No hay nada como despertar por la mañana aún rodeados por los brazos de Morfeo y sentir cómo el aroma del café recién hecho nos ayuda a entrar poco a poco en el mundo. Ni siquiera es necesario llegar a probarlo: a veces sólo con olerlo comenzamos a sentir sus efectos.
¿Pero tiene realmente esto algún sentido? Con el fin de comprobarlo, un equipo de investigadores del Stevens Institute of Technology, la Universidad de Temple y el Baruch College ha llevado a cabo un curioso estudio, en el que un grupo de voluntarios tuvo que resolver un examen de matemáticas bajo los influjos del aroma a café.
En el estudio, que se ha publicado en Journal of Environmental, participaron 100 estudiantes de negocios, que tuvieron que hacer un examen de álgebra de GMAT, un tipo de pruebas utilizadas por las escuelas de negocios para la admisión de graduados en gestión de empresas.
Previamente se dividieron en dos grupos, uno que realizó el examen en una habitación perfumada con aroma a café, y otro de control en cuya estancia no había ningún tipo de olor. Curiosamente, los resultados fueron mucho mejores en el primer grupo, pero los investigadores no sabían si esto se debía a que el olor en sí pudiera causar algún tipo de efecto sobre la capacidad de los estudiantes para resolver problemas o si, por el contrario, no era más que un efecto placebo.
Para contestar a esta pregunta, realizaron una segunda prueba a otro grupo de 200 estudiantes. Esta vez, todos ellos fueron encuestados sobre varios olores y los efectos que percibían sobre su rendimiento. En general, todos consideraban que el aroma a café les hacía tener un mejor rendimiento intelectual. Se trataba por lo tanto de un simple efecto placebo, que alteraba la percepción de los participantes, pero no por eso dejaría de tener grandes aplicaciones.
El uso de los olores con el fin de conseguir objetivos concretos es un fenómeno cada vez más frecuente en todo tipo de sectores. Entre los negocios que más recurren a esta táctica se encuentran los casinos, que a menudo recurren a los perfumes florales y afrutados para transmitir a sus clientes sensación de tranquilidad y que accedan a quedarse allí más rato apostando.
Una de las científicas responsables de este estudio, Adriana Madzharov, ha centrado buena parte de sus investigaciones en el marketing olfativo, por lo que considera que este nuevo hallazgo puede ser de gran utilidad en esta disciplina, ya que muchos empresarios podrían usar el olor del café para mejorar el rendimiento de sus empleados. Aún queda mucho para saber si los efectos se corresponderán con los deseados, pero lo que sí es seguro es que a más de uno le incrementarán las ganas de hacer una visita a la máquina del café.
La buena vida del muy cafetero
Un megaestudio sobre los efectos del café sobre la salud publicado en 2017 en The BMJ, revisando nada menos que 201 metaanálisis, traía buenas noticias para los bebedores de café: en comparación con los no cafeteros, presentan menos mortalidad por todas las causas y por enfermedad cardiovascular. Además, el consumo se asocia a un 18% de incidencia de cáncer y a menor presencia de todo un rosario de patologías: neurológicas, metabólicas y hepáticas, entre otras.
Según explicaba entonces a EL ESPAÑOL el investigador de la Universidad de Navarra Miguel Ángel Martínez, la conclusión iba en la línea de "acabar con toda una serie de mitos negativos en torno al café", pero tampoco debía llevar a nadie a beberlo si eso no está entre sus hábitos diarios ya que se requiere más investigación. Como apuntaba la revisión del metaestudio: "¿Deben los médicos recomendar beber café para prevenir enfermedades? ¿Debe la gente empezar a tomar café por motivos de salud? La respuesta a ambas preguntas es no".
Otras virtudes del café pasan por la evidente: la cafeína es un excitante que ayuda a mantenernos despiertos pero también ayuda a regular los ciclos circadianos de nuestro organismo, contribuyendo a la higiene del sueño cuando no se abusa de él. Tomarse uno después de comer tiene sentido no solo para espabilarnos sino desde el punto de vista fisiológico: la cafeína aumenta los niveles de los ácidos estomacales que se encargan de hacer la digestión (o, más concretamente, de la gastrina, la hormona que regula su liberación).
Tomarlo en ayunas, por otro lado, puede favorecer la acidez estomacal por ese mismo motivo. Y es que todavía hay elementos que conviene vigilar con respecto al café: ha demostrado aumentar la absorción de azúcares nocivos cuando comemos comida basura, e incluso interferir en determinadas medicaciones. El control de la cafeína es especialmente importante para las embarazadas: el consumo de 200 mg al día, equivalente a unos dos cafés, está relacionado con el nacimiento de bebés con sobrepeso.
[Más Información: Cápsulas de café: la cara glamurosa de la adicción a la cafeína que envenena al planeta]
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