Más de un siglo viviendo por los pelos
Fran Moreno representa la cuarta generación de peluqueros-barberos en su familia y forma parte del negocio familiar más antiguo del gremio en Valladolid
25 agosto, 2021 13:44Algo tiene en común (y no solo el nombre) Fran Moreno con su padre, con su abuelo y con el creador de una gran saga profesional, su bisabuelo Don Francisco. Comparten ilusión y pasión por su trabajo, buena muestra de ello es que su negocio familiar ha superado más de un siglo de vida profesional en la capital vallisoletana.
Son maestros de la tijera, profesionales del corte y expertos barberos. Los Moreno conforman el negocio del sector más antiguo de la capital, han pasado por más de doce locales escribiendo la historia de una estirpe que atesora más de cien años de tijera y navaja y con sus virtuosas manos han cambiar la imagen de miles de vallisoletanos. Los Moreno saben mejor que nadie lo mucho que ha variado una profesión que celebra hoy, 25 de agosto, el Día Internacional del Peluquero.
Para entender su historia hay que remontarse más de un siglo atrás, cuando el bisabuelo de Fran -el joven de 34 años que regenta actualmente la Peluquería Barbería bajo el sello familiar- comenzó en los felices años veinte a cortar el pelo a hombres y a mujeres en su local unisex, algo completamente transgresor para la época.
Su estilo personal y su profesionalidad se han ido transmitiendo de generación en generación, ya que el abuelo de Fran, Paco, tomó después el relevo trabajando en varios puntos de Valladolid para seguir con un arraigado negocio familiar a la vez que se convertía en 1975 en uno de los fundadores de la Asociación de Peluquerías de Caballeros de Valladolid, entidad que organizó el primer cursillo de peluquería de caballeros y el Primer Certamen Provincial de Peluquería de Caballeros de la capital. Los Moreno han sido pioneros en todos los sentidos. Años más tarde, el padre de Fran se adelantó de nuevo a su época y fue el encargado de ampliar el concepto de negocio contratando una masajista y una esteticista para completar la experiencia de sentirse bello.
Fran se ha criado entre tijeras, brochas y navajas. Lleva trabajando toda su vida en el negocio familiar y, pese a su juventud, sabe mejor que nadie lo que significan las palabras trabajo, sacrificio y esfuerzo. "Mi padre me daba trabajo, pero no me daba dinero. Era de los que decía que le tenía que pagar yo por enseñarme, así que mientras aprendía me he buscado las habichuelas como he podido. He soldado, he pintado, he puesto pladur, estuve en Arzuaga haciendo vino, he trabajado en Discalesa repartiendo y hasta me fui de feriante con 17 años para comprarme la primera moto. Nunca se me han caído los anillos, la verdad", explica el joven de 34 años.
Tras pasar por varios locales, lleva cuatro años en el de Rúa Oscura y desde entonces ha atendido a cientos de clientes que repiten por la familiaridad, el buen trato y la profesionalidad que dan los años. Lo bonito de este oficio según este barbero de cuarta generación es "que ésta es una labor en la que, trabajando bien, puedes ir a cualquier parte del mundo en caso de que no te aten tus raíces pucelanas, esa tierra que tanto se quiere y se odia a la vez".
Otro aspecto que destaca el joven experto es la vertiente social de esta profesión "esto es como un confesionario en el que conectas muy bien con los clientes con los que consigues entablar una buena amistad con el paso del tiempo. Algunos hasta del Barça, los Moreno somos todos del Madrid, aquí el que no sale a la raza se le mata", bromea Moreno.
Se siente feliz por poder seguir atendiendo cada día a sus clientes a la vez que sigue representando a su familia, "sobre todo a mi abuelo, me acuerdo cada día de él y eso hace que no suela perder la paciencia porque yo tengo la mecha más corta, pero él era un ejemplo en todo".
Más de un año de pandemia
Con una difícil situación social, sanitaria y económica, Moreno repasa el impacto que ha tenido el coronavirus en este negocio centenario. "El hecho de ser autónomo 24/7 genera mucho estrés y el confinamiento y la pandemia han sido muy duros para el sector. Primero dijeron que íbamos a ser esenciales, (que lo somos hasta para la salud mental de la gente, es importante mirarse al espejo y verse bien) luego que no y sin saber nada de nada te cierran el chiringuito y no te dicen cuándo vas a poder abrir. Nos siguen cobrando las cuotas de autónomos, cuotas que para colmo este año nos volvieron a subir, pase lo que pase en este país siempre pagamos el pato los autónomos", señala Moreno que representa a miles de vallisoletanos que continúan tratando de mantener a flote su negocio en duros tiempos de recuperación sanitaria y económica.
"Al final hemos ido tirando todos del carro, los primeros y valientes, los clientes, que pese a la desinformación con el virus se atrevieron a venir; algunos al principio dejando propinas desorbitadas que te hacen sentir que formas una pequeña parte de su día a día. Al principio fue un 'boom' de gente y carga de trabajo y luego vino el bajón", un bajón terrible que Moreno recuerda a día de hoy.
"Alguno pensaba que nos íbamos a hacer de oro y el sector sigue muy afectado y seguirá mientras no se vuelva a la normalidad y se continúe castigando a la hostelería. Yo en concreto, he notado que cuando decían que abrían los bares había una subida de trabajo y cuando cerraban, otro parón en seco. En España guste o no parar la hostelería es parar medio país y, por desgracia, el tiempo tampoco se puede recuperar porque los autónomos tienen que seguir pagando cada mes y cada trimestre".
Flujo de clientes y facturas
Moreno ha cambiado su horario y ha decidido concentrarlo en cuatro días a la semana para estar parado el menor tiempo posible y siempre con un ojo pendiente a las cada vez más temidas facturas de la luz. "Está por las nubes y en los negocios eso se nota mucho".
Los clientes han pasado de una media de doce diarios a una flujo irregular "está la cosa extraña, un día igual solo tienes cuatro y otro veinte, también creo que cada vez perdemos mas clientes por la dificultad de acceder al centro en coche, diría que un 80% de mi clientela necesita el coche para poder llegar, bien porque viven lejos o porque cuadran sus viajes con el corte de pelo al igual que en el resto de compras y recados.
Superando cambios, crisis, encarecimentos, tiempos difíciles y pandemias, sin duda, los Moreno seguirán haciendo durante años lo que mejor saben hacer, cambiar la imagen de miles de vallisoletanos para que se sientan mejor consigo mismos. Por otro siglo más viviendo por los pelos.