: Moreruela y Valparaíso.
En la Catedral se exploraban las fiestas populares de Zamora y otros ciclos histórico-artísticos. Mención especial merecían las trece tablas de Arcenillas, obras de Fernando Gallego, que regresaban (al menos temporalmente) a la Catedral, instaladas a la derecha del altar mayor.
El hilo conductor de la exposición se centraba en los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego, en consonancia con los versos de Claudio Rodríguez, que fungían como guía lírica del contenido y la esencia de la muestra.
Impacto en la hostelería
Con el paso de los años, la creciente fama de la Semana Santa de Zamora y algunos otros eventos como Fromago, la ciudad y su hostelería se han ido habituando a la recepción masiva de visitantes. Pero en aquel recién estrenado milenio, para la hostelería zamorana esta llegada de turistas fue absolutamente desbordante.
Así que la hostelería fue uno de los sectores más beneficiados durante la exposición, ya que los hosteleros zamoranos ofrecieron menús a precios razonables, con platos típicos de la provincia. Estos, que oscilaban entre las 1.600 y 2.500 pesetas, según el restaurante, incluían delicias locales como el arroz a la zamorana, los garbanzos de Fuentesaúco y los habones sanabreses como primeros platos. Los segundos platos ofrecían una variedad de opciones, desde trucha hasta bacalao y carnes de la tierra, siempre acompañados del vino de Toro, una denominación por entonces en pleno auge.
Esta iniciativa gastronómica complementó de manera excelente la experiencia cultural de ' Remembranza', haciendo de la visita a Zamora una experiencia inolvidable para todos los sentidos. Tanto es así que, durante años, muchos de los turistas que acudieron a la muestra regresaron a la ciudad para hacer una visita turística más pausada.