La carrera por crear los juguetes sexuales del futuro se vuelve cada vez más sofisticada. La cibernética y los materiales de diseño ya han permitido que los muñecos sexuales tengan un aspecto cada vez más humano, y que sus zonas erógenas simulen cada vez mejor el tacto y las reacciones de las orgánicas. Pero no dejan de ser inertes: el reto que involucra de lleno a la Inteligencia Artificial es el de darles tanta iniciativa como la que tendría una pareja sexual real.
Esta línea de investigación ha marcado un curioso hito con el desarrollo del Autoblow, un mecanismo que promete ser capaz de replicar con fidelidad los gestos de cabeza, boca y lengua de una mujer a la hora de practicarle sexo oral a un hombre. Sus creadores, que lograron su objetivo de recaudar 50.000 dólares mediante crowdfunding en cuestión de horas, aseguran haber identificados dieciséis movimientos diferentes que se combinarán para ofrecer una experiencia diferente en cada ocasión, y completamente satisfactoria en cada caso.
Si el hallazgo en sí ya es llamativo, la ciencia detrás tiene una anécdota que vale la pena escuchar. El empresario con el sueño del Autoblow, Brian Sloan, tuvo serios problemas para encontrar una firma científica que quisiera aceptar el encargo. Y los que finalmente se hicieron cargo han dado lugar a una publicación inusual, ya bautizada como el 'Blowjob paper' ('el Artículo Científico de la Mamada') en el que los investigadores describen sus conclusiones tras procesar 109 horas de imágenes de felaciones extraídas de 1.145 vídeos pornográficos. Lo hacen, eso sí, de forma anónima.
Según explica Sloan a la publicación estadounidense Motherboard, hasta siete compañías consecutivas de investigación en Inteligencia Artificial para estudiar la ciencia de las felaciones. "Me respondieron que el trabajo no era para ellos. Cuando les pregunté por qué, no contestaron". La octava aceptó, pero a condición tanto de que los nombres de los científicos e ingenieros involucrados como los de sus empleadores permaneciesen en secreto por miedo a "perder otros clientes".
1.145 vídeos porno son mucha lana que cardar, sin embargo, por lo Sloan recurrió a un colaborador de confianza, el serbio Dalibor Copic, su cómplice en otras iniciativas como el cálculo científico de la "vagina perfecta". Copic reclutó a su vez a otras seis personas-"nada de expertos, solo amigos y confidentes"- para extraer los datos de la escena de sexo oral específica. Para ello, las visionaron a cámara lenta mientras usaban una curiosa interfaz: el icono de la cabeza de un hombre -al que bautizaron como Sliderman, 'hombre deslizante'- que iban desplazando sobre una recta color carne que representaba al pene en función de lo que ocurría en el vídeo.
"Unos cuantos de los vídeos, al principio del proyecto, eran interesantes... pero al final, diría, se había vuelto un poco pesado de ver. Tanto sexo oral..."- confiesa Copic al medio especializado. Sus esfuerzos permitieron sin embargo que los expertos en machine learning obtuvieran una enorme cantidad de datos en formas de coordenadas, un embrollo al que dedicaron los siguientes tres años en procesar. Eso les permitió identificar dieciséis clústers o agrupaciones significativas de datos, que a su vez se convirtieron en los movimientos que el mecanismo es capaz de reproducir dentro de una secuencia.
El Autoblow que sale al mercado tiene formato de juguete sexual, una boca artificial fijada al resto del aparato que puede manejarse con una única mano al estilo de una fleshlight. Pero la compañía de Sloan trabaja con prototipos de cabezas y manos cibernéticas con la idea de que esta tecnología forme parte de los robots sexuales del futuro. En cuanto a los investigadores, han hecho saber a Motherboard que, aunque deben permanecer en la oscuridad, consideran que su trabajo es pionero a la hora de aplicar la tecnología a sistemas como la sexualidad- tan complejos como altamente demandados.
"Mi forma de verlo es que las redes neuronales convolucionales son un lío enorme, y el hecho de que la Inteligencia Artificial pueda entender una idea de tan alto nivel como una mamada es, como poco, sorprendente"- confiesa uno de ellos. Mientras, el Blowjob paper apunta que el método de machine learning puede aplicarse a otras prácticas sexuales, y señala el camino del futuro: un dispositivo que reconozca cada acto mientras el usuario contempla pornografía y lo reproduzca con fidelidad para él.
[Más Información: Así pasé una hora con una muñeca por 80 euros en el prostíbulo de las sex dolls]
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