En Moscú, las autoridades han cerrado la tumba de Lenin a los visitantes para permitir a los investigadores realizar labores de conservación del cuerpo, que permanece embalsamado desde la muerte del líder soviético en 1924. Al mismo tiempo, esto ha generado un acalorado debate: ¿ha llegado por fin la hora de enterrarlo?
En estos momentos, un grupo de cirujanos y bioquímicos están tratando el cuerpo de Lenin, sumergiéndolo en glicerina y acetato de potasio durante 30 días con el fin de detener las arrugas que, poco a poco, han ido apareciendo en el cadáver. Según ha informado The Times, este equipo es también responsable de retocarle el bigote y cambiar su ropa para que continúe siendo una momia digna de la historia de la URSS durante unos cuantos años más.
Se espera que estos trabajos cuesten unos 13 millones de rublos (211.000 euros). En el momento de su muerte, la familia suplicó que fuera enterrado, pero sus peticiones no fueron atendidas. Al cadáver de Lenin le fueron retirados sus líquidos corporales y órganos y fue ubicado en una caja de cristal cerca del Kremlin.
Su mausoleo, de granito rojo diseñado por el arquitecto soviético Alexei Shchusev, es hoy una atracción turística, sin embargo, en una encuesta reciente del periódico Komsomolskaya Pravda, un 60% se mostró partidario de cerrarla.
Opiniones para todos los gustos
Coincidiendo con el centenario de la revolución bolchevique, el tema es bastante sensible. El Partido Comunista está, obviamente, en contra. El parlamentario Valery Rashkin acusaba a Estados Unidos y otros "enemigos" de orquestar el debate para provocar división en la sociedad rusa.
Putin, por su parte, ha dicho que espera que este asunto se resuelva con el tiempo de forma natura.
Como indica el Times, dirigentes soviéticos de los años veinte y treinta, como Leonid Krasin, fantaseaban con la idea de que un día la ciencia hiciera posible resucitar a Lenin, por lo que se oponían de forma tajante a enterrarlo.