Cuando de frente tienes el horror y el aplauso nace de tus entrañas
Ha pasado un año desde que el comienzo de esta pesadilla llamada coronavirus nos golpeara con fuerza allá por el mes de marzo de 2020. Un año de contagios, fallecidos, restricciones y mucha pero que mucha pena por las calles del territorio nacional en general y de las de Valladolid en particular.
Al comienzo de la misma, fueron muchos los que se asomaron a sus balcones, a las 20.00 horas de cada tarde, para dar un aplauso a los sanitarios y agradecer su labor. En unos días en los que los hospitales se desbordaron, tanto en las plantas como en las UCI, y en los que el miedo estaba presente en el rostro de todos en pleno comienzo del confinamiento total.
“Se me ponía la piel de gallina”, nos cuenta, en declaraciones a NoticiasCyL Valladolid, Miguel Ángel Luengo Medina, vallisoletano, de 63 años de edad, que vive en la calle Real de Burgos, 8, a escasos metros del Hospital Clínico y que, desde su balcón, nos relata un año después cómo vivió esas jornadas que permanecerán ya de por vida en su memoria por el resto de sus días.
Un gran susto y paso por el hospital
Este pucelano, amante de la lectura y de pasear, no en vano ha realizado el Camino de Santiago y se ha aficionado a jugar al pádel una vez por semana, tuvo que pasar por el Hospital Clínico Universitario de Valladolid al principio de la pandemia, justo cuando todo se tornó en caos.
“Viví los primeros días de pandemia con mucha preocupación y en el hospital donde me ingresaron por pancreatitis. Me cambiaron dos veces de habitación y en otras dos ocasiones también cambié de compañero de cama porque tenían síntomas de estar contagiados por COVID-19”, nos cuenta Miguel Ángel.
El vallisoletano añade que en el hospital, por aquel fatídico mes de marzo, había “mucho nerviosismo” por parte de pacientes y familiares con “visitas mucho más restringidas” y “sanitarios agobiados y doblando turnos” aunque nos confiesa que los profesionales “con él fueron muy amables”.
La emotividad del aplauso
Tras este gran susto y comprobando, en primera línea de batalla, con lo que estaban lidiando los profesionales sanitarios, Miguel Ángel nos acompaña hasta su galería para emocionarse un año después con los aplausos que dedicaba a estos cada día a las 20 horas de la tarde a escasos metros del Hospital Clínico Universitario de la ciudad del Pisuerga.
“Recuerdo el inicio de los aplausos con mucho cariño. A mí se me ponía la piel de gallina. La cercanía al centro hospitalario le daba un plus de emotividad. Al principio éramos muchos vecinos los que nos asomábamos y era siempre emocionante ver cómo los sanitarios también salían a saludar. Yo lo podía ver todo desde mi terraza”, añade.
Las lágrimas en lo que era un reconocimiento mutuo de afecto en días tan complicados eran habituales. “He visto cuando estaba dentro y también fuera del hospital como, a las 20.00 horas, cuando salíamos a los balcones todos nos emocionábamos y el aplauso florecía de nuestras entrañas”, apunta Miguel Ángel.
Optimista por naturaleza
“Soy optimista por naturaleza pero creo que todavía nos queda mucho camino por recorrer en este año 2021”, asegura el pucelano, que añade que ve “mucha irresponsabilidad” por parte de la ciudadanía cuando sale a la calle y apunta que “no vale echar la culpa a nuestros dirigentes si no ponemos de nuestra parte”.
Nuestro entrevistado apuesta por “agilizar la vacunación” para ir volviendo, poco a poco, a una normalidad que habrá que esperar para ver cómo queda tras el paso de una pandemia que llegó hace más de un año ya para cambiarlo todo.
“Deseo que las secuelas sanitarias y económicas no hagan un daño irreparable en las personas de nuestro país y podemos levantarnos. Espero que esta lamentable experiencia nos sirva para aprender de ella y que no se vuelva a dar una pandemia de esta magnitud”, finaliza.
Miguel Ángel cierra la ventana y el recuerdo vuela a un Hospital Clínico, a escasos 30 metros, donde la batalla de la tercera ola COVID-19 no ha finalizado aún y a la vista de una cuarta ahora que el descenso de la incidencia acumulada se empieza a estancar con leves repuntes incluso.