Científicos hallan evidencias del esquivo Bisón de Higgs
Sólo se sabía de su existencia por pinturas rupestres, pero ahora un análisis genético demuestra que este bisón vivió de verdad en Europa hace 120.000 años
18 octubre, 2016 18:39Noticias relacionadas
El bisonte europeo moderno que ven en la imagen a continuación apareció hace alrededor de 120.000 años, fruto del cruce entre el extinto bisonte de la estepa y los uros, antepasados de las actuales reses de ganado.
Para llegar a esta conclusión, investigadores han combinado el análisis genético de ADN de bisón antiguo con el arte rupestre, ya que en aquella época el único testimonio que conservamos era artístico. El estudio aparece publicado esta semana en Nature Communications.
Hasta ahora, a diferencia de su homólogo norteamericano, los orígenes del bisonte europeo eran dudosos debido a una brecha en el registro fósil. Ahora, este estudio llevado a cabo por Alan Cooper y Judith Soubrier, de la australiana Universidad de Adelaida, demuestra que lo representado en cuevas como Chauvet o Pergouset se corresponde exactamente con la evidencia genética.
"Encontrar que una hibridación condujo a una especie completamente nueva fue toda una sorpresa, ya que esto no se supone que pueda pasar en mamíferos", ha declarado Cooper. "Las señales genéticas de los huesos de antiguos bisones eran extrañas, pero no estábamos seguros de si existiría una nueva especie, por eso lo llamamos el Bisón de Higgs", bromea el australiano.
Los primeros registros fósiles demostraron que, al principio, hubo en Europa dos tipos de bóvidos, el uro y el bisonte de la estepa. Desde ahí hasta que el bisonte moderno aparece, hace unos 11.700 años, poco se sabía de la historia evolutiva del bisonte, ya que no pudieron hallarse fósiles más antiguos.
Sin embargo, estos cambios sí que estaban representados en un sitio: las paredes de las cuevas. El bisonte de Pergouset, de más de 17.000 años de antigüedad, muestra un animal híbrido entre el uro y el bisonte de la estepa, con cuernos largos y cuartos delanteros muy desarrollados, mientras otras más recientes, de hasta 12.000 años muestran animales diferentes, con cuernos más cortos y jorobas más pequeñas. En definitiva, más parecidos a los actuales.
En total, Cooper y sus compañeros analizaron el ADN de 64 bisontes antiguos para llegar a la conclusión a la que apuntaban los grabados rupestres.