La especialista en neuropedagogía María Couso.

La especialista en neuropedagogía María Couso.

Investigación

Couso, neuropedagoga: "Un alumno de un país sin pantallas en clase adelanta en 3 cursos a uno español"

"La tecnología no es mala per se, pero lo que se ha hecho mal es introducirla sin dar formación docente" / "Vemos en las aulas de España una pérdida de capacidades preocupante" / "Hemos bajado tanto la exigencia que me preocupa el mañana".

19 septiembre, 2024 02:42

María Couso, especialista en psicopedagogía y neuroeducación, es célebre en las redes sociales por su proyecto playfunlearning: una cuenta dedicada al valor educativo y humano de los juegos de mesa, tradicionales y nuevos, entre amigos y en familia. Lo que podría parecer trivial es en realidad un cortafuegos para un problema global que se vive intensamente en los colegios, institutos y casas de España. Su último libro, Cerebro y pantallas, incide en las múltiples evidencias a favor de limitar el uso de pantallas y dispositivos entre los menores.

La parte novelizada de la obra ilustra una realidad común que se experimenta al criar a niños y adolescentes: la sensación de que algo va mal con las pantallas, pero no sabemos cómo resolverlo. "Es un problema sistémico al que hay que dar una respuesta holística", explica a EL ESPAÑOL. "No se trata solamente de que cada uno hagamos nuestro trabajo, sino de que también exista concienciación en las familias y cierta regulación".

¿Hemos permitido que las pantallas entren demasiado pronto y demasiado en profundidad en la vida de los menores? ¿Debemos dar marcha atrás?

Como el impacto está siendo invisible, muchas familias creen que no está pasando nada. Hay que empezar concienciando, pero también a los propios niños. Debemos explicarles cuáles son los efectos a largo plazo, lo que les está pasando a nivel cerebral aunque no se manifieste en el exterior. Después, vamos a proporcionarles recursos, a mejorar las interacciones y darles mayor tiempo de calidad. Y para eso hace falta implicación a nivel estatal, con herramientas que puedan erradicar el uso de la tecnología en el entorno familiar.

Cuenta que en EEUU consideraron que no lograrían prohibir el tabaco entre menores y optaron por dejar fumar unas horas en las escuelas. El tabaquismo no bajó hasta que se prohibió. ¿Siguen ese camino los móviles?

Efectivamente, por eso hablo de un asunto de Estado. Que no exista evidencia sobre algún tipo de impacto no significa que haya evidencias de un total ausencia de impacto. Por lo tanto la perspectiva tiene que ser de cautela a la hora de introducir la tecnología y no verla como algo inocuo.

¿Es por ese motivo por el que los grandes estudios de cohorte no asocian perjuicios fuertes al uso de redes, pero luego conocemos casos dramáticos?

Sí. A menudo no se han tenido en cuenta ni las limitaciones ni los sesgos de estos estudios. Menciono trabajos en los que se han evaluado únicamente una característica de los efectos de las redes, y eso no permite que los datos recogidos sean fiables. Hay un sesgo de evaluación ya de entrada. Y esto se hace porque quien financia esos estudios tienen sus propios intereses.

Hay una visión que quiere ser optimista, sosteniendo que se han perdido algunas capacidades cognitivas pero ganado otras digitales. ¿Qué opina?

Yo siempre trato de trasladar esta idea: para realizar tareas beneficiosas relacionadas con la tecnología, tenemos que construir antes procesos previos. Y nos los estamos saltando. Los niños y adolescentes la manejan con una finalidad totalmente de ocio, no hay casi procesos proactivos que permitan usarla como lo que es: una herramienta que nos aporta solo en los casos en los que realmente la utilizamos bien.

Es lo que ya conocemos como 'falacia de los nativos digitales': la han usado desde pequeños, pero no tienen mejores competencias.

Partimos de una idea equivocada, de un término creado por la sociedad. Pero no hay absolutamente ninguna prueba de que los bebés que nacen ahora sean diferentes de los que nacieron hace 50, 100 o 200 años. De hecho, el cerebro humano lleva sin variar a nivel morfológico y funcional exactamente 50.000 años. Esto nos lleva a tener  chicos que son capaces de manejar un vídeo para redes sociales, pero no saben hacer una búsqueda de información verificada en Internet.

Las redes han cambiado también para ofrecer contenido más simple, rápido de consumir y adictivo como los vídeos de TikTok.

La dopamina se caracteriza por liberarse con la expectativa, más que con el propio placer, y eso es lo que produce los consumos excesivos de vídeos de alta velocidad y corta duración tan propios de las redes sociales.

¿La entrada de las tablets en la educación ha sido negativa en general?

