El filósofo caribeño Frantz Fanon publicó en 1952 su influyente ensayo Piel negra, máscaras blancas, donde explicaba qué significa ser negro en un mundo de blancos. Esta obra, que años después fue empleada también por otros grupos políticos y étnicos, como los palestinos o los tamiles, explora cómo las personas de color sufren de un complejo de inferioridad que les hacen imitar los códigos de sus colonizadores.
Lo que seguramente Fanon jamás habría sospechado es que esta aculturación llegaría hasta el punto de que muchas personas de piel negra morirían por transformarla en una máscara blanca mediante el uso de tratamientos abrasivos o procedimientos quirúrgicos de riesgo. Ahora, estas prácticas, comunes en muchos países en desarrollo, han empezado a aparecer en Europa.
En su consulta del Hillingdon Hospital, al noroeste de Londres, Ophelia Dadzie, que ocupa el cargo de dermatóloga étnica, atiende principalmente a pacientes de origen africano, caribeño y del sudeste asiático. Cada vez más a menudo, estos pacientes, principalmente mujeres, han venido solicitándole o preguntando por unas nuevas inyecciones intravenosas de glutatión, un antioxidante que se vende como suplemento alimentario, con el objetivo de lograr una piel más blanca.
"Es difícil saber cuánto tiempo lleva ocurriendo", dice a EL ESPAÑOL la dermatóloga. Esta semana, Dadzie ha alertado en las páginas del British Medical Journal del aumento de este tipo de tratamientos en el último año, que sustituyen a otros anteriores como, por ejemplo, pomadas con hidroquinona. "La práctica no es exclusiva del Reino Unido, está bien documentada en países asiáticos como Filipinas", explica Dadzie, "y es también un asunto que la FDA estadounidense ha subrayado y sobre el que ha emitido advertencias de seguridad sanitaria".
Muy habitual en África
En 2015 me topé con el problema en el mercado de Makola, en Accra, la capital de Ghana. Allí se comercializaba una pomada anti-hongos llamada Funbact-A, fabricada por una empresa india Bliss GVS Pharma que tenía prohibida la comercialización en el país africano, ya que se sospechaba que muchos de sus fármacos eran falsificaciones. Las mujeres que adquirían la crema no querían tratar una infección, sino ponérsela en la cara para blanquear su piel.
En realidad, es bastante común en muchos países de África, India e incluso Oriente Medio ver anuncios de tratamientos despigmentantes. Recientemente Costa de Marfil, Sudáfrica o Senegal han prohibido las cremas blanqueadoras por sus efectos perniciosos para la salud. Sin embargo, su consumo sigue sin descender.
En 2013, un informe de la Organización Mundial de la Salud cifraba en un 77% el número de nigerianas que usan este tipo de productos. Un estudio de marzo de este año realizado en Sudán mostraba que un 74% de las mujeres entre 16 y 33 años usaban cremas blanqueantes.
Como predijo Fanon en su ensayo, los estándares de belleza eurocéntricos son persistentes en el tercer mundo. "En nuestras culturas hay gente que piensa que las mujeres de piel clara son las más atractivas", declaraba el dermatólogo Elidje Ekra, del hospital universitario Treichville en Abidjan, Costa de Marfil. "Lo que vemos en los medios es que las mujeres con una piel más clara tienen una vida mejor".
En otro estudio de 2015, publicado en el Journal of Environmental Public Health, un centenar de universitarias malayas declararon en su mayoría que tener una piel más clara aumentaba su autoestima y les hacía sentir más guapas y más saludables.
Además de emplear productos que originalmente no están concebidos para blanquear la piel, estos tratamientos blanqueantes contienen grandes cantidades de esteroides o de mercurio, lo que puede provocar numerosos efectos adversos. En el caso de las inyecciones de glutatión, estos posibles efectos incluyen la intoxicación del sistema nervioso, el riñón o el hígado, dolores de cabeza o patologías de la piel como la necrólisis epidérmica tóxica o el síndrome de Stevens-Johnson. Además, la administración de inyecciones en salones de belleza o clínicas cosméticas puede elevar la transmisión de hepatitis B, C, o VIH.
Legal en Europa
El principal problema es que, a diferencia de muchos de los tratamientos empleados en África, Asia o el Caribe, el glutatión es legal en Europa. Incluso empresas españolas de dietética como Soria Natural lo comercializan, aunque siempre como suplemento.
Quizá se estén preguntando si existen formas legales de blanquearse la piel dentro de la Unión Europea. Sí y no.
"El blanqueamiento está considerado por la mayoría de los médicos como una práctica inmoral", explica Dadzie. Existen en el mercado algunas pomadas pensadas para tratar problemas de hiperpigmentación. La hidroquinona, por ejemplo, está prohibida para su uso sin receta dentro de la UE, pero puede ser prescrita por un médico. "Existen otros agentes tópicos para aclarar la piel que están disponibles sin receta, como el ácido kójico, que de nuevo fue ideado para tratar la hiperpigmentación pero ahora se emplea incorrectamente para aclarar el color normal de la piel", aclara la dermatóloga.
Por supuesto, el ejemplo de las celebrities es gasolina pura para este tipo de productos. Más aún, desde la asombrosa transformación protagonizada por Michael Jackson. Estos días, se ha visto a algunas estrellas, como la cantante Azealia Banks, llegar a promocionar cremas blanqueadoras como Whitenicious en su cuenta de Instagram, aunque luego borró el post.
En el otro lado está la actriz Lupita Nyong'o, que ha reflexionado en más de una ocasión sobre el daño que los anuncios de cremas blanqueadoras hicieron a su autoestima cuando era una adolescente en Nairobi. La protagonista de 12 años de esclavitud está, sin embargo, en minoría ante las muchas actrices y cantantes africanas que han sucumbido a los blanqueadores, una industria que la consultoría Global Industry Analysts estimó que alcanzará, globalmente, los 23.000 millones de dólares en 2020.
Ese es el dinero que mujeres oscuras y con pocos ingresos pagarán por parecer caucásicas.