El Cristo de las Batallas de Ávila, la talla que guió a los Reyes Católicos hasta Granada
ICAL
En las primeras horas del Jueves Santo, los penitentes de la Hermandad del Santísimo Cristo de las Batallas recorren las céntricas calles de la ciudad de Ávila, y bordean la Muralla por su lienzo norte. Es la procesión de La Madrugada. Cruces arrastradas por penitentes descalzos sobre el frío adoquín y una tenue luz procedente del fuego de antorchas que portan los hermanos cofrades crean un halo de misterio alrededor de la única talla que se puede contemplar esa noche y que a pesar de ser probablemente la más pequeña de cuantas desfilan por la ciudad en Semana Santa, apenas sesenta centímetros de altura, brilla por sí misma por las leyendas que existen alrededor de ella, y su calidad artística. Tiene su origen en tiempos de los Reyes Católicos, y todo apunta a que éstos la llevaran en cuantas batallas libraron, de ahí la advocación del Cristo de las Batallas.
La documentación existente sobre esta pequeña imagen, que se protege en un pequeño baldaquino dorado, sitúan su origen en el siglo XV, posiblemente del taller del popular escultor florentino Lucca de la Robbia. Sus reducidas dimensiones avalan la teoría de que podía ser transportada con facilidad por los ejércitos a caballo de los Reyes Católicos, a quienes ayudaría a conseguir victorias tan importantes como la conquista de Granada.
Estudios históricos avalan que esta imagen fue comprada por la Corona de Aragón y pasó a la dote de los Reyes Católicos, a los que acompañó siempre en sus contiendas y conquistas. Finalmente, Isabel y Fernando depositaron la talla en el año 1571 en el Convento de Aldeanueva de Santa Cruz, cuyas religiosas dominicas acabaron trasladándolo a su casa de Ávila, el Convento de Mosen Rubí, donde hoy se custodia tan valiosa talla. Destaca su rostro, por la profundidad de su mirada, “en la que deja entrever los efectos de ternura y bondad que parece transmitir e invita a seguirle a cuantos le contemplan”, como apuntan desde la Hermandad.
Los cordones con poderes sanadores
Durante la procesión, uno de los pocos momentos al año en los que se puede ver esta talla, el Santísimo Cristo de las Batallas porta al cuello un cordón rojo, similar al que llevan anudado los penitentes durante la procesión recordando su poder milagroso, al que los Reyes Católicos debieron sus mejores conquistas. La Hermandad recuerda hoy un milagro singular: “Estando para dar una batalla y según piadosa costumbre, invocaban los ejércitos al Apóstol Santiago, patrón de España y en voz clara que percibieron todos habló el Santo Cristo diciendo: No es necesario otro socorro, estando yo aquí”. Desde entonces, la Sagrada Imagen, fue objeto de una mayor veneración por parte de todos. Y en señal del maravilloso prodigio, el Santo Cristo, que hasta aquel momento había tenido la boca cerrada, quedó con ella entreabierta. Y así permanece hoy.
La devoción por el Cristo de las Batallas y por el cordón que lleva al cuello se ve engrandecida por la fe que ha despertado entre los fieles por sus poderes sanadores. En 1937 las monjas tuvieron que sacar la talla por los alrededores del convento en varias ocasiones para que los abulenses pudieran demostrar su fervor. Los feligreses pasaban paños y pañuelos por la imagen, y de ahí las dominicas deciden crear un cordón fino, ‘rojo batallas’ se suele denominar, para que la gente lo lleve encima y les proteja durante todo el año.