Yo soy categórica al respecto: creo que ha sido negativa porque no se ha hecho bien. La tecnología no es mala per se, pero lo que se ha hecho mal es introducirla sin dar ni siquiera formación docente específica. A muchos se les entregaron los dispositivos únicamente para volcar un libro de texto en una pantalla. Ni siquiera se está formando al profesorado para que ellos puedan formar a los futuros adultos del mañana. Creo que habría que hacer una revisión, porque esto no está regulado. La legislación educativa lo constata como "competencia digital" pero no te dice cómo trabajarlo.

¿Se relaciona esto, como dicen especialistas como Michel Desmurget, con un retroceso en competencias de capacidad lectora y matemáticas?

Hay estudios que ratifican que los niños menores de 4 años expuestos a pantallas tienen menores niveles de mielinización en las áreas de lenguaje. La morfología de sus cerebros está cambiando, la forma en la que se generan esos correlatos neuronales, y lo vemos en las aulas. Hay un descenso del vocabulario, de la capacidad de comprensión lectora, de la habilidad inferencial... Me parece preocupante todo lo que estamos perdiendo respecto a comprensión tanto oral como escrita. A nivel de razonamiento lógico, se ve muchísimo en las matemáticas. Tienen serias dificultades para construir relaciones lógicas.

La neuroeducadora María Couso.

La neuroeducadora María Couso.

Otro aspecto alarmante sobre el que alertan los expertos es que los propios docentes y centros bajan el nivel para que no se disparen los suspensos.

Es correcto. De hecho, se observa muchísimo en los libros de lectura. Los requisitos han descendido, los textos se están volviendo demasiado simplistas, le estamos exigiendo menos a los chicos. Y la pregunta es: si bajamos los requisitos a nivel criterial en educación, ¿qué sociedad adulta nos espera el día de mañana? Debemos llegar a una especie de equilibrio entre las capacidades y habilidades que tienen estos chicos y lo que nosotros esperamos en esas etapas educativas.

¿Se puede cuantificar de alguna manera esta pérdida en la capacidad de aprendizaje?

Hay estudios que ratifican que se pueden perder cerca de tres meses por curso en el ámbito de la competencia lingüística respecto a lo que pasaba hace unos años, y se pueden perder hasta dos meses en capacidad matemática. De alguna manera estamos ralentizando que se desarrolle cada curso, y se va acumulando. Esto se puede comparar con otros países donde hay una regulación más férrea de la tecnología durante las etapas de infancia y adolescencia. En Asia se sacan mejores puntuaciones que en los países europeos, incluso los nórdicos. Un alumno español, comparado con uno de su misma edad en esos países, estaría dos y hasta tres cursos por detrás.

Las consecuencias de la pérdida de vocabulario emocional también se vinculan con una mayor incidencia de problemas psicológicos y psiquiátricos.

Yo hablo de 'analfabetos emocionales': lo que tenemos que hacer durante la infancia es, por un lado, reconocer las emociones, y por el otro, gestionarlas. Si hemos inhibido estas capacidades porque les hemos posicionado una pantalla delante cada vez que tenían una rabieta, hemos limitado de alguna manera la capacidad que tendrá como adulto de ser funcionales a nivel emocional. Estamos normalizando comportamientos como que un camarero llame la atención a un niño por estar jugando con un juego de mesa en el restaurante, y comparándole con otro que está tranquilo con la pantalla. Incluso hemos normalizado no poner límites. Muchas familias creen que se asignan a un valor autoritario, que solo busca controlar, sin entender que hay límites respetuosos para la protección y el buen desarrollo del menor.

¿Cómo introducimos el ocio tradicional, como los juegos de mesa, sin que lo vean como 'castigo' que les quita tiempo de lo que les gusta, la pantalla?

La clave está en cómo desarrollamos las dinámicas de ocio en el entorno familiar. Si hay una comunicación saludable con el niño desde pequeños, nos contamos qué hemos hecho durante el día y compartimos momentos juntos, él mismo terminará buscándolo. Es muy importante entender que la adolescencia no nace con la pubertad, nace en la infancia con todo el aprendizaje que lleva detrás. Los juegos de mesa nos permiten explorar un vocabulario emocional en un entorno protegido y con referentes como los padres que nos va a enriquecer para que seamos adultos funcionales.

¿Qué papel tiene la lectura y la escritura? ¿Por qué no es lo mismo el libro digital que el papel y la tinta?

Un metanálisis de la Universidad de Valencia ratificaba hace poco que leer sobre papel otorga una comprensión significativamente superior a hacerlo sobre pantalla. Cuando leemos la página impresa, todos los contenidos tienen un espacio físico continuo, fijo y estático. Y en el proceso de aprendizaje no nos quedamos solamente con ese contenido, sino también con el espacio que ocupa. Esto afinca el conocimiento más allá de la memorización. Cuando escribimos, realizamos una tarea de motricidad fina que activa redes neuronales más allá de nuestra corteza motora, y hacen que aprendamos más. Es tremendamente importante que no se abandone la escritura a mano frente a lo que hacen algunos centros educativos, creyendo que innovan cuando hacen a sus alumnos teclear en lugar de escribir.

