Llega una época difícil para los alérgicos al polen, así que toda información es poca. Científicos de 13 universidades acaban de elaborar una lista con 26 parques urbanos de 24 ciudades españolas en la que evalúan la alergenicidad de estos espacios de ocio y esparcimiento que, para algunas personas, sería mejor evitar en primavera.
En un artículo publicado en la revista Environmental Research, los investigadores aplican un índice para otorgar a cada parque una puntuación de entre 0 y 1, tras combinar varios parámetros que estiman la emisión de polen de sus árboles.
Los que tienen un menor valor son los más seguros para los alérgicos. El Parque de los Pinos de Plasencia (0,07), el Parque de San Francisco de Badajoz (0,08), la Rambla de Belén de Almería y el Parque de la Rosa de Cartagena (0,09 en estos dos últimos casos) presentan un riesgo casi nulo.
En el extremo opuesto se encuentran el Parque de la Alamedilla de Salamanca (0,87), el Bosque de Gomérez de Granada (0,78) y el Parque Miguel Servet de Huesca (0,75). Si son ustedes alérgicos, mejor manténgase lejos, porque rebosan polen.
En valores medios se encuentran espacios urbanos arbolados emblemáticos como el Parque del Retiro de Madrid (0,44). Los autores del estudio consideran que superar el umbral del 0,30 es suficiente para que se desencadenen los síntomas de alergia, justo el límite en el que están el Parque Amate de Sevilla, los Jardines de Joan Brossa de Barcelona y el Parque de San Francisco de Oviedo.
¿Cómo se ha construido el índice? Para este estudio, los científicos se han centrado exclusivamente en los árboles, analizando la variedad de especies, su densidad en el parque y las características de su polinización.
Por ejemplo, las plantas que son polinizadas por insectos no afectan tanto a los alérgicos. En cambio, otras emiten grandes cantidades de polen porque su dispersión depende del viento. Muchas usan las dos estrategias a la vez.
El tiempo y la duración de la floración es otra de las claves. Mientras que la del almendro (Prunus dulcis) apenas llega a las dos semanas, los cipreses (Cupressus) superan las seis. Además, unos pólenes son más alergénicos que otros en función de las proteínas que los conforman.
Precisamente, los cipreses y otras especies de la misma familia destacan en alergenicidad, junto con oleáceas como el olivo (Olea europea) y el fresno (Fraxinus), las moráceas (Moraceae), el abedul (Betula pendula) y el plátano de sombra (Platanus).
Por supuesto, cuanta mayor densidad de árboles tenga un parque, más peligroso será para un alérgico. La baja biodiversidad es otro de los factores determinantes, es decir, cuando hay muchos ejemplares de una misma especie en un lugar, existe una mayor concentración de un tipo de polen determinado. Sin embargo, la plantación de especies exóticas –abundan las procedentes de China y Japón- también está provocando más alergias.
Uno de los aspectos que ha tenido en cuenta el estudio es que la población desarrolla alergia a las especies de su entorno, de manera que los valores de cada uno de los parques se han calculado teniendo en cuenta las alergias más prevalentes entre los habitantes de sus ciudades.
Un diseño pensado para alérgicos
El trabajo pone de manifiesto que no todas las zonas verdes son iguales y que se pueden diseñar espacios urbanos más amigables con los alérgicos. El mejor ejemplo está en Granada, la única ciudad junto con Barcelona de la que se incluyen dos lugares en el artículo. Mientras que el bosque urbano de Gomérez es el segundo más alergénico de la lista, el Parque García Lorca se encuentra entre los más saludables (0,14).
"Queríamos resaltar que la configuración del parque y la densidad de los árboles tienen mucho que ver en los resultados", explica a EL ESPAÑOL Paloma Cariñanos, autora principal del estudio e investigadora del Departamento de Botánica de la Universidad de Granada. "Nosotros participamos en el diseño de este espacio y conseguimos que nos hicieran caso en algunas cosas. Por ejemplo, aunque incluir cipreses era innegociable, porque estos árboles son un símbolo para la ciudad, no están excesivamente agrupados", comenta.
Sexismo botánico
Otra de las medidas que se pueden tomar contra las alergias es "feminizar" los parques. Mientras que hay árboles, como los pinos, que tienen flores masculinas y femeninas en un mismo individuo, otros como las moreras y los chopos están separados por sexos y a la hora de elegir cuáles plantar en un parque se suele optar por los machos. "Se empezaron a eliminar los ejemplares femeninos porque los frutos manchan y a veces huelen mal", explica Cariñanos. Sin embargo, los masculinos generan polen destinado a fecundar las flores femeninas.
Algunas de las acciones relacionadas con el manejo de los parques que podrían facilitar la vida de los alérgicos serían muy sencillas. "A veces se poda en exceso", comenta la experta, "y el resultado es que, por una mera estrategia de supervivencia, los árboles reaccionan produciendo más ramas y más flores en el siguiente ciclo reproductivo".
Por la misma razón, el cambio climático también está haciendo que algunos árboles emitan más polen. Las especies que se valen para su reproducción tanto de los insectos como de la dispersión de polen en el aire están sufriendo la creciente ausencia de polinizadores como las abejas y, según los expertos, ya están reaccionando incrementando sus emisiones.
El proyecto pasa a ser internacional
La iniciativa de Cariñanos y sus colegas ya se extiende a otros países, que también pretenden saber si sus parques son un peligro para los alérgicos. Portugal, Francia, Italia, Polonia, Grecia, Alemania y Marruecos se han sumado a la idea. Las próximas publicaciones incluirán también a otros parques españoles y otros elementos que influyen en su alergenicidad además de los árboles, como las plantas y el césped.