El 12 de febrero se conmemora el 209 aniversario del nacimiento de Charles Darwin, un icono de la historia de la ciencia tanto por su característico físico inmortalizado en la iconografía como por lo muchísimo que aportó a la biología con sus observaciones.
Gracias a su curiosidad y su incesante deseo de entender todo aquello que le rodeaba nació la Teoría de la Evolución que, a pesar de haber sido sometida a algunos retoques con el paso de los años, sigue vigente a día de hoy.
Sin embargo, a pesar de lo importante que ha sido su figura para la biología, muchos aspectos de su vida siguen siendo desconocidos para muchas personas, por lo que vale la pena celebrar su aniversario conociendo algunas curiosidades sobre él.
Entró en la Universidad con tan solo 16 años
Como otros muchos científicos de su época, Darwin entró a la Universidad de Edimburgo a una edad temprana en comparación con la que resulta habitual a día de hoy.
Al ser hijo de médico, optó por estudiar medicina, pero le bastaron un par de visitas al quirófano para descubrir que no se trataba de su pasión, por lo que terminó por decantarse por las ciencias naturales.
Comenzó una carrera eclesiástica
Por paradójico que parezca, teniendo en cuenta la aversión que tienen hacia sus teorías en algunos sectores del ámbito religioso, Darwin comenzó también una carrera eclesiástica en el Christ’s College de Cambridge.
Lo hizo por decisión de su padre; que, tras comprobar que el joven no tenía ningún interés por la medicina, decidió encauzar en otra dirección sus estudios.
Con ello no consiguió que naciera en él la vocación religiosa, pero sí que puso a su disposición los recursos necesarios para que comenzara el viaje más importante de su vida.
Un reverendo le animó a subir al Beagle
Durante su estancia en Cambridge, Darwin comenzó a asistir a las clases de botánica del reverendo y entomólogo John Henslow.
Pronto el sacerdote descubrió que el joven Charles tenía madera para la biología, por lo que le habló de él al Capitán Robert Fitzroy, que estaba a punto de comenzar una vuelta al mundo a bordo del Beagle.
Aunque con algunas dudas iniciales, el marinero aceptó que lo acompañara como naturista, con el fin de tomar información sobre los distintos seres vivos que fuesen encontrando durante su viaje.
La hazaña tenía buena pinta, pero ninguno de ellos imaginaba que con este viaje nacería una de las teorías científicas más importantes de la historia.
Su nariz casi le cuesta no subir al Beagle
Aunque Fitzroy terminó siguiendo el consejo de Henslow, en un principio tuvo sus dudas con Darwin, con motivo del tamaño de su nariz.
Y es que el capitán era un ferviente seguidor de las teorías de Johann Kaspar Lavater, un teólogo que creía que la personalidad de una persona se puede medir a través de su fisionomía y que, por ejemplo, una nariz prominente es un indicador de debilidad.
Afortunadamente todo quedó en un pequeño atisbo de superstición y Darwin y su nariz pudieron subir al barco.
Especie que descubría, a la cazuela
El amor de Darwin por descubrir nuevas especies llegaba hasta límites insospechados, ya que no sólo se limitaba a observarlos y tomar notas sobre ellas.
De hecho, pertenecía a un exclusivo club de la Universidad de Cambridge, cuyos miembros se reunían una vez a la semana para probar carnes poco comunes, como la de búho o la de halcón.
Y por lo visto debió echar de menos a sus compañeros del club durante sus viajes, ya que en ellos también aprovechó para probar la carne de especies como el armadillo.
Investigó sobre sus propios hijos
En 1839 nació el primero de los hijos de Darwin, que había contraído matrimonio poco antes con su prima Emma.
El nacimiento del bebé fue un gran motivo de alegría para la pareja, pero también una gran oportunidad para que el científico pudiese estudiar el desarrollo más temprano del ser humano, una especie sobre la que no había tomado notas hasta el momento.
Además, tanto éste como sus otros nueve hijos tuvieron una salud débil durante la infancia. Por eso, Darwin comenzó a leer y estudiar sobre los efectos perniciosos de la consanguinidad, por temor a que el parentesco que le unía a su esposa pudiese ser la causa de sus males.
Padecía de hipocondría
Cada vez que se acercaba uno de sus viajes, Darwin padecía palpitaciones y dolor en el pecho, fruto quizás de la ansiedad generada por la inminente partida.
Además, durante su viaje a bordo del Beagle se puso muy enfermo, posiblemente por el mal de Chagas y tuvo que lidiar con serios problemas estomacales, que se sumaban a las ya conocidas palpitaciones.
Tras su regreso fue tratado de la enfermedad hasta que desapareció, pero los síntomas siguieron atormentándole periódicamente hasta el día de su muerte.
A día de hoy sigue siendo un misterio si le quedó alguna secuela que no pudiera ser diagnosticada, aunque se cree que la mente tuvo mucho que ver en su padecimiento, por el miedo que desde muy joven le produjo el hecho de ponerse enfermo.
No habló de la 'supervivencia del más fuerte'
Aunque este término se atribuye tradicionalmente a Darwin, fue enunciada antes por Herbert Spencer, un científico coetáneo suyo que la incluyó en su libro Principios de la Biología. De hecho, ni siquiera fue utilizada por el padre de la evolución en sus inicios, sino que la incluyó en la Quinta Edición de El Origen de las Especies, haciendo referencia a su colega.
Los planes de Darwin para Marte
Durante sus viajes, Darwin describió una isla que le llamó especialmente atención. Se trata de la Isla Ascensión, una pequeña isla volcánica situada entre las costas de Brasil y el continente africano.
El naturalista la retrató como un paraje desolado, con potencial para poder albergar mucha vegetación. Por eso, ideó un plan junto con algunos miembros de la Marina Británica, que siguieron durante años su protocolo de poblamiento. Finalmente, y todavía a día de hoy, la isla se convirtió en un vergel, con una población de alrededor de 1000 habitantes.
Todo esto llamó la atención de la NASA; que, además de haber utilizado este enclave para supervisar los lanzamientos de sus cohetes, también juega con la idea de imitar el procedimiento en Marte.
Tras su muerte fue honrado con un funeral de Estado
Sólo cinco personajes no pertenecientes a la realeza fueron honrados de esta forma durante el siglo XIX en Inglaterra.
La Iglesia de Inglaterra le ha pedido perdón
Pero si hay un gran honor que la Iglesia de Inglaterra le ha concedido a Darwin ha sido el de pedir disculpas por atentar contra sus teorías durante siglos.
El acontecimiento tuvo lugar en el 200 aniversario de su nacimiento y, si bien ya es tarde para Darwin, supuso un brusco cambio de dirección en esta eterna disputa, a la que por desgracia aún le quedan muchos años de vida.