¿Se ha usado la digitalización de la escuela como bandera política, como un 'quién da más' a sus alumnos, sin atender tanto a criterios educativos?

Hace unos años se me echaron encima algunos políticos por decir en un Congreso que estamos equivocándonos al comparar innovación y digitalización. No son términos sinónimos. A veces innovamos sin tener algo que sostenga el cambio. Y digitalizar tampoco tiene por qué ser positivo. Todos los estudios nos están alentando a que volvamos a frenar el avance de esa digitalización dentro del contexto educativo.

La neuropedagoga María Couso.

La neuropedagoga María Couso.

El 'ClassDojo' es una de estas innovaciones que 'gamifican' la educación y con la que usted se ha mostrado crítica.

El ClassDojo es una plataforma que debería ser utilizada para la comunicación con las familias por parte de los docentes, mandando alguna foto o vídeo hecho en clase. Lo que yo critico es el sistema de recompensas basado en las corrientes conductuales.  Todavía no tienen desarrollada la motivación intrínseca, que aparece en el cerebro humano entre los 11 y los 13 años. Lo que hacemos es decirle al niño que todo lo que le acontece lo maneja otro. Le estamos quitando la vinculación de hacerse responsable, salga bien o mal. Se pierde la esencia. Los niños están dejando de disfrutar del hecho de aprender por aprender: lo que quieren en realidad es recibir ese tipo de recompensas continuas.

¿Llegará el momento por tanto en el se volverá a excluir la enseñanza con pantallas en España? 

Yo creo que evolucionaremos hacia contextos en los que la pantalla volverá a tomarse como una herramienta anexa al propio proceso de aprendizaje. No va a desaparecer de los centros educativos, pero cambiará el tiempo de exposición de los alumnos. Vamos a cambiar el modelo, a revisar si realmente es lo que querremos para nuestra sociedad a nivel de tiempo invertido y de calidad.

La gran paradoja, no obstante, es que los adultos no soltamos el móvil y leemos cada vez menos libros. ¿Cómo se puede evitar esta contradicción?

Es muy importante que las familias practiquen con el ejemplo. Nuestros hijos no hacen lo que decimos, hacen lo que nos ven hacer. Si tus palabras son incongruentes con tus actos, tienes que revisar si ese es el modelo que tú quieres trasladar. Podemos llegar a desbloquear más de 150 veces el móvil al día, lo tocamos más de 2.500 veces. Muchos adultos están expuestos a lo que llamamos 'multitarea', como cuando estamos viendo la televisión con el móvil al mismo tiempo en la mano. Y es una multitarea ficticia, porque no hacemos ni una cosa ni la otra.

¿Cómo debería ser la introducción de los niños y adolescentes a la tecnología? ¿Estamos creando necesidades de comunicación que no son reales?

Esto tiene que ver con lo que yo llamo 'maternidad o paternidad helicóptero': familias en las que se monitoriza absolutamente todo lo que hacen los hijos, que no les dejan ir solos ni a la panadería de la esquina, y sin embargo le dan un dispositivo que lo conecta con cualquier realidad que no está bajo nuestro control. Y eso no nos parece peligroso. Damos por hecho habilidades cognitivas que todavía no están construidas en el cerebro. Es muy importante revisar los dispositivos que se otorgan a la infancia. Las tabletas tienen que ser supervisadas siempre. Y hay que retrasar los móviles lo máximo posible. Cuando un móvil entra en contacto con un adolescente, los problemas llegan siempre incluso, aunque haya una buena educación de base.

¿Es partidaria de los dispositivos que permiten la comunicación pero no la conexión a Internet, como relojes conectados y móviles 'tontos'?

En general, no soy partidaria. Está claro que no es lo mismo utilizar un smartphone que un teléfono solo para llamadas, un 'ladrillo' como los de antes. Pero creo que no hace falta, de verdad. Cuando íbamos nosotros al instituto, si había que llamar a casa, íbamos a secretaría. Y si teníamos algún problema para volver a casa, preguntábamos por la calle. Somos una sociedad también para comunicarnos entre nosotros, y la digitalización ha instaurado también una tendencia al individualismo bastante preocupante. En los videojuegos, por ejemplo, no es lo mismo que queden para jugar con sus amigos a que lo hagan en la realidad. Sentirnos, tocarnos, olernos, mirarnos a los ojos... Esa interacción es incomparable.