Año 1937. La National Gallery de Victoria, en Melbourne, Australia, llevaba cerca de tres décadas tratando de ampliar su colección de obras maestras del impresionismo. Tenían el dinero, gracias a una generosa contribución del filántropo australiano Alfred Fenton, y poco a poco lograron colgar de sus paredes dos obras de Courbet, tres de Manet, dos de Pissarro o una de Sisley. Sin embargo, al puzzle del director de la galería, James Stuart MacDonald, le faltaba una pieza: Edgar Degas.
El problema es que, incluso antes de la muerte del pintor, sus cuadros ya resultaban prohibitivos. En dos ocasiones, 1913 y 1926, el magnate rechazó comprar dos de sus famosos óleos de bailarinas. Pero todo llega, y un día, el marchante parisino Paul Rosenberg -representante de Picasso, Braque o Matisse- apareció con dos obras menores, de las que los australianos se llevaron la más barata. Así fue como Retrato de una mujer acabó viajando a Australia.
En los archivos del museo conservan la carta que MacDonald envió a los mecenas para justificar las 2.275 libras esterlinas que pagaron por el cuadro: "No es un Degas especialmente bueno, pero son casi imposibles de conseguir. Pertenece a un muy gran artista y tiene lo suficiente de él como para que resulte deseable".
Esta semana, el cuadro vuelve a estar de actualidad gracias al trabajo de los científicos del centro de investigación Australian Synchrotron, que ha empleado esta tecnología, inicialmente diseñada para la aceleración de partículas y el estudio de la materia subatómica, para extraer del retrato de Degas otro retrato de mujer, totalmente inédito hasta el momento.
Sincrotrón contra infrarrojos o rayos X
El sincrotrón acelera partículas -electrones, protones o positrones- hasta que el material excitado con éstas emite una fuente de luz llamada fluorescencia de rayos X o XRF, un haz formado por radiación X e infrarroja que resulta ser un millón de veces más brillante que el sol.
Desde hace unos años, los conservadores de los museos emplean técnicas de imagen como la reflectografía infrarroja o las radiografías para captar detalles del proceso de creación de las obras de arte. Todo se basa en la respuesta de los materiales a la radiación. Por ejemplo, al hacer una radiografía, los elementos pesados de la pintura como el plomo absorben más rayos X. Con los infrarrojos, el componente que más destaca es el grafito, por lo que pueden verse las intenciones iniciales del pintor con el lápiz o el carboncillo.
"Las ventajas de la radiación sincrotrón están en su estrecho ancho de banda, su alta intensidad y la posibilidad de cambiar la energía de la fuente de rayos X", explica a EL ESPAÑOL Daryl Howard, uno de los pioneros de esta nueva técnica que aparece detallada en Scientific Reports. "Estas propiedades permiten medir cosas que de otro modo serían inaprensibles con métodos convencionales", por ejemplo extraer de los brochazos no superficiales la distribución de metales en los pigmentos. De esta forma puede reconstruirse la creación del cuadro o los colores subyacentes, algo que han hecho para modelar cómo era el retrato femenino original que Degas decidió ocultar con el otro.
La técnica del sincrotrón comenzó a emplearse hace pocos años, precisamente con el cuadro Parche de hierba, de Van Gogh, tras el que científicos de la Universidad de Delft descubrieron un retrato oculto. Sin embargo, el método empleado con este Degas contiene algunas novedades. "Hemos sido pioneros en esta técnica gracias a nuestro software de detección Maia, que ya está siendo instalado en otros sincrotrones de otros países", explica a este medio David Thurrowgood, conservador en el museo Queen Victoria y participante en el estudio. "Llevamos trabajando en esto unos siete años, inspirados en el trabajo previo que se hizo con Van Gogh y definitivamente compartiremos estas técnicas con colegas de todo el mundo".
Ver el arte con nuevos ojos
Ya a principios del siglo pasado, cuando Rosenberg se recorría Europa tratando de encontrar un vendedor para el cuadro -que hasta entonces pertenecía a la colección del coleccionista de origen armenio Dikran Kelekian- ya se hablaba de que, bajo el retrato de la señora, se intuía algo más. Sin embargo, en las últimas décadas, las mejores técnicas disponibles no fueron capaces de extraer del cuadro más que un boceto borroso.
"Para muchos cuadros, las técnicas convencionales arrojan resultados muy limitados, apenas una imagen en escala de grises de baja calidad y que debe ser fuertemente interpretada", dice Thurrowgood, que además de conservador es químico. "Para cada milímetro cuadrado del cuadro hacemos una lectura de los metales contenidos en los pigmentos de las capas de pintura", explica, "y usando ordenadores estudiamos este gigantesco set de datos para identificar qué pigmentos están presentes y a qué concentraciones". Por ejemplo, los pigmentos con mercurio denotan el color rojo.
Con estos datos, construyeron, brochazo a brochazo, capa a capa, pigmento a pigmento, la representación virtual del cuadro de Degas tras el cuadro de Degas.
"Cuando comparamos nuestra imagen reconstruida con una conocida pintura similar del artista, vimos que la reconstrucción era muy similar a otros ejemplos", dice el conservador. Por ejemplo, un retrato a Emma Dobigny que el artista parisino hizo en 1869. De hecho, los investigadores australianos sospechan que la protagonista de este nuevo hallazgo es la propia Dobigny, una modelo que vivía en Montmarte de forma austera posando para varios de estos, por entonces, jóvenes pintores.
Por qué cubrió Degas este retrato con otro es de las pocas cosas que esta tecnología no puede revelar del todo, aunque a cambio sabemos a ciencia cierta el trabajo que le costó quedar satisfecho con las orejas, que repasó varias veces.