Pere Estupinyà escribe libros sobre ciencia que uno acaba encontrando en estaciones y aeropuertos, es decir, best-sellers. Tras licenciarse en química y bioquímica, comenzó en la televisión, pasó varios años en Estados Unidos, donde se codeó con los científicos más destacados del mundo, y ahora vuelve a España para cerrar el círculo con un nuevo programa de ciencia que verá la luz próximamente en TVE. Entre tanto, vuelve a las estanterías con otro presumible superventas, Comer cerezas con los ojos cerrados, que edita Debate.
¿Conoce esa ley de Stephen Hawking por la cual cada vez que uno mete una fórmula científica en un texto el número de lectores se divide por dos? ¿Usa usted alguna otra regla para escribir sobre ciencia?
Hay una muy graciosa que leí en un ensayo de Bertrand Russell y decía "para los escritores noveles: el primer capítulo, que sea incomprensible, porque si lo haces muy ameno no te van a tomar en serio". A veces, creo que no se debe subestimar al lector y hay que meter algún concepto sofisticado, que vea que lo tratas de manera inteligente. La clave es no meter cinco seguidos porque entonces se pierde.
A través de sus vivencias cotidianas, en el libro pasa de la física de partículas a la neurociencia. ¿Realmente vive con esa autoconciencia científica, es decir, si ve a una mujer atractiva piensa que se le están estimulando los receptores dopaminérgicos?
Hay fases, cuando estás muy metido en un tema empiezas a verlo así. Me pasó con el libro del sexo (S=Ex2. La Ciencia Y El Sexo, Debate), lo veía por todos lados, mis conversaciones siempre giraban alrededor de eso, estaba obsesionado. Luego hay aspectos de nutrición o deporte sobre los que siempre tengo una visión fisiológica, es decir, si me duele la barriga empiezo a analizar el porqué. Tengo una cierta tendencia analítica de las cosas.
En el libro menciona cómo en el siglo XIX la humanidad desconocía por qué brillaban las estrellas. ¿Qué dato o hecho científico en el que ahora confiamos hará que los habitantes de la Tierra en 2116 se rían de nosotros?
Estoy seguro de que en el siglo XXII nos llamarán bárbaros por lo de los combustibles fósiles, dirán: mira, en este período de la historia se quemó lo que la naturaleza tardó milenios en depositar bajo tierra, y por culpa de esto hubo un cambio climático que aún no sabemos si será más grave o menos. Cuando estuve en las Galápagos, me contaron que los primeros marineros que llegaban a las islas comenzaron a comerse las tortugas gigantes y a usar su grasa para alumbrar. ¿Qué hubiera pasado si no hubieran frenado? Que hoy no habría tortugas gigantes.
¿Hay algún tema científico que vea infrarrepresentado en los medios?
De manera genérica, la crítica dentro de la propia ciencia: por ejemplo, decir que el Human Brain Project está mal planteado y la Unión Europea se está gastando un dineral. También creo que no hemos tratado bien temas como la innovación, porque tiene que ver con la industria además de con la parte académica. En el periodismo científico estamos muy limitados al conocimiento, la publicación, el paper... deberíamos ser menos academicistas.
Pero quizá es un mal del periodismo en general, que sigue estabulado en secciones y sufre al intentar cubrir asuntos como las nuevas fuentes de energía, que tienen una pata en ciencia, otra en tecnología, otra en política, otra en economía...
Los periodistas científicos, que estamos acostumbrados a trabajar con datos y ser rigurosos, no estamos aprovechando la oportunidad de tratar temas más allá de la ciencia, temas que el periodismo suele tratar con fuentes que dicen una cosa u otra. Es justo lo que hice con mi libro sobre el sexo, tratarlo de una perspectiva diferente, con datos y estudios, no solamente preguntando a sexólogos. El otro día, un tipo del MIT me hablaba de un estudio que había demostrado que la productividad laboral de las mujeres después de tener un hijo no bajaba, e incluso aumentaba. ¡Demostrado con datos empíricos! Es una noticia, porque es algo contrario a lo que mucha gente suele pensar.
¿Cómo se conjuga escribir un libro como éste, que es exigente para un lector medio, y al mismo tiempo está enfocado para venderse masivamente?
No sé si combinan bien, porque igual me quedo a medio camino entre ambos, y ya me ha pasado antes. El otro día alguien en Facebook decía de un libro mío: "Es el mejor libro académico que he leído" y pensé: "mierda". Me lo habían dicho, que se lee bien pero que a alguna gente le parece muy técnico. Sí, igual podría hacerlo más sencillo. ¡Y quizás vendería más!
Mucha gente desconoce que existe un enconado debate entre los comunicadores de la ciencia sobre Eduard Punset. Si ser un referente así favorece a la divulgación o no. ¿Cuál es su posición?
Yo he sido fan y luego discípulo de Punset. Él apostó por mí cuando no era nadie y le estoy agradecido. Ha tenido algunos deslices, aunque hay un punto injusto en su evaluación, y es que se le critica por haber entrevistado a Uri Geller o Deepak Chopra en su primera etapa en Redes. Luego hubo años y años donde nunca se entrevistó a ningún pseudocientífico. Se está haciendo cherry-picking [falacia de prueba incompleta] con Punset, pero creo que a nivel global ha tenido un impacto en gente que nunca habría llegado a la ciencia, de no ser por un personaje estrafalario que hablaba de manera peculiar y con palabrejas que no terminabas de entender.
Pero, a fin de cuentas, lograba que una televisión nacional emitiese entrevistas con Richard Dawkins, Steven Pinker o António Damásio...
Claro. Aunque lo de anunciar pan Bimbo tampoco fue positivo, pero le tengo mucho cariño, y creo que los divulgadores científicos deberían estudiar a Punset para tratar de aprender por qué él tenía éxito.