A finales del pasado julio, Alberto G., un arquitecto madrileño de 46 años, salió a pasar el día en el Parque Warner de San Martín de la Vega (Madrid). Allí subió a la montaña rusa Coaster Express, un monstruo de madera de más de un kilómetro de recorrido que alcanza los 95 km/h y somete a sus pasajeros a sacudidas no aptas para espaldas delicadas. Seguidamente montó en La Venganza del Enigma, una torre que deja caer sus tres góndolas y a sus ocupantes desde una altura de 100 metros.
En la noche del miércoles siguiente, Alberto comenzó a sentir los síntomas de un cólico nefrítico, una enfermedad cuyo dolor pasa por ser más intenso que el de un parto o un disparo. "Suele durar cuatro días y luego se pasa", comenta Alberto a EL ESPAÑOL. Aunque ya curtido en lastimosas experiencias anteriores con los cálculos renales, finalmente se vio obligado a acudir al servicio de Urgencias de un hospital. Luego, el dolor cesó. Dos fines de semana después del domingo fatídico, expulsó al culpable de su tortura.
Alberto pensó que aquello podía ser casualidad. Pero tal vez no; llevaba años sin sufrir un episodio. "El urólogo me dijo que hiciera el pino, así que pensé que tenía sentido: la montaña rusa agita y la caída libre eleva; y luego la piedra sale", dice. Lo que no sabía era que su experiencia no era un caso único. A miles de kilómetros de distancia, el urólogo David Wartinger, profesor emérito del Departamento de Especialidades Quirúrgicas Osteopáticas de la Universidad Estatal de Michigan (EEUU), estaba intrigado por un factor que se repetía en el relato de varios de sus pacientes: habían expulsado un cálculo renal después de subir a una montaña rusa. En particular, la Big Thunder Mountain del parque Walt Disney World de Orlando (Florida).
De hecho, algo ya se cocía entre los especialistas. "Muchos urólogos han oído historias de pacientes que han expulsado piedras después de hacer ejercicio especialmente activo, por ejemplo bicicleta de montaña", cuenta Wartinger por teléfono a EL ESPAÑOL. Además, el osteópata (una especialidad que en EEUU se practica con plena formación y habilitación para ejercer la medicina, a diferencia de otros países) había leído alguna referencia aparecida en la prensa general. "Pero hasta ahora, nadie se había decidido a investigarlo", añade.
Un riñón en la mochila
Lejos de conformarse con la anécdota, Wartinger decidió liarse la manta a la cabeza y montar un experimento de simulación en toda regla en la Big Thunder Mountain del parque Disney. "Les sorprendió mi idea, pero la primera persona del parque con la que hablé fue muy comprensiva porque también sufría de piedras renales", recuerda. Wartinger necesitaba un riñón; descartó el uso de órganos de cerdo o vaca por no ser muy apropiados para un parque de atracciones. En su lugar, se decidió por un modelo anatómico en 3D empleado para estudios quirúrgicos, reconstruyéndolo con silicona transparente para poder ver en su interior. Le introdujo tres cálculos de distintos tamaños suspendidos en orina y procedentes del paciente a partir del cual se había creado el modelo, y finalmente lo introdujo todo en una mochila.
Con este singular equipaje, Wartinger montó 20 veces en la Big Thunder Mountain. "Las rondas en la montaña rusa se analizaron usando variables de volumen del cálculo renal, localización calicial [ubicación en el riñón], posición del modelo en la montaña rusa y tránsito de los cálculos", escriben Wartinger y su colaborador Marc Mitchell en su estudio, publicado en la revista Journal of the American Osteopathic Association.
Los resultados han dado la razón a los pacientes. Curiosamente, los datos muestran que los cálculos se expulsan con más frecuencia cuando el modelo se sitúa en las tres últimas filas de las 15 totales del tren. En este caso salió casi un 64% de las piedras, frente a un 17% en el caso de las filas delanteras. Por otra parte, la influencia de la ubicación del cálculo en el riñón es un factor conocido; se expulsan con más facilidad los situados en el llamado cáliz superior. En el experimento de Wartinger y Mitchell, estas piedras salieron en el 100% de los casos cuando el modelo se situaba en las filas traseras, frente a un 56% de los cálculos en la parte media y un 40% de los situados en el cáliz inferior del riñón.
La conclusión de los autores es que la montaña rusa puede ser un método recomendable para algunos pacientes con cálculos renales. Pero advierten de que no en todos los casos: "las personas con cálculos renales conocidos de un volumen que pueda causar obstrucción de la uretra o cólico renal significativo deberían evitar el tipo de fuerzas externas evaluadas en este estudio", escriben.
Repetir una vez al año
Los investigadores señalan que el procedimiento sería especialmente adecuado después de una litotricia, el tratamiento destinado a pulverizar las piedras renales. "Después de una litotripsia extracorpórea por ondas de choque con fragmentación de los cálculos renales, montar en la fila trasera de una montaña rusa de intensidad moderada podría facilitar el tránsito de los fragmentos", dice el estudio. Así, la arenilla resultante podría expulsarse sin apenas molestias y evitando que estos restos recrezcan con el tiempo, lo que ocurre en un 50% de los casos a los diez años.
Pero cuidado: la mención a la "intensidad moderada" no es casual. Actualmente los investigadores están ampliando el ensayo piloto con un estudio más extenso para el que han empleado diez modelos distintos con un rango mayor de tamaños de piedras y más de 200 viajes en la montaña rusa; en todos ellos ha montado Wartinger. "A la decimoquinta vez o así, ya empieza a ser doloroso", admite. Pero no todas las montañas rusas sirven: cuando probaron otras dos del parque Disney, Space Mountain y Aerosmith's Rock 'n' Roller Coaster, ambas más extremas que la original, el método no funcionó. Wartinger sugiere que tal vez un recorrido demasiado violento clave los cálculos al tejido del riñón y les impida circular.
El experto prosigue con su investigación, aunque confía en encontrar un parque de atracciones que desee implicarse como parte activa de los experimentos. "La gente de Disney fue muy amable, cordial y atenta con nosotros en todo momento, pero tuvimos que pagarnos las entradas y hacer cola". Wartinger desearía además entrevistar a pacientes de otras latitudes que cuenten sus propias experiencias, como Alberto G. El osteópata confirma que la intuición del madrileño fue "totalmente correcta"; la caída libre en La Venganza del Enigma pudo facilitar que la piedra ascendiera desde el cáliz inferior del riñón a una zona de más fácil evacuación. Y concluye: "le recomendaría que repitiera el tratamiento una vez al año". Pocas veces la recomendación del médico se puede cumplir tan a gusto.