El animal más grande conocido capaz de escalar pegado a las paredes es el gecko, cuya variedad presente en España se conoce como salamanquesa. Un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge ha decidido analizar ahora cómo se desplaza este animal y lo ha comparado con otros con la misma capacidad, como ranas, arañas o lagartos.
Lo que han descubierto no sólo da luz sobre la biología detrás del fenómeno de reptar por las paredes hacia arriba, sino que explica científicamente por qué Spiderman fue realmente una creación extraordinaria de Stan Lee y Steve Ditko. Por motivos evolutivos, un hombre araña es algo que nunca podría suceder en la naturaleza y los zoólogos ingleses dan las claves sobre ello.
Para trepar, tanto los animales más pequeños como los ácaros como los más grandes -los geckos- utilizan una especie de almohadillas adhesivas que llevan en sus extremidades. Pero el porcentaje del área corporal total que suponen varía de una especie a otra y es mayor según crece el animal.
Así, para que el ser humano fuera capaz de escalar como el superhéroe de Marvel, tendríamos que tener unas almohadillas adhesivas del 40% de lo que ocupa nuestro cuerpo. Para movernos con la agilidad que lo hace Spiderman, éstas tendrían que estar en los pies, que no podemos utilizar para asirnos.
"Si un humano quisiera trepar por la pared como lo hace un gecko, tendríamos que calzar una talla de zapatos del 145", explica Walter Federle, el autor principal del estudio.
El truco evolutivo
En realidad todo es una especie de truco evolutivo, que implica que haya un límite de superficie en las almohadillas adhesivas y que sitúa al gecko como el animal más grande capaz de escalar.
Esta capacidad es "una de las cuestiones más interesantes en toda la biología", según señala otro de los autores, David Labonte, a EL ESPAÑOL. El zoólogo explica que se trata de una cualidad "íntimamente ligada a la diversidad" y que por ello se decidieron a estudiar su variación según la talla corporal.
Pero el análisis realizado por estos investigadores, publicado en la última edición de la revistas PNAS, tiene otras implicaciones: en concreto, intentar imitar la potencia adhesiva natural de las almohadillas de estos animales para reproducirla artificialmente y que fuera posible su uso por parte de humanos.
En este sentido, Labonte apunta al trabajo previo de investigadores de la Universidad de Stanford. "Han demostrado que podemos producir almohadillas adhesivas que nos permitirían escalar pequeños muros, pero no estaríamos ni medianamente cerca de mostrar la agilidad de los animales que lo hacen de forma natural. Las almohadillas reales son capaces de funcionar bajo las condiciones más extremas", subraya.
Por eso, el experto es drástico en sus conclusiones: "Aunque podemos aprender mucho de los adhesivos biológicos, no sería realista pensar que vayamos nunca a poder escalar como un gecko".