Javier Gómez-Serrano recibe en el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT)de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en camiseta, bermudas y sandalias, y se ríe cuando el periodista pregunta, bobalicón, si en su despacho de Princeton puede ponerse igual de cómodo. "¡Hombre, pues claro!". A los 13 años, cuando era un alumno de instituto de Puente de Vallecas, Madrid, fue seleccionado por el programa ESTALMAT (Estímulo del talento matemático). Quince años después es uno de los siete investigadores menores de 32 años a los que la Real Sociedad Matemática Española y la Fundación BBVA entregan los Premios Vincent Caselles 2017.
Una de las especialidades de Gómez-Serrano es la mecánica de fluidos, tras el legado de dos caballeros de las matemáticas a caballo entre los siglos XVIII y XIX, Claude-Louis Navier y George Gabriel Stokes. Las ecuaciones de Navier-Stokes describen el movimiento de líquidos y gases, pero su complejidad sólo ha permito obtener resultados aproximativos. De ahí que hayan sido seleccionadas como uno de los siete Problemas del Milenio planteados por el Clay Institute. El matemático que las resuelva se llevará un millón de dólares como premio.
En 2011 se anunció que el equipo formado por Gómez-Serrano, Ángel Castro (ENS París), Diego Córdoba (ICMAT – CSIC), Francisco Gancedo (Universidad de Sevilla) y Charlie Fefferman - ganador de la medalla Fields, el Nobel de las Matemáticas -de Princeton había hecho un importante avance hacia la resolución del problema. Al otro lado de la mesa del despacho de la cuarta planta del ICMAT con diáfanas vistas hacia el límite norte de Madrid, el joven investigador asiente con seriedad cuando se le pide una explicación de su trabajo en palabras para todos los públicos.
"¿Lo que nosotros hacemos resuelve el problema del milenio? No. Si lo hicieran, tendríamos un millón de dólares. ¿Lo que nosotros hacemos resuelve parcialmente el problema del milenio? Tampoco. ¿Ayuda? Quizá. Las ecuaciones Navier-Stokes gobiernan los movimientos de los fluidos. ¿Qué pasa? Que no se entienden. La pregunta que vale un millón de dólares ya no es cuál es la solución, porque eso es demasiado difícil, sino si esas ecuaciones tienen solución no".
El equipo de Gómez-Serrano presentó sus propias ecuaciones en un modelo que introducía dos elementos, vacío y fluido. "Piensa en las olas del mar. Por encima tienes el aire, por debajo el agua, y lo que lo separa es la curva. En nuestro modelo logramos demostrar que la curva llega a tocar consigo misma. Es la misma propiedad que la de una ola al romper de forma natural. Y esto prueba que las ecuaciones de Navier-Stokes tienen que ver con la realidad".
Que las olas teóricas se correspondieran con las naturales era un requisito crucial. Las que calcula el investigador no son las del tanque de agua de un sismólogo. "Nosotros somos más de pizarras", bromea. Su descubrimiento tiene un nombre refrescante: Splash singularity. "Una singularidad designa una cantidad que crece muy deprisa. En nuestros modelos, de hecho, lo hace de forma infinita. Piensa en una tormenta ciclónica: choca un frente cálido con uno frío, y en un instante hay un salto muy fuerte de temperaturas de un punto a otro. En el problema de la ola, la singularidad se produce cuando choca consigo misma al romper".
"Nadie va tras los problemas del milenio por dinero"
El Instituto Clay ha logrado añadir un halo novelesco a la investigación matemática con sus retos, como cuando el excéntrico ruso Grigori Perelmán resolvió la conjetura Poincaré para rechazar a continuación cualquier reconocimiento, incluidos los emolumentos. Gómez-Serrano ofrece una visión atemperada de esta competición. "Se trata de los problemas que a los matemáticos nos gustaría ver resueltos. Es un trabajo global al que cualquiera puede contribuir sin grandes medios".
¿Cómo terminó entonces metido él en la carrera? "Por mi especialización. La verdad es que las cosas han ido muy rápido para los tiempos de la matemática. Pero estos Problemas no se enfocan de cara. Lo que hemos planteado es una contribución, un ángulo desde el que trabajar. Ni siquiera los grandes especialistas se centran en ellos a tiempo completo. Se corre el peligro de trabajar mucho y no conseguir nada".
La gloria, por lo tanto, puede esperar. "Todo el mundo ha pensado alguna vez en resolver un Problema del Milenio. Si uno lo resuelve, fantástico, logra la fama inmortal. Pero no creo que nadie lo haga por dinero. ¡Hay maneras mucho más fáciles de conseguir un millón de dólares, también en matemáticas!".
"En EEUU se apuesta a largo plazo"
Tras pasar por la Universidad Politécnica de Catalunya y la École Polytechnique Féderale de Lausana, Suiza, Gómez-Serrano se doctoró en la UAM y desde 2013 trabaja en la Princeton University. Para toda una generación de españoles crecidos en los noventa, el nombre evoca una idea de snobismo inculcado por el personaje de Carlton, el adinerado primo de Will Smith en El Príncipe de Bel Air, obsesionado por ingresar en el centro exclusivamente por su categoría social.
"Es cierto que la educación en EEUU es absurdamente cara, pero el ingreso se factoriza a la hora de decidir quién entra" - explica el investigador. "Sí que es un proceso duro y selectivo. Entran un 6% de los candidatos. Pero la criba se hace buscando la diversidad, se valora el expediente, las aptitudes deportivas... Entre el 50% y el 60% de los estudiantes logra algún tipo de beca. Yo he tenido alumnos de todos los estratos sociales".
La conversación vuelve a girar en torno a la comodidad veraniega del atuendo docente. "Es una cultura diferente en la que prima que estés cómodo con tu investigación. Nadie te marca un horario, se potencia el teletrabajo, la conciliación. Las evaluaciones llegan a final de año y se te juzga por tus resultados, dejándote libertad para aplicar tu propia metodología. Nadie tiene la psicosis de querer verte pegado de nueve a dos a una silla. Si eres alérgico a la tiza, te cambian la pizarra. Aquí habría que rellenar un taco de formularios" - comenta con humor.
Esta cultura académica distinta a la española se traslada a los proyectos. "Hay más inversión privada, lo que equivale a una mayor autonomía para decidir por dónde ir. Son apuestas arriesgadas que se rentabilizan a largo plazo. En EEUU te financian mil experimentos por que con que salga bien uno, ya está. Un Google o un Facebook pagan por todos los demás". Ahí es donde Gómez-Serrano ve el principal desfase con la investigación en España. "Nos falta entender la ciencia como una apuesta a más de cuatro años".
Beatriz Sinova (Universidad de Oviedo), Marina Murillo (Universidad de Cádiz), María Medina (UAM), Angelo Lucia (Universidad Complutense de Madrid), Félix del Teso (UAM) y Óscar Domínguez Bonilla (Universidad de Santiago de Compostela) son los otros seis ganadores de la tercera edición de los Premios de Investigación Matemática Vincent Caselles.
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