Adiós a la polémica del aceite de coco: ni superalimento ni "veneno puro"
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Durante los últimos años no han sido pocos los aceites vegetales que han intentado desbancar a pesos pesados como el conocido aceite de oliva. Muchos de ellos han ido cayendo en desgracia, desde el aceite de girasol hasta el aceite de palma. Sin embargo, otros han visto como sus supuestos beneficios nutricionales se han vanagloriado en exceso, como es el caso del aceite de coco.
Recientemente, remando justo hacia el lado contrario, una profesora de nutrición de la Universidad de Harvard ha llegado a tildar al aceite de coco como "veneno puro". Si bien es cierto que no existe evidencia científica de que este aceite vegetal tenga una superioridad nutricional sobre otros aceites ni sobre otros alimentos, denominarlo "veneno" puede sonar exagerado.
Lo primero que tenemos que tener claro es que los superalimentos no existen. Se trata de una verdad difícil de encajar por parte de muchos, pero ningún alimento por sí solo puede otorgar todos los supuestos beneficios que se le publicitan, ni es capaz de mejorar significativamente una mala dieta por sí mismo. Y el coco y el vilipendiado aceite de coco tampoco se escapa de esta afirmación.
En su vídeo, el profesor de Harvard llegó a llamar "veneno puro" a este aceite, lamentándose de que muchos individuos hayan creído en todos los beneficios que se le otorgan, aunque no existan estudios al respecto. Además, este mismo profesor afirma que el aceite de coco es peor que la mayoría de los aceites vegetales.
La realidad es que estas afirmaciones son una verdad a medias. Si bien es cierto que no existen estudios que hayan vanagloriado al aceite de coco tanto como la publicidad que ha recibido, y que no es superior a otros aceites, tampoco es cierto que sea "veneno" ni que deba eliminarse totalmente de cualquier dieta.
Hace un año un estudio publicado en la revista Circulation, editada por la Asociación Americana del Corazón, ya advirtió de que el aceite de coco es capaz de aumentar los niveles de colesterol LDL o colesterol malo, aunque no se demostró que el aceite de coco tuviera una relación directa con las enfermedades cardiovasculares. Lo que sí dicen otros trabajos es que demasiado colesterol LDL aumenta el riesgo cardiovascular, por lo que de forma indirecta la conclusión fue que consumir aceite de coco sería perjudicial para el corazón.
El estudio en sí mismo no fue una novedad, ya que los diferentes tipos de aceites vegetales tienen diferentes niveles de grasas saturadas e insaturadas, y aquellos que contienen demasiadas grasas saturadas suelen evitarse. De hecho, el aceite de coco en particular contiene hasta un 90% de grasas saturadas, y habría demostrado ya en anteriores trabajos que es capaz de aumentar los niveles de colesterol LDL más que cualquier otro aceite vegetal. Esto implica que este aceite puede mantenerse sólido a temperatura ambiente, y que supera con creces el porcentaje de grasa saturada de muchos otros alimentos como las mantequillas.
Si bien es cierto que desde hace décadas la grasa saturada en los alimentos se ha relacionado de forma directa con el aumento del colesterol en sangre, la realidad es que otros estudios más recientes sugieren que, de nuevo, se han exagerado las cosas: las grasas saturadas no son "grasas malas", y no deberían percibirse como tal. Por ello, tiene bastante sentido que el aceite de coco llegase a denominarse como superalimento, aunque no fue precisamente gracias a estos recientes estudios.
El origen de la historia data de 2003, cuando los investigadores de la Universidad de Columbia publicaron una revisión que sugería que los ácidos grasos de cadena media "ayudan a quemar grasa", y resulta que el aceite de coco contiene grasas con estas particularidades. Pero existe cierta trampa al respecto: el aceite de coco tan solo tiene un 14% de ácidos grasos de cadena media. De hecho, el aceite de coco ni siquiera aparecía en este estudio. Pero, dado que dichos ácidos grasos estaban en este aceite vegetal, el "daño" ya estaba hecho.
La falacia de los superalimentos
Gracias a este trabajo, el aceite de coco ha llegado a ocupar puestos en el podium de los superalimentos, como el aguacate, la quinoa o los arándanos, entre otros. Este mal nombre suele darse entre aquellos alimentos que destacan por una elevada cantidad de algún nutriente, o algunos nutrientes, y que han demostrado ser beneficiosos para la salud según los estudios.
Sin embargo, esto no implica que consumir una elevada cantidad de estos productos -o de estos nutrientes- vaya a mejorar significativamente nuestra salud. De hecho, que un alimento en particular contenga una elevada cantidad de un nutriente no significa que sea la única fuente del mismo.
No existe ningún alimento con todos y cada uno de los nutrientes que precisa el cuerpo humano para sobrevivir, menos la leche materna durante los primeros seis meses de vida. A partir de dicha edad, es mejor variar la dieta, aunque también sea una falacia que "hay que comer de todo". Cuidado: los alimentos procesados no tienen cabida en una dieta flexible.
Por otro lado, y centrando la atención en el aceite de coco, también destaca el hecho de que los estudios que detectaron supuestos beneficios para el consumo del mismo se realizaron en poblaciones que consumían el coco entero, y no solo su aceite procesado. El coco formaba parte de su dieta general, una dieta libre de alimentos procesados.
¿Significa esto que el aceite de coco es realmente "veneno" y no debería consumirse? No. De nuevo, no es necesario llegar a los extremos. Simplemente debe consumirse este aceite con moderación, dado su elevado contenido calórico, y siempre dentro de una dieta variada con alimentos mínimamente procesados o sin procesar. Igual que sucede con cualquier alimento no procesado, el hecho de que sea un "alimento real" no implica que deba comerse en elevadas cantidades a diario; solo implica que es sano, pero en una cantidad óptima, sin caer en los excesos ni en las falacias.