"Han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcasser para que no vaya Irene Villa a por repuestos" o "¿cómo meterías a cinco millones de judíos en el cementerio?". Aunque estos chistes llevaron al concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata a juicio, acusado del delito de humillación a las víctimas del terrorismo, usted podría haberlos escuchado cuando su autor -o difusor- no era famoso.
Si así fuera, y los hubiera leído en otro contexto, confiese: ¿se hubiera usted reído? No se preocupe, no se lo vamos a contar a nadie. Aunque quizás cuando acabe de leer este artículo, sea usted el que lo proclame a los cuatro vientos.
La razón: un estudio publicado en la revista Cognitive Processing, que concluye que la preferencia por el humor negro está asociada a una mayor inteligencia y a un carácter menos agresivo y con menos desequilibrio emocional. En otras palabras: que la gente que se ríe con chistes como los de Zapata, o los del cantante de Def con Dos, César Strawberry, no sólo no son monstruos sin conciencia, sino que son más inteligentes y equilibrados que sus congéneres.
Quizás cuando acabe de leer este artículo, sea usted el que lo proclame a los cuatro vientos
Para demostrar esto, los investigadores de la Universidad de Viena diseñaron un experimento muy sencillo: seleccionaron a 156 adultos y les sometieron a distintos test de inteligencia verbal y no verbal, alteraciones mentales y agresividad. Una vez que conocían sus puntuaciones en estos parámetros, les enseñaron 12 viñetas de humor negro y observaron si las entendían y si les gustaban.
En este punto, algún lector seguro que estará pensando: "¡A saber a qué llaman estos austriacos humor negro!". Tranquilidad, sus chistes no se quedan nada cortos. Al menos, los escogidos para este trabajo, viñetas del dibujante Uli Stein.
Una de ellas, por ejemplo, muestra a unos ilusionados futuros padres -ella está embarazada- enfrente de su ginecólogo. "Empecemos con las buenas noticias", les dice el médico, "su hijo nunca va a tener problemas para aparcar". Otra: una mujer acude a la morgue a reconocer un cadáver. El operario levanta la sábana que cubre al muerto y ella le dice: "En efecto, es mi marido pero, ¿qué detergente utiliza para que las sábanas le queden tan blancas?".
Tras analizar la reacción de los participantes a estas viñetas que algunos considerarían de mal gusto, los investigadores correlacionaron este dato con sus puntuaciones en los test emocionales y de inteligencia. No había duda: los que tenían más un cociente intelectual mayor se reían y disfrutaban más con las viñetas que el resto.
Lo que no se conocía hasta ahora que esto se aplicaba a los chistes más polémicos
Además, su perfil emocional era mejor: menos agresivo y menos tendente a los cambios de estado de ánimo. Como explican los autores, parte de esto no es nuevo; ya se sabia que humor e inteligencia iban de la mano, pero lo que no se conocía hasta ahora que esto se aplicaba a los chistes más polémicos, los que escandalizan a algunos y hacen a otros denunciar a sus autores.
Los hallazgos apoyan otra noción ya conocida, que el procesamiento del humor depende de aspectos cognitivos y emocionales. Otro dato del trabajo recién publicado afirma que las preferencias por el humor negro son más habituales en personas con un alto nivel educativo, algo que ya formuló el padre del psicoanálisis Sigmun Freud allá por 1905.