Muchas personas describen el amor como un estado de enajenación mental transitoria, que lleva a quiénes lo sienten a realizar ciertas locuras que jamás se le pasarían por la cabeza si no estuviesen invadidos por este profundo sentimiento.
Podrían describirse del mismo modo las sensaciones a las que se exponen los adictos a sustancias como las drogas o a acciones como el juego o las compras, por lo que hay quién considera que el amor puede convertirse en otra forma de adicción.
Sin embargo, los defensores del concepto de amor romántico consideran una atrocidad esta teoría, que compara el sentimiento más bonito y puro que existe con algo tan tabú como las drogodependencias o la ludopatía. ¿Pero qué ocurre entonces? ¿Puede realmente el amor llegar al punto de considerarse capaz de crear adicción? Con el fin de dar una respuesta a esta cuestión, un equipo de investigadores del Centro de Neuroética de la Universidad de Oxford ha llevado a cabo una revisión de todos los estudios científicos sobre amor y adicción desarrollados entre 1.956 y 2.016 y sus conclusiones, que han sido publicadas en Philosophy, Psychiatry and Psychology, pueden ser de gran utilidad bajo el punto de vista de la psicología y las neurociencias.
El amor está en el cerebro
Sí, el amor es un sentimiento maravilloso, pero no por eso deja de ser pura química, resultante de un cóctel de sustancias que se liberan en el cerebro cuando dos personas crean ese tipo de lazos afectivos.
Una de estas sustancias cerebrales es la dopamina, un neurotransmisor conocido por participar activamente en la producción de la sensación de placer, en un proceso guiado por los mecanismos de recompensa.
Dichos mecanismos se activan de forma exagerada en las personas adictas, provocándoles la necesidad urgente de repetir las acciones causantes de su adicción para poder revivir esa sensación de placer.
Muchos de los estudios analizados en esta revisión demostraron que el amor genera estos desequilibrios en los sistemas de recompensa, por lo que sí que podría concebirse como causante de adicción.
Dos niveles de adicción
Según los investigadores responsables del estudio, esta adicción podría considerarse de dos tipos, según el nivel de "gravedad".
Por un lado, hay personas que experimentan tal sensación de placer que son incapaces de estar solteras y, cuando por fin consiguen encontrar pareja después de una ruptura, comienzan a desarrollar comportamientos obsesivos que pueden llegar a causar malos tratos e incluso terminar en asesinato.
Este nivel de adicción crea un deterioro social muy similar al de los adictos a sustancias de abuso y debe ser tratado, no sólo por su bien, sino también por el de sus parejas.
Por otro lado, hay personas que no llegan a obsesionarse, pero sí que padecen una gran necesidad de estar en pareja, por lo que sufren aún más con las rupturas e incluso se mantienen largo tiempo en relaciones muy tóxicas con tal de no volver a la soltería.
¿El amor puede curarse?
Una de las películas románticas más emblemáticas de las últimas décadas es Olvídate de mí, una historia protagonizada por Kate Winslet y Jim Carrey en la que los dos miembros de una pareja piden a un profesional que borre al otro de su memoria con el fin de olvidar la tormentosa relación que habían vivido juntos.
De momento esta práctica sigue siendo sólo parte de la ficción, pero sí que se han dado casos de investigadores que han tratado de buscar una forma de aliviar el inmenso dolor resultante del final de una relación.
Y el organismo modelo perfecto para investigar esto es el perrito de las praderas, pues se trata de animales claramente monógamos, que pasan toda su vida unidos a una única pareja, hasta el punto de involucrarse en cruentas batallas entre machos con el fin de defender a su compañeras.
Estos lazos afectivos tan fuertes se establecen por la acción de una hormona conocida como vasopresina, en la que muchos investigadores han centrado su atención en los últimos años; ya que, si se inyecta a estos animales un antagonista, bloqueando su efecto, dejan de sentir apego hacia sus parejas y comienzan la búsqueda de otra diferente.
De momento estos experimentos no han ido más allá de los perritos de las praderas, pero sería perfecto que en un futuro pudiese aplicarse en humanos, ya que sería una forma de eliminar el vacío que todo el mundo, sea o no adicto, siente cuando acaba de salir de una relación sentimental.
Lamentablemente, hasta que esto, o lo que ocurre en Olvídate de mí, sea posible, habrá que conformarse con olvidar poco a poco a aquella persona tan especial. Y, sobre todo, mantener alejados los teléfonos móviles en caso de haber consumido unas copas de más. Después de una ruptura pueden ser muy peligrosos.