Investigadores de la Universidad de Newcastle, Reino Unido, han descubierto que ponerle ojos a un objeto reduce en dos tercios la probabilidad de que lo tiremos a la basura. El estudio ha sido publicado en la revista PeerJ.
El experimento, planteado como una estrategia para reducir comportamientos antisociales, se realizó entregando a los sujetos dos folletos que advertían contra el robo de bicicletas, idénticos salvo porque la mitad de ellos llevaba impresos un par de ojos que observaban al lector. Un 15,6% de los participantes tiraron el folleto sin ojos, mientras que tan sólo el 4,7% dejó en la papelera la versión con ojos.
"Nuestro trabajo demuestra que la presencia de imágenes de ojos puede fomentar un comportamiento cooperativo y creemos que esto es porque la gente siente que están siendo observados", reveló tras la publicación el profesor Daniel Nettle, del Centro para el Comportamiento y la Evolución de la universidad británica. "Dado que nos importa lo que los demás piensan de nosotros, nos comportamos mejor y de forma más honesta cuando sentimos que nos están observando".
No es el primer estudio similar que realizan. En 2013, demostraron que usar un cartel con ojos y un corto mensaje antirrobo en los aparcamientos de bicicletas provocó una reducción del 62% en el robo de éstas. Desde entonces, además de la Universidad de Newcastle, muchas patrullas de policía local de todo el país están usando el llamado 'efecto de los ojos vigilantes'.
Pero, ¿es así de fácil? ¿Basta un par de ojos dibujados para engañar al cerebro y creer que realmente nos observan?
El watching eyes effect no es nuevo en psicología, sus primeras referencias datan de 2003, aunque Nettle y Melissa Bateson, autores de varios de estos estudios, son quizá los principales impulsores de la idea. Aunque ha sido replicado en varias universidades, no existe consenso sobre la falsabilidad del efecto de ojos vigilantes, ya que otros investigadores han tratado de aplicar el concepto a otros usos, sin éxito.
No siempre funciona
Por ejemplo, Thomas Brudermann, de la Universidad de Graz (Austria) pensó en los ojos vigilantes como forma de resolver un problema local. En su ciudad son comunes esos puestos con periódicos en los que los lectores toman un ejemplar y dejan el precio de venta voluntariamente. El problema es que mucha gente no paga, y pensaron que poniendo dos ojos lograrían revertir la tendencia. No funcionó.
Este mismo año, el psicólogo Yohsuke Ohtsubo y otros colegas de la Universidad de Kobe (Japón) hicieron un experimento (PDF) parecido para ver si poner ojos vigilantes en pósters y sobres incrementaban las propinas que unos voluntarios daban a otros. Descubrieron que no había diferencias significativas entre los voluntarios observados y los del grupo de control.
El concepto, por tanto, es discutido en la comunidad científica. Lo que sí parece demostrado desde un punto de vista evolutivo es que los seres humanos suelen cooperar más en público que en privado, dado que nos sentimos observados. Esta preocupación por nuestra reputación, dicen varios estudios científicos, es tan fuerte que hasta algo tan sutil como el dibujo de unos ojos podría forzarnos a ser más altruistas.
El estudio de Newcastle podría ayudar, por ejemplo, "a los vendedores de comida rápida para desalentar que la gente tire los envases", según ha declarado Bateson.
El paraguas bajo el que se agrupan este tipo de estudios -en los que no se obliga a los participantes a hacer algo sino que se les da libertad, eso sí, subrayando que una de las opciones es más correcta que las demás- se conoce como nudge psychology o psicología del codazo.