La única forjadora tradicional de Castilla y León crea maravillas a hierro y fuego en un taller de Zamora
“La forja me salvó la vida”. Así de tajante lo cuenta Elena Laura Sánchez Araujo, una de las pocas mujeres de España y la única de Castilla y León que desarrolla este oficio de forma tradicional en su taller de San Román de los Infantes, en Zamora. Una de las actividades de artesanía más arraigadas de las zonas rurales del país y que fue totalmente imprescindible para la vida diaria de los pueblos de Zamora, Castilla y León y el resto de España durante muchos años.
Ahora, la forja queda como un oficio “casi ornamental”, como explica esta zamorana, cuya vida está íntimamente unida al fuego y el hierro. Y es que con solo 18 años, Elena vio como su vida se transformaba por completo al entrar, por primera vez, al taller de herrería de su padre en San Jerónimo, en el barrio de San Frontis de Zamora capital. En una época donde esta mujer “estaba muy perdida”, su padre decidía inculcarle este ancestral oficio y la respuesta no pudo ser mejor. Elena describe que “nunca volví a salir de allí”. La zamorana reconoce que “crear algo con mis propias manos” fue una sensación indescriptible y, desde entonces, no ha dejado de aprender. Elena se formó durante años con su padre, de lo cual tiene “recuerdos muy bonitos”, para luego estudiar en la Escuela de Artes de Zamora y hacer un curso de soldadura en la escuela Villa de Tábara. Y, aunque, estuvo durante años practicando la forja de forma intermitente, siempre se ha dedicado a la soldadura como forma de vida. Hace cuatro años, esta mujer cumplía su sueño de tener su propio taller de forja, a solo 20 kilómetros de Zamora, y donde dedica los fines de semana a crear sus caprichos. Mientras se gana la vida como mecánica soldadora fabricando kayaks de competición en una empresa de Zamora. Así es, los grandes deportistas zamoranos y españoles que compiten por todo el mundo van montados en las piraguas que esta zamorana suelda y monta a diario.
Y es que Elena no suele vender sus trabajos ni realiza encargos de forma habitual. Crea porque ella quiere. Porque la inspiración le llega, lo digiere en su cabeza a lo largo de la semana, lo dibuja y cuando, por fin, el sábado llega, hace realidad a hierro y fuego sus fantasías ornamentales. Todo un proceso artístico y creativo, pero que a ella no le gusta llamar “arte”, porque se considera “artesana”. Una artesana que, actualmente, se inspira en los bellos campos zamoranos, la naturaleza y los animales, de los que disfruta teniendo el taller en la pequeña localidad sayaguesa. Eso sí, ella misma cuenta que “igual en unos años me aburro y me tengo que venir a inspirar a Zamora”.
Una Zamora que está ‘plagada’ de las obras de otro artista y artesano que Elena conoce muy bien: José Luis
Alonso Coomonte. Y es que la forjadora tuvo la suerte de aprender del escultor benaventano, cuando ella tenía apenas 19 años. Como buena “fanática” del Premio Castilla y León de las Artes 2021, se muestra muy feliz de haber podido ver de cerca el trabajo de Coomonte y haber aprendido en su taller. Todo gracias a que su padre y el benaventano trabajaron juntos haciendo un monumento para Alcañices, y el padre de Elena puso como condición para la tarea “poder llevarse a la chica”. Dicho y hecho. Elena se pasó semanas viendo trabajar de cerca al escultor zamorano, del que guarda un precioso recuerdo en forma de pulsera de plata que le hizo en el macho pilón. De Coomonte aprendió a hacer pátinas, moldes de vaciado de escayola y a cortar vidrio, y aún recuerda que “no sabía quién era” cuando su padre le dijo que iban a ir a trabajar con él.
Las redes sociales, una ventana para conocer y darse a conocer
Los trabajos de Elena pueden verse en su cuenta de Instagram @acerosinolvidables, donde muestra maravillas como un ajo o una hoja caída hechos de hierro, además de algunos de los pocos encargos para negocios de Zamora que ha querido realizar. Y es que las redes sociales fueron una ventana para darse a conocer, pero también para saber que “no estaba ahí sola”. Elena cuenta que “no daba mucha importancia” a lo que hacía. Sus amigos y familia siempre la habían conocido haciendo forja y no les llamaba la atención. Pero a través de Internet descubrió a cientos de artesanos con los que compartir técnicas, aprender y que también se han inspirado en sus trabajos para crear. Algo de lo que Elena se siente “orgullosa” y le hace ilusión cuando algún compañero o compañera de gremio le escribe para decirle que se ha fijado en su forma de forjar.
De hecho, Elena defiende que va a ser gracias a Internet que la forja artesanal “no se va a perder”, o al menos, sus enseñanzas. La zamorana cuenta que su padre “sufría” porque las técnicas de la forja “se iban a perder”, una vez los trabajos de este tipo dejaban de ser imprescindibles para la población y quedaban para temas decorativos. Ahora con YouTube “los tutoriales están ahí y hay muchísima información”, se alegra la zamorana. Así que ‘larga vida’ a la forja y que Elena siga creando artesanía, que no arte, en tierras zamoranas.