Las guerras no sólo se ganan en el campo de batalla. Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras millones de soldados se jugaban la vida en las trincheras, la potencias reclutaron a expertos de multitud de campos para tratar de inclinar la balanza. El británico Alan Turing estaba entre ellos, un matemático que ayudó a descifrar el código utilizado por Enigma, la máquina con la que los alemanes cifraban los mensajes que se enviaban durante la guerra.
Aquella hazaña decantó la batalla de Inglaterra, permitiendo a los británicos anticiparse a los alemanes, y marcó el principio del fin de la supremacía militar nazi. Otra de sus consecuencias perdurables, sin embargo, ha sido en el área del criptoanálisis, el campo dedicado a la búsqueda de debilidades en los sistemas de cifrado. Sus aplicaciones han llegado hasta la medicina para descifrar el funcionamiento del cerebro como si de la más enrevesada de las Enigmas se tratara.
Esta nueva investigación ha sido llevada a cabo por científicos de la Universidad de Pensilvania, el Instituto de Tecnología de Georgia y la Universidad Northwestern. Para ello, utilizaron tres macacos Rhesus, una especie de mono muy utilizado como modelo animal en los laboratorios.
Los primates tenían que realizar una serie de tareas manuales, a la vez que unos electrodos medían la actividad de su cerebro en respuesta al movimiento del brazo. Como resultado, se obtenían las señales de las neuronas y sus resultados, de modo que la función del criptoanálisis sería detectar cómo uno se convierte en el otro. Para ello se utilizan método estadísticos en busca de un patrón que ayude a interpretar los distintos impulsos neuronales.
Si todo esto funcionara se podrían fabricar prótesis inteligentes capaces de reaccionar en respuesta a las señales del cerebro del paciente. A día de hoy ya existe algo similar, pero se trata de interfaces cerebro computadora que deben entrenarse para responder a estímulos concretos. Sin embargo, en este caso no sería necesario ningún tipo de aprendizaje, ya que la prótesis descifraría cada señal sobre la marcha, ahorrando mucho tiempo en el proceso.
Aún falta mucho para que esto ocurra y de momento estos investigadores, que han publicado sus resultados en Nature Biomedical Enigineering, están utilizando un algoritmo que prueba posibles decodificaciones hasta que una se corresponda con movimientos típicos. Sea como fuere, parece que se encuentran en el camino correcto para que algún día el criptoanálisis sirva también para que el ser humano le gane la guerra a su propio cerebro. Y esa sin duda es una gran batalla que librar.